Es cada vez más frecuente escuchar a famosas arrepentirse de las operaciones de cirugía estética o los retoques a los que se han sometido. La última en hablar de su experiencia fue la actriz Ashley Tisdale, pero hay más: la mismísima Jane Fonda anunció recientemente que su objetivo es abandonar la cirugía y aceptarse tal y como es.
En la misma línea, Nicole Kidman, Cameron Diaz y Courteney Cox afirman que el botox les robó expresividad y cambió sus rostros más de lo que les hubiera gustado.
Ahora, fue la más chica de las hermanas Hadid, Bella, la que se sumó a ese grupo. Durante una conversación con la revista Vogue, la modelo afirmó que no había revelado previamente que se había hecho una cirugía plástica. Y si bien muchos podían ver el cambio, ella sólo confesó que a los 14 años se operó la nariz y ahora se arrepiente.
La joven, mitad holandesa y mitad palestina, dijo sobre su cirugía plástica: “Ojalá hubiera conservado la nariz de mis antepasados. Creo que me hubiera acostumbrado”.
Y aunque ha recibido señas de sorpresa por haberlo hecho a los 14 años, actualmente no existen leyes específicas sobre la cirugía estética en los Estados Unidos, pero la rinoplastia se puede realizar cuando la nariz ha completado el 90% de su crecimiento, lo que puede ocurrir a partir de los 13 años en las niñas.
“La gente piensa que jodí completamente mi cara por una foto mía de cuando era adolescente y donde se me veía hinchada. Estoy bastante segura de que no te ves igual ahora que cuando tenías 13, ¿verdad? Nunca he usado relleno. Pongamos fin a eso. No tengo ningún problema con ello, pero no es para mí. Quien piense que me he levantado los ojos o como se llame, ¡es cinta facial! El truco más antiguo”, sostuvo la estadounidense al respecto.
No es raro que los adolescentes se sometan a procedimientos cosméticos. Según la Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos y Reconstructivos, en 2017 se realizaron casi 230.000 cirugías estéticas en adolescentes de 13 a 19 años, y algunos de hasta 15 años incluso están documentando sus cirugías plásticas en las redes sociales.
De acuerdo con el doctor Steven Pearlman, un cirujano plástico facial certificado por la junta, es legal realizar una cirugía plástica en cualquier persona menor de 18 años, siempre que un padre o tutor legal consienta. Sin embargo, algunos expertos advierten que puede ser “perjudicial” y “preocupante” para los adolescentes menores de 18 años someterse a procedimientos cosméticos mientras sus cuerpos aún se están desarrollando.
“Las chicas de hoy en día viven en una cultura con tanta presión para cambiar su apariencia, ya sea maquillándose o algo más extremo como la cirugía estética”, dijo en diálogo con USA Today Leora Tanenbaum, feminista y autora de I Am Not a Slut. “Pero en lugar de juzgar o avergonzar a las personas, debemos pensar más colectivamente sobre las presiones que enfrentan las mujeres jóvenes para verse de cierta manera”.
Para algunos, los procedimientos cosméticos pueden proporcionar un impulso de confianza que es especialmente crítico para aquellos que carecen de autoestima o son acosados. Pearlman dice que en su experiencia con pacientes jóvenes, “es más frecuente que el impacto psicológico de una rinoplastia, como la mejora de la autoestima, supere los cambios físicos de su nariz”.
Sin embargo, advierte que los adolescentes deben ser lo suficientemente maduros emocionalmente para entender las complicaciones que conlleva la cirugía. Aunque no hay riesgos adicionales para los ellos, los efectos secundarios potenciales de una operación de nariz, por ejemplo, incluyen sangrado, infección, mala cicatrización de la herida o cicatrices, según la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos.
“Algunos adolescentes son más maduros psicológicamente que otros, pero es importante tener en cuenta que su desarrollo cerebral no está en un punto en el que realmente puedan pensar en las implicaciones a largo plazo y no son capaces de apreciar plenamente cuáles pueden ser las consecuencias”, explicó Diana Zuckerman, presidenta del Centro Nacional de Investigación en Salud.
Además, las investigaciones demuestran que las adolescentes de entre 13 y 19 años son especialmente vulnerables a la presión de sus compañeros y tienen más probabilidades de tener una fijación poco saludable con la belleza física, lo que puede llevar a algunas a someterse a procedimientos de los que luego se arrepentirán. “Probablemente no haya nadie tan acomplejado como una chica de 14 años”, subrayó Zuckerman. “Algunas personas tienen rasgos que pueden acomplejarlas y puede ser psicológicamente debilitante, pero también es cierto que a medida que la gente envejece, se vuelve menos acomplejada y su rostro se hace más atractivo”.
Una “situación sin salida”
Aunque la decisión de someterse a una operación de cirugía plástica puede resultar estimulante, los expertos afirman que la comercialización de estos procedimientos entre los jóvenes no lo es. Al contrario, casi siempre es perjudicial cuando las redes sociales y los influencers imponen un modelo de belleza imposible a los adolescentes. “El mensaje actual es: ‘Este es el aspecto que se supone que debes tener, y si no lo tienes, hay que arreglarlo’”, añadió Zuckerman. “Y a menudo estos adolescentes ni siquiera consideraron estos rasgos como ‘imperfecciones’ hasta que se les señalaron”.
Esto es un síntoma de lo que los expertos denominan “cultura de la vigilancia”, en la que la apariencia física se vigila y juzga constantemente: las personas que se desvían de los cánones de belleza tradicionales son presionadas para que cambien, mientras que a las que se ajustan se les dice que siempre hay algo más que mejorar.
“En el caso de las mujeres, habla del hecho de que existimos en este espacio imposible en el que tenemos que ser reales pero no demasiado reales. Tenemos que realzar nuestra apariencia, pero si la realzamos ‘demasiado’, entonces no somos auténticas”, dijo Tanenbaum, y lo calificó de “situación sin salida”.
“Para los menores y los padres que estén pensando en hacerse estos procedimientos, piensen en el precio que van a pagar socialmente al tomar esta decisión. Porque para cada individuo, no importa lo que le empodere personalmente, eso fortalece y refuerza la presión para todos los demás”, añadió.
En última instancia, es el adolescente y sus padres quienes deben tomar una decisión informada sobre la cirugía plástica. Pero en un mundo ideal, Zuckerman espera que los cirujanos plásticos y los profesionales utilicen su discreción para no realizar procedimientos cosméticos en los adolescentes.
“Creo que lo mejor para los padres y los hijos es retrasar esas decisiones, en parte porque los estándares que tenemos sobre lo que es bello probablemente cambiarán… pero sé que los padres pueden sentirse presionados por sus hijos adolescentes, y sólo quieren que sus hijos sean felices. Así que sería estupendo que los cirujanos tuvieran algún tipo de decisión ética básica de negar ciertos tipos de cirugías hasta que el adolescente sea mayor de edad, como mínimo 18 años”, concluyó.
Los “sí” y los “no” de una práctica polémica con excepciones
“Hoy en día las pacientes comienzan sus consultas a partir de los 16, 17 años y si bien lo ideal es no realizar cirugías estéticas en menores de 18 años, todo tiene sus excepciones”, comenzó a explicar a Infobae el médico especialista cirugía plástica, estética y reconstructiva Fernando Felice (MN 108.614).
En ese sentido, el especialista destacó que “hay casos en los que se realizan cirugías estéticas en niños o adolescentes de 13, 14 años, que tienen problemas físicos que los acomplejan”. Y ejemplificó: “Las orejas en asa u orejas desplegadas hacia adelante, narices que tienen aspecto de ‘gancho’, se encuentran caídas o poseen una jiba y mentones que están muy hacia adelante -o atrás- son algunos de los casos de excepción que se presentan a edades tempranas”.
“Se trata de cualidades físicas que son motivos de burla y es por eso que se recomienda operar para evitar que ese niño tenga traumas psicológicos durante su desarrollo”, apuntó Felice, quien aclaró que “las orejas completan el total desarrollo a los seis años”. Otro caso en el que está indicada la cirugía en menores de edad corresponde al de adolescentes varones que tienen la glándula mamaria desarrollada.
“Lo normal es que la glándula en el hombre esté involucionada, pero en ciertos casos, por alimentación, medicación o factores genéticos se puede desarrollar -explicó el especialista-. Es lo que se conoce como ginecomastia o adipomastia, si el contenido de esa mama es prioritariamente grasa”. Y tras describir que se trata de jóvenes que parece que tuvieran mamas, Felice remarcó que “son pacientes que se ven limitados en su vida social, suelen ir a la playa con remeras o no ir”. “El tratamiento es quirúrgico y es muy sencillo de solucionar”, agregó.
Existe otro caso de excepción llamado gigantomastia, que es el desarrollo en exceso de la glándula mamaria en mujeres, que ocurre generalmente en la adolescencia, con los cambios hormonales en pacientes menores de 18 años. “Este tipo de crecimiento mamario en exceso trae problemas físicos como dolores de espalda, adormecimiento de las manos, y al margen de esto lleva a las jóvenes a sentir incomodidad frente sus pares”, manifestó el especialista, quien enfatizó que “son chicas que tratan de tomar una postura que disimule su volumen mamario y llevan tórax hacia adelante como queriendo esconderse”.
En estos casos está indicada también una cirugía de reducción mamaria. Distinto es el caso de las mujeres que quieren aumentar su volumen mamario mediante el uso de prótesis a edades tempranas. “Siempre es recomendable que la cirugía de aumento mamario se realice a partir de los 18 años, porque la glándula mamaria completa su desarrollo a esa edad. Si se operan antes de esa edad, la prótesis ejercerá una presión sobre la glándula y terminará limitando su desarrollo”.
Influidos por la apariencia de personajes e influencers que siguen en las redes sociales, o bien por niveles de auto exigencias propias de la edad, lo cierto es que el perfil del consumidor de medicina estética varió hacia un público cada vez más joven de un tiempo a esta parte.
“Es claro que el consumo de la medicina estética aumentó de manera considerable en la población mundial. En el caso de los adolescentes este aumento se relaciona, por un lado, con la oferta y la accesibilidad y por el otro, con la demanda interna de acceder a imágenes e ideales”.
La licenciada en Psicología Patricia Martínez (MN 24.411) consideró que “las actuales son sociedades muy pendientes de la mirada del otro que repercute y condiciona la propia”, al tiempo que analizó: “La imagen que me devuelve el otro va a definir muchas veces cómo me veo. La mirada del otro es importante para todos y a cualquier edad. En la adolescencia, cuando todavía estamos en pleno proceso de construcción de nuestra personalidad, es muy importante generar identificaciones e ideales, más allá de la mirada de los otros”.
Para la especialista en familia del departamento de Crianza y Orientación a padres de Halitus Instituto Médico, “desde el lugar de padres es importante preguntarse y replantearse qué herramientas se le pueden dar a los chicos para que puedan abordar el crecimiento y el desarrollo generando imágenes de sí mismos más autónomas e independiente de la mirada excluyente y exclusiva del medio”.
Para la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44.247), “si bien siempre hay modas a las que todos, especialmente adolescentes, responden de alguna manera, las cirugías estéticas más allá de ser moda tienen un plus y es que cuando cambie la moda la persona habrá modificado algo de su cuerpo generalmente para siempre y para que esto no lleve a arrepentimientos habría que ver bien qué motivos llevaron a un o una joven a pasar por el quirófano antes de quizá haber intentado que trabaje en estar conforme con la imagen que tiene de su cuerpo y aceptarse más allá de los estereotipos, que la más de la veces son imposibles de cumplir”.
Consultada acerca de qué manera las redes sociales pueden influir en la autoestima de un adolescente, Martínez opinó que “lo que consumen en las redes es muy importante porque las redes marcan las coordenadas de la realidad en la cual se mueve el adolescente de hoy. Son las que definen los cánones estéticos, sociales e incluso culturales”.
“El consumo por la medicina estética es una oferta más entre otras a la que están sujetos los adolescentes de hoy -ahondó-. Este consumo no se limita solo a intervenciones quirúrgicas como rinoplastias, lipoaspiraciones o colocación de prótesis mamarias, también entra dentro de este universo los piercings, tatuajes, y toda la gama de transformaciones estéticas a las que suelen someterse. Si bien existen diferencias entre la exposición a la medicina estética y la amplia gama de transformaciones no médicas, la realidad es que desde lo subjetivo el proceso es muy parecido. Se trata de buscar recursos en el afuera para duelar el cuerpo infantil en pos de construir una imagen de un cuerpo adulto aceptado e incluso admirado socialmente”.
Ruda señaló que “en la pubertad y después en la adolescencia los cuerpos van cambiando. Lamentablemente aún hoy sigue habiendo ciertos estándares de belleza, que van cambiando según la época pero que no van del lado del cuerpo ‘común’ (tanto los masculinos como los femeninos) lo que genera angustia y altera el modo en el que cada uno se mira y mira al otro”.
“Es importante que en las casas desde el discurso del adulto no haya comentarios en relación a los cuerpos donde se dejen ver expectativas sobre cómo debería ser, ya sea del propio cuerpo como en el de nuestros hijos”, consideró la especialista, para quien “el mejor ejemplo para los hijos es que el adulto se muestre (y se sepa) conforme con su cuerpo”.
En ese sentido, para ella, comentarios del tipo “estoy gorda”, “tengo panza”, “odio mi nariz” que los adultos suelen decir “deberían en la medida de lo posible no expresarse delante de los hijos e hijas así como tampoco enunciar algo en relación a sus cuerpos ya que desde los discursos de sus principales referentes también construyen su imagen corporal”.
Sobre esto, Martinez aportó: “Desde los espacios de crianza y orientación a padres tratamos de pensar día a día estás cuestiones porque son verdaderos desafíos y claramente el consumo por la medicina estética es solo la punta de un iceberg debajo del cual hay una problemática mucho más compleja”. Para ella, “es esperable que el adolescente esté ‘ocupado’ en su imagen corporal, es esperable y lógico, dado que desde lo evolutivo la adolescencia es una etapa en la cual el cuerpo es el escenario de múltiples cambios y transformaciones”.
“Quizá debemos orientar nuestros esfuerzos de crianza en ofrecer herramientas que permitan generar una imagen o una representación de sí mismo que supere la cuestión física en términos de ‘ser para pertenecer’ -evaluó-. Quizá como padres podemos ofrecer otros modelos identificatorios basados en valores también actuales que, sin estar reñidos con la estética, permitan el desarrollo de una subjetividad más autónoma e independiente”.
En este punto, para Ruda, “una madre en permanente dieta, y crítica con su cuerpo va a enseñar sin querer que es así como hay que ser y como es ‘la perfección’”. Así empezaría a su criterio “el trabajo por aceptarnos como somos y amigarnos con nuestros cuerpos”.
“Esto no quiere decir no cuidarse y hacer cosas para sentirnos bien, sino que hay que tener cuidado con la mirada crítica que responde a estereotipos inalcanzables y creer que eso es lo normal enseñando esto a los más chicos, que luego cuando devienen jóvenes no aceptan ni la nariz que les tocó, ni el tipo de pelo, ni las piernas flacas o las piernas gordas”, sostuvo la especialista, quien concluyó: “El trabajo de ayudar en la autoestima de nuestros hijos e hijas empieza en casa y en nuestros discursos sobre los cuerpos y los comentarios que decimos sobre los demás. Está naturalizado hablar sobre cuerpos ajenos, además de sobre los propios, lo cual debería empezar a desnaturalizarse y ayudar a que las futuras generaciones puedan cuestionar esta conducta”.
Por: Infobae