Las investigaciones confirman lo que saben los amantes de los perros: cada cachorro es realmente un individuo.
Muchos de los estereotipos populares sobre el comportamiento de los golden retrievers, caniches o schnauzers, por ejemplo, no están respaldados por la ciencia, según un nuevo estudio.
“Hay una gran cantidad de variación de comportamiento en cada raza y, al final del día, cada perro es realmente un individuo”, dijo la coautora del estudio y genetista de la Universidad de Massachusetts, Elinor Karlsson.
Ella dijo que a los dueños de mascotas les encanta hablar sobre la personalidad de su perro, como lo ilustran algunos dueños en un parque para perros de Nueva York.
Elizabeth Kelly dijo que su springer spaniel inglés era “amigable, pero también es una especie de abeja reina”. Suly Ortiz describió a su labrador amarillo como “realmente tranquilo, perezoso y tímido”.
Y el perro mestizo de Rachel Kim es “un montón de perros diferentes, en cuanto a personalidad: súper independiente, muy cariñoso conmigo y con mi esposo, pero bastante desconfiado de otras personas, otros perros”.
Ese tipo de entusiasmo de los dueños de mascotas inspiró la última investigación científica de Karlsson. Quería saber en qué medida se heredan los patrones de comportamiento y en qué medida se asocian las razas de perros con comportamientos distintivos y predecibles.
La respuesta: si bien los rasgos físicos como las patas largas de un galgo o las manchas de un dálmata son claramente heredados, la raza no es un fuerte predictor de la personalidad de ningún perro en particular.
El trabajo de los investigadores, publicado el jueves en la revista Science, reúne un conjunto de datos masivo para llegar a estas conclusiones, la mayor cantidad jamás compilada, dijo Adam Boyko, genetista de la Universidad de Cornell, que no participó en el estudio.
Los perros se convirtieron en el mejor amigo de la humanidad hace más de 14.000 años, como el único animal domesticado antes del advenimiento de la agricultura.
Pero el concepto de razas de perros es mucho más reciente. Hace alrededor de 160 años, las personas comenzaron a criar perros de forma selectiva para que tuvieran ciertos rasgos físicos consistentes, como la textura y el color del pelaje y la forma de las orejas.
Los investigadores encuestaron a más de 18.000 dueños de perros y analizaron los genomas de unos 2150 de sus perros para buscar patrones.
Descubrieron que algunos comportamientos, como aullar, señalar y mostrar amabilidad a los extraños humanos, tienen al menos alguna base genética. Pero esa herencia no se transmite estrictamente a lo largo de líneas de raza.
Algunas razas, como los perros esquimales y los beagles, pueden mostrar una mayor tendencia a aullar. Pero muchos de estos perros no lo hacen, como mostraron tanto la encuesta de propietarios como los datos genéticos.
Los investigadores no pudieron encontrar una base genética para los comportamientos agresivos ni un vínculo con razas específicas.
“La correlación entre el comportamiento del perro y la raza del perro es mucho más baja de lo que se esperaba”, dijo Jeff Kidd, genetista de la Universidad de Michigan, que no participó en la investigación.