Barcelona, 14 oct (EFE).- El Barcelona se ha mostrado como un equipo muy fiable fuera de casa en Liga desde la llegada de Xavi Hernández al banquillo y no ha sufrido ninguna derrota en los 18 partidos que ha disputado hasta ahora, una racha que vivirá una enorme prueba de fuego ante el Real Madrid, este domingo en el Santiago Bernabéu.
De los 18 encuentros fuera de casa que ha dirigido Xavi en la competición regular, 13 han acabado con triunfo azulgrana y 5 en empate, con un global de 27 goles a favor y 13 en contra.
De hecho, la victoria más majestuosa fue precisamente en el clásico del curso pasado en el feudo blanco, que terminó con una goleada (0-4) gracias a un doblete de Pierre-Emerick Aubameyang, un gol de Ronald Araujo y otro de Ferran Torres.
Pero la gran dinámica que el Barça encadena en LaLiga, en la que es líder y tan solo ha recibido un tanto en las primeras ocho jornadas, contrasta con su situación en la Liga de Campeones.
Las derrotas a domicilio ante el Bayern Múnich (2-0) y el Inter de Milán (1-0) y el empate de este miércoles en el Camp Nou ante los italianos (3-3) le dejan a la espera de un milagro para no caer eliminado por segundo año consecutivo en la fase de grupos.
La ilusión del inicio de temporada se ha evaporado tras el parón por selecciones, que ha venido acompañado de las lesiones de larga duración de Ronald Araujo, Andreas Christensen, Héctor Bellerín, Memphis Depay y Jules Koundé, quien precisamente podría regresar a la convocatoria para enfrentarse al Real Madrid.
El peaje ha sido que Xavi tuviese que volver a contar con jugadores que habían pasado a tener un papel residual en este inicio de curso, como Gerard Piqué, que fue uno de los más señalados en la decepción europea del miércoles. El Barça, sobre todo en el segundo tiempo, se mostró muy débil en defensa, con errores individuales impropios de un equipo que pretende luchar por todos los títulos.
Pero la eliminación virtual de la ‘Champions’ no se puede explicar únicamente mediante los errores individuales. En Múnich, en Milán y en Barcelona el equipo de Xavi Hernández se mostró muy frágil mentalmente, como si le persiguieran los fantasmas europeos de años pasados.
Además, en los dos encuentros ante el Inter, su técnico, Simone Inzaghi, le ganó la pizarra a Xavi. La dinámica de los partidos se desarrolló de la manera que le interesó al Inter, un equipo físico que, más allá de polémicas arbitrales, logró cortocircuitar la fluidez del ataque azulgrana, muy previsible, y asestar golpes mediante transiciones.
Xavi no fue capaz de revertir la situación durante el transcurso de ninguno de los dos encuentros. Su respuesta, en parte, fue introducir en el terreno de juego delanteros de refresco que no mejoraron las prestaciones del equipo. El miércoles acabó con cuatro atacantes: Robert Lewandowski, Ousmane Dembélé, Ansu Fati y Ferran Torres. Y el único que estuvo a la altura fue el polaco, que marcó dos goles.
Parece que nada queda de aquel equipo con una idea de juego clara que culminó en el Santiago Bernabéu un final de invierno y un inicio de primavera ilusionantes. El juego de posición que practica actualmente el Barça de Xavi es monótono y todo acaba dependiendo de la inspiración puntual en el centro del campo de Pedri y Gavi, que desplazan demasiado el juego a los extremos, donde se encuentran con un Dembélé que no acostumbra a tomar buenas decisiones.
Así, las dudas abruman al Barça antes de la visita a su eterno rival. De hecho, en el entorno azulgrana han aparecido las primeras críticas contundentes a Xavi desde que asumió el cargo de entrenador del primer equipo en noviembre de 2021. En cambio, otra parte del entorno considera que hay que tener más paciencia porque los proyectos no se construyen de un día para otro.
Lo que suceda este domingo en el Santiago Bernabéu marcará el termómetro del momento del Barcelona. Un triunfo elevaría la moral de un equipo que ha quedado muy tocado psicológicamente. Pero una derrota devolvería al presente con toda su fuerza sensaciones que el club azulgrana ya pensaba que había dejado en el pasado.