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Muerte de Trujillo fue un magnicidio, no un ajusticiamiento

Ajusticiamiento es la “ejecución de una persona en cumplimiento de una sentencia de muerte”, lo que abre un debate respecto al uso de la terminología jurídica usada por décadas para referirse a la trama que terminó con la vida de Rafael Leonidas Trujillo, hace ya 61 años.

El reconocido abogado Cándido Simón Polanco deja claro que jurídicamente es incorrecto utilizar ajusticiamiento y más bien, plantea que lo adecuado es hablar de “magnicidio”, porque se trató del asesinato de un hombre de Estado.

Sin embargo, el antropólogo e historiador, Edwin Aristy,  afirmó que socialmente si es correcto referirse al ajusticiamiento de Trujillo porque, con su muerte, la sociedad dominicana logró hacer justicia contra un tirano, mediante las manos de los que participaron en el complot para asesinar “al jefe”, el 30 de mayo de 1961, en el Malecón de Santo Domingo.

ASESINATO O MAGNICIDIO.  Polanco plantea que a la luz del derecho, lo sucedido con el hombre que gobernó con mano de hierro durante 30 años en RD, fue un asesinato, donde hubo premeditación, asechanza, emboscada y un plan bien diseñado para terminar con su vida, por gente que, en su mayoría,  había compartido su régimen despótico.

“El concepto de ajusticiamiento está sujeto a la ejecución de una persona en ocasión de una orden judicial. En este caso, ajusticiamiento significaría: no que es justo que lo hayan matado, sino que la Justicia lo haya ordenado y en el caso de Trujillo, la Justicia no ordenó, ni se atrevió hacerlo en esa ocasión”, afirmó Polanco.

Por tal motivo, estima que lo ocurrido con Trujillo fue un magnicidio, que jurídicamente significa: cuando se ejecuta un homicidio en contra de un hombre de Estado y aunque Trujillo no era presidente de la República en el momento de su muerte, seguía siendo un hombre de Estado y era comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

El jurista puso como ejemplo de lo que es un ajusticiamiento, lo ocurrido con el presidente de Italia Benito Mussolini, que el pueblo lo juzgó y lo condenó a muerte.

También es ajusticiamiento, la pena de muerte que aplica la Justicia en muchos estados de Estados de Estados Unidos, que anteriormente se llamaba ejecución. También los fusilamientos de militares, porque lo ordena el comandante de un regimiento, que actúa como juez y ordena la muerte de un soldado.

“Con el ajusticiamiento, es la Justicia la que decide si una persona muere.  En el caso de la muerte de Trujillo, lo que hubo fue un asesinato, porque fue premeditado, planificado, concebido y emboscado para matarlo, de manera que estrictamente, desde el punto de vista jurídico, sin que esto implique que tuviera de acuerdo con el régimen que no viví”, manifestó.

DÉSPOTA, NO DICTADOR. Para el abogado Polanco en término jurídico y político tampoco es correcto referirse al régimen como una dictadura, si como un sistema despótico.

“Trujillo no era un dictador: era un déspota. El déspota, es aquel que hace las cosas para conveniencia propia, conforme a la ley, y si la ley no le conviene, la manda a acomodar”, puntualizó.

En tal sentido, dijo que Trujillo no robaba propiedades a particulares, sino que procedía a declararla de utilidad pública y pagaba el “justo precio, como lo establecía la Ley Inmobiliaria de 1947.

No obstante explicó, que el precio pagado no era justo, porque el pago que daba el mandatario era de un peso y se debía coger prácticamente de manera obligatoria, porque entonces era declarado enemigo del régimen y había consecuencia.

Manifestó que a diferencia del déspota, el dictador actúa arbitraria y autoritariamente, al margen de la ley y Trujillo actuaba conforme a las leyes aprobadas por el Congreso que este dominaba.

AJUSTICIAMIENTO SOCIAL. El antropólogo e historiador Aristy tiene un punto de vista diferente a la óptica jurídica para referirse al complot mediante el cual su puso fin a la vida de Trujillo.

Por tal motivo, si estima que es apropiado referirse al ajusticiamiento de Trujillo, porque con su muerte, la población hizo justicia con sus manos.

Aristy pondera que hubo justicia con la muerte de Trujillo, aunque no lo hayan llevado a un juicio o su muerte la decidiera un tribunal.

“Desde el punto de vista del pueblo, de la gente, lo que se hizo con Trujillo fue ajusticiarlo por todas las barbaridades que cometió, todas las familias que mutiló, las que desapareció” indicó.

Estima que en el caso de la muerte de Trujillo no puede analizarse en términos jurídico, porque se trató de un dictador que no había otra manera de acabar con su vida, que no fuera como lo hicieron los complotados del 30 de mayo del 1961.

Trujillo fue muerto tras una emboscada realizada en la avenida que hoy lleva el nombre de 30 de Mayo, alegórica a esa fecha histórica.

Participaron Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barreras Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá, Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño y Roberto Pastoriza.

Los colaboradores del régimen, colocaron en los periódicos de la época anuncios llamando criminales a los que ultimaron al tirano y sugiriendo su denunciar su paradero.

 

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