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Un golpe cada 6 años: la trágica historia de derrocamientos y convulsión social del Ecuador

Un golpe cada 6 años: la trágica historia de derrocamientos y convulsión social del Ecuador

Infobae.- Ecuador se separó de la Gran Colombia el 13 de mayo de 1830. Desde entonces han pasado 192 años, 20 constituciones y 35 golpes de Estado. ¿Se puede decir que Ecuador es un país rico en conflictos políticos, nuevas apuestas institucionales y convulsión social?

Desde el lunes 13 de junio de este año, Ecuador experimenta, según varios analistas, un intento de golpe de Estado que podría diluirse en los próximos días o tomar otros rumbos inesperados. El presidente Guillermo Lasso ha manifestado su deseo de dialogar con los actores movilizados en las protestas masivas que se han tornado violentas, mientras que los líderes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador han denunciado excesos policiales, violaciones a los Derechos Humanos de los manifestantes y la imposibilidad de negociar en estas condiciones.

Desde su autonomía política, el Ecuador ha experimentado, en promedio, un golpe de Estado casi cada 6 años. Si en el Ecuador los periodos de gobierno duran cuatro años, esto sugiere que, en teoría, por cada periodo y medio de ejercicio presidencial hubo una protesta que puso en vilo la continuidad del régimen en funciones.

Pero no todas las intentonas golpistas tuvieron éxito. La Historia Política del Ecuador cuenta que la mitad de estas fueron fallidas y la otra mitad fueron exitosas. Sin embargo, los tres golpes de Estado ocurridos después del retorno a la democracia en 1978 fueron exitosos. ¿Qué aprendizajes se puede extraer de la Historia al momento de buscar luces sobre la actual situación de convulsión social en Ecuador?

Desde 1830, el Ecuador o el Departamento del Sur que consistía en los antiguos dominios territoriales de la Audiencia de Quito, estaba bajo el mando del general Juan José Flores, quién posteriormente sería nombrado jefe supremo en la naciente República de Ecuador. Desde entonces hasta 1845, Flores resistió a tres intentonas golpistas hasta 1834 y a partir de allí protagonizó dos autogolpes exitosos hasta sufrir un golpe exitoso que lo marginó del poder.

La república apenas se encontraba en formación y las principales disputas internas se explicaban en la oposición a separarse de Colombia, a las facultades extraordinarias que recibían los presidentes y que eran concedidas por los Congresos con la intención de poner en orden las fuerzas sociales del naciente país y sobre la organización política del Estado en las sucesivas constituciones elaboradas por las asambleas constituyentes.

En esta época, los conflictos fueron generalmente militares como Revolución de los Chihuahuas de 1833 en Guayaquil, la Batalla de Miñarica de 1835 en Ambato que enfrentó a dos facciones del ejercito regular, o la Revolución de marzo de 1845, primer movimiento armado civil, que depuso a Juan José Flores y encumbro a nuevos actores en la escena de la política, como Vicente Ramón Roca. Sin embargo, Flores no dejó de tener influencia en los gobiernos hasta 1850 hasta que Diego Robles ascendió a la presidencia por la vía de sucesivas rebeliones militares y, especialmente, en 1851 cuando se produjo la Revolución de julio.

Después de esta experiencia y a partir de 1859, el presidente Francisco Robles sufrió sucesivas intentonas golpistas por el Tratado de Mapasingue que cedía posesiones amazónicas al Perú y por el traslado de la sede del gobierno de Quito a Guayaquil. En estas circunstancias, Flores reapareció para impulsar a Gabriel García Moreno como nuevo actor político, quien encabeza un gobierno provisorio y triunviral. Desde 1860 hasta 1865 y desde 1869 hasta 1875, García Moreno ejerció la presidencia del Ecuador.

Entre 1859 y 1865, sucedieron cinco golpes de Estado fallidos, cuatro de estos los resistió García Moreno. Uno sucedió tras la ausencia de Francisco Robles que abandonó el país y que produjo la declaratoria de autonomías regionales en todo el país, otra impulsada por Eloy Alfaro, personaje liberal que se opuso al conservadurismo de García Moreno, y uno más que tenía por objetivo asesinar al presidente. Manuel Tomás Maldonado no pudo cumplir con su objetivo magnicida y fue fusilado el 30 de agosto de 1864. Dos golpes más fueron resistidos por García Moreno, ambos protagonizados por José María Urbina que estuvo apoyado militarmente por ejércitos del Perú y que fueron derrotados por el Ejercito del Ecuador en la sureña provincia de El Oro.

García Moreno dejó el poder en 1865 y participó en un golpe de Estado exitoso en contra de Javier Espinosa que restaba importancia al reagrupamiento de fuerzas militares de José María Urbina. En 1869, García Moreno ejerció de facto la presidencia de Ecuador y resistió dos golpes, en marzo y diciembre del mismo año.

El presidente conservador se había convertido en un experto para desarmar los golpes de Estado en su contra y sus opositores concertaron que la única forma de sacarlo del poder era asesinándolo. Con esta inspiración, el 6 de agosto de 1875, los tristemente célebres Faustino Rayo, Abelardo Moncayo, Manuel Cornejo Astorga, Manuel Polanco Carrión entre otros que nunca pudieron descubrirse, asesinaron a García Moreno.

Desde este momento ocurre una constante disputa por el poder entre liberales y conservadores que produce alternativamente intentos fallidos como exitosos de deponer a los gobiernos. Este periodo se conoce como progresismo, hasta que Eloy Alfaro llega al poder y se funda una etapa de gobiernos liberales.

En 1867 se produjo un golpe para derogar la constitución garciana, y en 1880 los liberales buscaron deponer a un progresista Ignacio de Veintemilla que en 1882 protagonizó un exitoso autogolpe para permanecer en el poder. Entre 1882 y 1883, de Veintemilla, convertido en presidente de facto, es derrocado por una coalición de fuerzas políticas y militares que consigue instalar una Asamblea Constituyente, expedir la X Constitución del Ecuador y nombrar a José María Plácido Caamaño como presidente interino y que en 1884 resistió exitosamente al golpe impulsado por la Revolución de los Chapulos en la provincia de Los Ríos y que tuvo otras intentonas posteriores en Manabí y Loja.

Entre febrero y junio de 1895, los liberales de Alfaro dirigieron sus dardos en contra de Luis Cordero Crespo y de su sucesor, Vicente Lucio Salazar. Aunque en marzo fracasaron, en junio conquistaron la victoria militar en lo que se denomina en Ecuador como la Revolución Liberal que instala una Asamblea en Guayaquil y nombra a Eloy Alfaro como presidente interino. Un año después se instaló una Asamblea Constituyente que redactó la XI Constitución, se gira al liberalismo económico y político, y se nombra presidente constitucional a Alfaro.

Alfaro derroca a su coideario Lizardo García en 1905. A los alfaristas no les gustaban los moderados y querían radicalizar las reformas. Alfaro fue presidente del Ecuador en dos ocasiones en períodos que comprenden entre 1895 a 1901 y 1906 a 1911. Después de nueve años en el poder tenía que ceder el puesto a Emilio Estrada. Con argucias, Alfaro intentó conseguir la renuncia de Estrada y prorrogarse en el poder. Víctor Emilio Estrada, hijo del presidente electo, consiguió el apoyo de la guarnición militar de Quito, la captura y renuncia de Alfaro y su exilio a Panamá.

El 9 de julio de 1925 se produjo la Revolución Juliana comandada por militares jóvenes de vocación nacionalista y radical, que se opuso a los gobiernos liberales de la aristocracia bancaria de Guayaquil. La Revolución Juliana dejo en el poder a dos juntas militares, hasta que en 1928 convocan a una Asamblea Constituyente que redacta la XII Constitución y encarga el poder a Isidro Ayora, el presidente que es recordado en la Historia por haber completado la revolución liberal y la más importante reforma institucional del país.

Desde que Isidro Ayora dejó el poder en 1931 hasta el año 1972 no se volvieron a producir nuevas intentonas golpistas por vías violentas. Fueron más de cuatro décadas de la instalación del Estado de derecho, apuntalados por un gobierno moderado y reformista.

Cuenta a parte son las destituciones de José María Velasco Ibarra, por cinco veces presidente del Ecuador entre 1934 y 1972. En tres de estas ocasiones, el presidente Velasco Ibarra fue destituido de su cargo por mayorías congresales, hasta que el 15 de febrero de 1972 los militares perpetraron un golpe de estado. El comandante general del Ejército, Guillermo Rodríguez Lara, asumió el poder proclamó una revolución nacionalista.

Desde el retorno democrático de 1978, todos los golpes de Estado fueron exitosos y arrancaron en 1997 cuando muchedumbres en todo el país marcharon para deponer al presidente populista Abdalá Bucaram, elegido en el balotaje de 1996 con el apoyo de toda la izquierda militante del país. Se quedó encargado del poder el presidente del Congreso Nacional, Fabián Alarcón, que convocó a una Asamblea Constituyente que expidió la XIX Constitución del Ecuador y que entró en vigor con el mandato de Jamil Mahuad, elegido presidente en 1998 y derrocado en 2000. La rebelión fue protagonizada por militares de rango medio y por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador.

Lucio Gutiérrez, uno de los protagonistas del golpe de Estado de 2000, se convirtió en presidente del Ecuador en 2003 aunque su mandato fue interrumpido en 2005 por la Rebelión de los Forajidos. El levantamiento fue una movilización compuesta mayoritariamente por quiteños de clase media que forzó el apoyo de las Fuerzas Armadas, la destitución de Gutiérrez y la sucesión constitucional.

La Historia Política de los golpes de Estado en Ecuador nos deja algunas reflexiones, dudas y certezas. Los periodos de mayor inestabilidad política estuvieron dominados por la polarización de los sectores que buscaban acceder por la fuerza al poder. Mientras que los 66 años de estabilidad estuvieron marcados por el pluralismo, la tolerancia, la moderación, el respeto a las instituciones y a la democracia liberal.

El gobierno de Guillermo Lasso hoy pasa por este desafío que resulta recurrente. Sus adversarios políticos quieren reemplazarlo en un clima de inequidades, pobreza y falta de oportunidades.

Esta mirada general de los sucesos indica que es urgente para el presidente Lasso fortalecer el frente político e integrarlo con expertos en conflicto y la negociación, apostar por el pluralismo para la edificación de los acuerdos y tomar en cuenta a todos, desde los empresarios hasta los trabajadores, desde los campesinos hasta los ciudadanos. Pero también necesita apuntalar su liderazgo y, en cuanto supere esta crisis, deberá impulsar una reforma política que expulse del sistema partidario a las organizaciones políticas constituidas con el único fin de atentar a la democracia y a la paz.

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