Al igual que las características geológicas naturales del lecho marino, los naufragios de madera crean hábitats en los que pueden habitar los microbios de las profundidades marinas. Hábitats aptos para que la macrobiota, la meiobiota y la microbiota generen microecosistemas potencialmente únicos, estos espacios son propicios para que habiten diferentes especies.
Un nuevo estudio, realizado por especialistas de la Escuela de Ciencias e Ingeniería Oceánicas de la Universidad del Sur de Mississippi, en Estados Unidos, dio a conocer y confirmó este proceso, anteriormente teorizado. Además, analizaron cómo los naufragios históricos de cascos de madera impactan en la dispersión de biopelículas microbianas que colonizan la madera, siendo que millones de éstos se encuentran esparcidos por los océanos del mundo, creando cada uno un hábitat y un microecosistema potencialmente único.
La madera llega al lecho marino de fuentes naturales y por causas humanas como los naufragios. En un informe recientemente publicado en Frontiers in Marine Science, los científicos norteamericanos advirtieron que sus descubrimientos sobre el comportamiento de estos microbios “son la primera evidencia de cómo las estructuras humanas están afectando la distribución de microbios en el fondo del mar profundo”.
Los detalles del hallazgo
Al igual que las características geológicas naturales del lecho marino, los naufragios de madera crean hábitats en los que pueden habitar los microbios de las profundidades marinas. Si bien se sabía que los naufragios de madera pueden albergar enormes comunidades de vida macroscópica dentro de los cascos, había muy pocos datos sobre los microbios que también habitan en estas estructuras.
“Es importante conocer y comprender las comunidades microbianas porque brindan evidencia temprana y clara de cómo las actividades humanas cambian la vida en el océano -explicó una de las autora del documento, Leila Hamdan-. Los científicos oceánicos saben que los hábitats naturales, algunos de los cuales han estado presentes durante cientos o miles de años, dan forma a la biodiversidad de la vida en el fondo marino”.
Dado que los microbios son la base de las cadenas alimentarias de los océanos, comprender cómo las estructuras hechas por el hombre (incluidos los naufragios) pueden afectar su diversidad puede enseñarnos mucho sobre cómo proteger mejor los océanos. Según estimaciones de la UNESCO, hay hasta tres millones de naufragios en todo el mundo, la mayoría de los cuales son de madera.
Como estudio inicial de la vida microbiana alrededor de esos sitios, Hamdan y sus colaboradores eligieron dos veleros de madera que se hundieron en el Golfo de México a fines del siglo XIX. Se recogieron muestras de estos ellos colocando trozos de madera de pino y roble a varias distancias (0-200 metros) de los naufragios y dejándolos allí durante cuatro meses. Después de la recuperación, estas piezas de madera se analizaron para determinar su contenido de bacterias, arqueas y hongos mediante secuenciación de genes.
El tipo de madera utilizada tuvo el mayor impacto en la diversidad de bacterias observadas en las muestras de microbios (el roble era más del agrado de estas diminutas criaturas que el pino), aunque tuvo una influencia mucho menor en la diversidad de arqueas y hongos. Mientras tanto, la mayor influencia individual en la diversidad general de especies identificadas en las muestras fue la proximidad al sitio. Sorprendentemente, sin embargo, no fueron los más cercanos a los naufragios los que mostraron mayor variedad, sino los que se encontraban a unos 125 metros de los barcos derribados.
“Este trabajo es el primero en mostrar que los hábitats construidos (lugares o cosas hechas o modificadas por humanos) también impactan en las películas de microbios (biopelículas) que recubren estas superficies. Estas biopelículas son, en última instancia, las que permiten que los hábitats duros se transformen en islas de biodiversidad”, continuó la especialista. En general, el equipo explicó que la presencia de naufragios tiene un impacto significativo en la riqueza microbiana de su área circundante, con cambios importantes en la composición y dispersión del biofilm. “Los factores ambientales, como la profundidad y la disponibilidad local de nutrientes, también influyeron en el comportamiento de las biopelículas en el lugar de un naufragio”, agregó el equipo en su documento.
Aunque la investigación actual se centra en los naufragios de madera, los autores señalan que muchas de las estructuras submarinas hechas por el hombre de hoy en día están hechas de metal: las plataformas o los oleoductos de petróleo y gas, por ejemplo, están esparcidos por todo el mundo. Se necesitarán más investigaciones para comprender el impacto de tal estructura también. “Si bien somos conscientes de que los impactos humanos en el lecho marino están aumentando a través de los múltiples usos económicos, el descubrimiento científico no sigue el ritmo de cómo esto da forma a la biología y la química de los paisajes naturales bajo el mar -concluyó Hamdan-. “Esperamos que este trabajo inicie un diálogo que conduzca a la investigación sobre cómo los hábitats construidos ya están cambiando las profundidades del mar”.
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