El gigante estadounidense de la cosmética Revlon se ha declarado en bancarrota este miércoles por la noche al no poder hacer frente a sus deudas de 3.700 millones de dólares (unos 3.500 millones de euros).
La compañía, propiedad del multimillonario Ron Perelman se ha acogido a la legislación concursal (el llamado capítulo 11 en Estados Unidos) en un juzgado de Nueva York.
Desde hace unos días se especulaba con la posibilidad de que la empresa suspendiese pagos y las acciones han vivido en una montaña rusa desde hace una semana. El pasado viernes la cotización sufrió una caída récord del 52%, seguida por otra del 42,5% este lunes.
En cambio, el martes se apuntó un ascenso del 60% y el rebote continuó este miércoles, con una recuperación del 20,8%. Aun así, en conjunto, las acciones han pasado de 4,07 a 2,16 dólares en cuatro sesiones. La capitalización bursátil o valor de la empresa en Bolsa, se ha hundido hasta solo 123 millones de dólares.
La compañía declara que tiene unos activos de 2.300 millones de dólares, insuficientes frente a sus deudas de 3.700 millones. La empresa cerró el ejercicio 2021 con una facturación de 2.079 millones de dólares y unas pérdidas de 207 millones. El año anterior perdió más de 600 millones y lleva varios ejercicios en números rojos.
La pandemia golpeó con dureza las ventas de la compañía, que también se ha visto sacudida por los problemas en la cadena de suministro y por la fuerte inflación, que ha elevado sus costes más de lo que ha sido capaz de crecer en ventas. Además, ha ido perdiendo terreno a manos de marcas nuevas más activas en las redes sociales y con referentes de estilo.
El procedimiento de bancarrota permite a la empresa seguir funcionando mientras reestructura su pasivo. La empresa había sido incapaz de refinanciar su deuda. Ron Perelman es el presidente de la empresa y Debbie Perelman, la hija que tuvo con la primera de sus cinco esposas tras adoptar a otros tres niños, es la consejera delegada, la primera mujer en acceder a ese cargo en los 90 años de historia de la empresa.
Revlon fue fundada en Nueva York en 1932, en plena Gran Depresión, por dos hermanos judíos de origen estadounidense, Charles Revson y Joseph Revson, junto con el químico Charles Lachman, de quienes viene el nombre de la empresa. Su producto fundacional fue un esmalte de uñas innovador que tuvo un gran éxito.
A sus productos de manicura añadió más tarde las barras de labios. Tras la Segunda Guerra Mundial ya era el segundo productor de cosméticos de Estados Unidos. Empezó la expansión internacional y una carrera de adquisiciones que convirtieron a la compañía en un gigante mundial de la cosmética.
El holding de Perelman, MacAndrews & Forbes, compró Revlon en una polémica operación en 1985, financiando la operación con deuda de baja calidad con la ayuda de Michael Milken, el rey de los bonos basura. Esa deuda lastró a la compañía durante años. Pero cuando la empresa estaba más saneada se lanzó en 2016 a la compra de Elizabeth Arden, de nuevo financiando la operación con deuda.
Desde entonces ha ido salvando como podía sus compromisos financieros. El propio Perelman se ha ocupado en ocasiones de inyectar dinero en la compañía para esquivar la bancarrota. Hasta esta vez.
En 2020 y 2021 fue objeto de una peripecia financiera muy sonada cuando Citigroup transfirió por equivocación cerca de 900 millones de dólares de sus propios fondos, en vez de un pago de 7,8 millones de dólares de intereses a los acreedores de la compañía Revlon.
Parte de quienes recibieron el dinero, que constituía el principal del préstamo, en lugar de los intereses, pleitearon para quedarse los fondos y un tribunal les dio la razón, generando pérdidas de unos 500 millones de dólares a Citigroup. El fallo del tribunal está recurrido.