Qué viejos tiempos, cuando en España la música latina era una cosa exótica que nadie sabía bailar sin hacer el ‘ridi’. Ya lo dijo hace años don Juan Luis Guerra, sin duda uno de los principales catalizadores del cambio de percepción culminado en la pasada década: «En 1990 nadie bailaba merengue en vuestro país, yo tuve que enseñarles». En aquel año el cantante dominicano era un artista reconocido al otro lado del charco, pero fue aquí donde se descubrió a sí mismo como una estrella internacional, donde aprendió a estar un mes entero de gira llenando plazas de toros un día tras otro y apareciendo en la tele día sí día también, y además colándonos letras más lúbricas que las del reguetonero más calenturiento.
«Lo que sucedió en España en los noventa fue uno de los momentos más importantes de nuestra carrera artística, cada concierto era una gran fiesta, con las canciones coreadas de arriba abajo y un público entregado que nos coronaba de favores», rememora ahora con ABC días antes de regresar con su banda 4.40.
El radar de Juan Luis Guerra, siempre atento a todo lo que sobrevuela el espacio latino, ha captado en los últimos tiempos dos señales potentísimas procedentes de España. «Rosalía es digna de análisis musical. Hizo el álbum del año tanto en producción, arreglos, sonido y por su hermosa voz», asegura. «Y a C. Tangana lo conocí en su participación en los Grammy Latinos. Me pareció el momento estelar de la noche. Luego busqué su Tiny Desk en YouTube y quedé impresionado, sobre todo con la forma genial con que supo mezclar patrones de bachata con flamenco. En su disco hay voces exquisitas y la participación de mi querido Antonio Carmona, sus hijas y el sobrino Juan, ¡qué más se puede pedir!».
Cuando lean lo que Guerra dice sobre ellos, es probable que a Rosalía y Puchito les dé un buen subidón. Y es que pocas leyendas de la música latina provocan un respeto tan poderoso, incluso de megaestrellas del calibre de Juanes, a quien puede verse en un reciente documental temblando de miedo cuando le presentó una versión que hizo de ‘La bilirrubina’. «Juanes es mi hermano menor», dice Guerra entre risas al recordar el momento. «Su versión me gustó mucho desde el primer momento que la escuché. Siempre está buscando la excelencia en todo lo que hace, por eso al pasar de los años está cantando y tocando mejor que nunca. Tengo una gran admiración por su música y el privilegio de contar siempre con su amistad».
Ahora que ha visto cómo su influencia ha llegado a cotas impensables con efectos inimaginables, Juan Luis Guerra asegura que va a continuar la senda de «aprendizaje» iniciada con el baño de modernidad de ‘Literal’, e incluso desearía tener una máquina del tiempo para darle otro sonido a sus primeros discos. «¡Creo haría diferente muchas cosas!», exclama. «En el aspecto tecnológico y también en el modo de orquestar, ¡el músico nunca deja de aprender!».
Fuente: ABC