Los países de todo el mundo están comenzando a levantar las restricciones que se impusieron por primera vez en 2020 para frenar la propagación de COVID-19, incluidas las reglas que regían los viajes, la socialización, el uso de máscaras y el autoaislamiento. Impulsados por la disminución de las tasas de infección y los estudios que sugieren que la enfermedad causado por la variante Ómicron del SARS-CoV-2 es menos grave, los políticos en los lugares donde esa variante es dominante están relajando las reglas que se introdujeron para abordar la pandemia.
A pesar de las señales positivas, los expertos advierten que declarar el fin de la pandemia sigue siendo una propuesta dudosa, dada la probada capacidad de sorpresa del SARS-CoV-2. Aún así, la sociedad está más cerca que nunca de calificar al COVID-19 de endémico, cuando la combinación de infección natural y vacunación brinde suficiente protección para que el virus se convierta en parte del panorama de la salud pública junto con muchas otras dolencias, algunas mortales, como la tuberculosis y el sarampión, y otras menos, como el resfriado común.
“En 1918 comenzó una pandemia de gripe que acabó matando a más personas que la Primera Guerra Mundial. Es el ejemplo de las pandemias, por lo graves que pueden ser. Pero con el tiempo, acabó convirtiéndose en la gripe estacional que aparece cada año. Cuando un virus se propaga por la sociedad, nos protegemos con las vacunas y la exposición. Las oleadas posteriores pueden ser menos graves, lo que puede conducir a una enfermedad endémica estable”, aseguró en diálogo con The Harvard Gazette William Hanage, epidemiólogo y profesor asociado de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard.
Aun así, para el especialista, “decir que una enfermedad es ‘endémica’ es sólo decir algo sobre si hay o no grandes epidemias, grandes brotes. No significa que una enfermedad sea inofensiva, porque se puede tener una enfermedad endémica que continúe todo el tiempo y que mate a muchísima gente”. Para dar un ejemplo de ello, Hanage aseveró: “La tuberculosis es endémica en gran parte del mundo y mata a millones de personas. La malaria es un asesino igualmente mortal y, sin embargo, se considera endémica”.
“El coronavirus no va a desaparecer; pasará a ser endémico y será como una gripe”. Palabras más, palabras menos, es lo que explican los especialistas desde el comienzo de la pandemia cada vez que alguien les consulta sobre el futuro del virus que detuvo al mundo.
Por endemicidad los expertos explican que significa que el virus seguirá circulando en partes de la población mundial durante años, pero su prevalencia e impacto se reducirán a niveles relativamente manejables, por lo que terminará más como una gripe que como una enfermedad que detiene el mundo.
Para que una enfermedad infecciosa se clasifique en la fase endémica, la tasa de infecciones debe estabilizarse más o menos a lo largo de los años, en lugar de mostrar picos grandes e inesperados como lo hizo durante estos dos años el COVID-19. “Una enfermedad es endémica si el número reproductivo es estable en uno”, explicó Eleanor Murray, epidemióloga de la Universidad de Boston. “Eso significa que una persona infectada, en promedio, infecta a otra persona”.
A lo que la especialista hace referencia es al R0, un indicador que se usa para estimar a cuántas personas contagia un infectado y, según dicen los que saben “no estamos ni cerca de eso en este momento”. La variante Ómicron altamente contagiosa demuestra que cada persona infectada está infectando a más de una persona, con el resultado de que los casos están aumentando en todo el mundo.
Ernesto Resnik es científico, biólogo molecular, inmunólogo y biotecnólogo residente en Minnesota, Estados Unidos, y así lo había explicado:“En este momento de la pandemia es cuando se encuentran coexistiendo el pasado, el presente y el futuro: la ola de infecciones, las variantes y las vacunas que funcionan y el COVID-19 endémico en el horizonte. Pero no estamos ni en el pasado ni en el futuro. El presente es complejo pero esperanzador”. Para él, “aunque no parezca hoy, gracias a las vacunas, se está marchando a la fase endémica, la fase en la que el virus existirá, habrá contagios, pero no pondrá nuestras vidas patas para arriba”.
En la misma línea se manifestó el investigador virólogo de la Universidad Estatal de Stony Brook, en Nueva York, Jerónimo Cello, para quien un virus se vuelve endémico cuando su circulación empieza a disminuir y los cuadros son más leves. “Vamos a la endemicidad, porque tenemos vacuna y ha habido mucha infección que genera inmunidad natural, lo que hará que haya menos transmisión, hospitalizaciones y muertes. Pero el virus va a seguir circulando. Si uno mira históricamente, muchas pandemias de virus respiratorios empiezan con alta letalidad, transitan y terminan en circulación endémica, algunas con brotes”.
En este punto, en opinión de Resnik, “este pico de contagios pasará”. “Yo creo que en 2022 transitaremos más seguros el pase de pandemia a endemia. Creo que en 2023 empezaremos a volver a la normalidad”, vaticinó. “Vamos camino a la endemia, el virus no se va ir, va a seguir estando y nos vamos enfermar. Pero será una enfermedad leve. Calculo que con estas variantes, tan ultra contagiosas, esencialmente todo el mundo va a estar contagiado, seguramente en algún momento de sus vidas en los próximos dos años, pero la enfermedad será mucho más leve -insistió-. Esto lo vimos con los resfríos. Vamos camino a eso. Habrá antivirales, con lo cual la solución será aun mejor. Vamos a ir camino a bajar la circulación del virus, con lo cual nos encontraremos con el virus una vez cada tanto anualmente, no como ahora que salís a la calle y está el virus ahí. Hasta que el virus baje en circulación y estemos mucho más tranquilos, ya sabemos lo que hay que hacer es ventilar bien los ambientes en lugares cerrados. Y por supuesto, vacunación, vacunación y vacunación. Es lo que nos va a mantener sanos en esta ola”.
Acerca de si Ómicron empuja la endemicidad más lejos en el futuro, o bien podría acelerar el camino hacia la endemicidad al infectar a tanta población tan rápidamente que se desarrolle más rápidamente una capa de inmunidad natural, la viróloga de la Universidad de Saskatchewan en Canadá Angela Rasmussen dijo que “esa es realmente la pregunta del millón de dólares”. “Es realmente difícil de decir en este momento”, aseguró la experta, para quien “en general, un virus se vuelve endémico cuando los expertos en salud, organismos gubernamentales y el público deciden colectivamente que están de acuerdo con aceptar el nivel de impacto que tiene el virus; en otras palabras, ya no constituye una crisis activa”.
Para ella, con el aumento de Ómicron en este momento y muchos gobiernos volviendo a imponer precauciones más estrictas como resultado, está claro que todavía el mundo está en modo de crisis. “Pero mucho depende de la carga que supondrá para el sistema de atención médica -opinó Rasmussen-. Y eso va a ser diferente de una comunidad a otra”.
Y si bien en este punto, para muchos, el aumento de casos que ocasiona la nueva variante, aunque leves en su mayoría, podrían llevar al colapso del sistema sanitario, para otros hay algunos datos esperanzadores a tener en cuenta. Para Joshua Michaud, director asociado de política de salud global de la Kaiser Family Foundation, “la increíble cantidad de infecciones está aumentando la inmunidad a nivel de la población. Eso será crucial en términos de silenciar las olas futuras”.
Por su parte, el responsable de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió a comienzos de este año que el hecho de que el COVID-19 deje de ser una pandemia y se convierta en endémico no lo hace menos peligroso. “La gente opone la pandemia con la endemia, pero la malaria endémica mata a cientos de miles de personas, el VIH es endémico, la violencia es endémica en nuestras ciudades”, dijo Michael Ryan en un coloquio a distancia organizado por el Foro Económico Mundial (WEF). “Endémico en sí mismo no significa que sea bueno, endémico solo significa que está ahí siempre”, añadió.
“No nos libraremos del virus este año”, advirtió el médico. “Puede que nunca erradiquemos el virus. Los virus que causan pandemias suelen formar parte del ecosistema. Lo que podemos terminar es una emergencia de salud pública de interés internacional”, explicó, y dijo que era necesario “lograr la menor tasa de incidencia posible con el máximo número de vacunas para que nadie tenga que morir”. “Ese será el fin de la emergencia y ese será el fin de la pandemia”, finalizó. El responsable de la organización también planteó la posibilidad de que en el futuro se consideren tres o cuatro inyecciones como el número normal de dosis para escapar de las formas más graves del COVID-19.
“En el futuro, el COVID-19 va a ser una de esas enfermedades con las que convivimos y también trabajamos muy duro para minimizar sus graves consecuencias para el ser humano y el sistema sanitario, y debemos estar preparados para continuar la batalla contra el SARS-CoV-2 no sólo en los próximos meses, sino también en el futuro. Depende de la gente. Todo depende de nosotros”, concluyó Hanage.
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