El juez del Primer Juzgado de la Instrucción del Distrito Nacional, Raymundo Mejía, aplazó para el próximo 14 de noviembre la audiencia preliminar contra el abogado Johnny Portorreal Reyes y demás acusados de estafar a 283 personas de apellido Rosario.
El juez tomó la decisión al no comparecer dos encartados en el caso que guardan arresto domiciliario.
Esta es la segunda ocasión que se aplaza la audiencia. El pasado 26 de septiembre el mismo tribunal tomo la medida en vista de que el imputado Miguel de Oleo y el abogado de Portorreal no asistieron al juzgado.
Se trata de una supuesta fortuna que hicieran a mediados del siglo 19 Jacinto Rosario y su padre, Celedonio, quienes presuntamente eran propietarios de una mina de oro en Cotuí, República Dominicana. Según transcripciones de NPR de una entrevista a varios miembros de la familia Rosario, en 1975, Rosario Dominicana, una compañía cuyo capital era principalmente estadounidense, comenzó a explotar la mina. Cuatro años después, el gobierno dominicano adquirió todas las acciones de la empresa que estaban en manos extranjeras.
Presuntamente los ‘patriarcas’ Rosario depositaron el equivalente a $13 mil millones de euros en las bóvedas de un banco en Suiza y otro en España. Un dinero que correspondería a sus descendientes.
Tras esa historias, una de los miembros de la familia Rosario, Maribel, contactó a un abogado para llevar adelante el caso. El abogado fue Johnny Portorreal Reyes. Éste, junto a otros abogados, articuló una red que se encargaba de ubicar a personas de apellido Rosario para informarles sobre la supuesta herencia. Asimismo, para explicarles lo que debían hacer a fin de incluirlos en la lista de beneficiarios.
Según el expediente acusatorio, el modus operandi de los imputados incluía el cobro de altas sumas de dinero a las víctimas. Las suman eran entre 15 mil hasta 24 mil pesos por persona (en el año 2013), para alegadamente hacer las diligencias del supuesto cobro de la supuesta herencia. El rumor de la fortuna de la familia Rosario se esparcía con rapidez increíble. Rosarios contándoles a Rosarios, estos a otros. En tiempo récord, se formó una red inmensa y fuertísima.
Crece el entramado
Conforme pasaba el tiempo y más «miembros de la Familia Rosario» se sumaban, aumentaba el costo de los «gastos» legales de Portorreal y de los miembros de su entramado. Entre una cosa y otra, los herederos potenciales terminaban pagando entre 70 y 140 dólares para ser parte de la herencia. Y no solo se cuenta lo que le pagaban directamente a Portorreal o a sus allegados, sino los gastos en viajes, y el tiempo que invertían cada una de las personas y familias que esperaban «su parte» de la herencia.
Mientras el grupo crecía, Portorreal construyó toda una estructura más formal y sofisticada y la gente creía. Además de los coordinadores, también se crearon varias comisiones, la de la familia Rosario, una comisión internacional, otra de pago. Era una manera de dividir las tareas. La comisión internacional, por ejemplo, se dedicaba a organizar a los supuestos herederos que vivían fuera del país. Habían contactado a dominicanos en Estados Unidos y en Europa.