La pandemia de coronavirus impactó en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades oncológicas. No sólo limitó las actividades diarias y modificó los hábitos de higiene y cuidado. El coronavirus también postergó la atención de otras patologías.
Durante los primeros meses de cuarentena, sólo el 40% de las mujeres hizo sus controles mamarios y se concretaron apenas el 35% de las operaciones de cánceres de mama. Hoy, a casi dos años de la notificación del primer contagio de COVID-19 en el mundo, esta demora en las consultas muestra su impacto.
El cáncer de mama es la enfermedad oncológica más frecuente en la Argentina: se diagnostican 22 mil casos por año. Es la principal causa de muerte en mujeres y se estima que una de cada ocho será afectada por la enfermedad en algún momento de su vida.
Ante este escenario, y en el marco del Día Mundial contra el Cáncer, el mensaje de los expertos es claro: la principal herramienta para hacerle frente es la detección precoz.
“En estadios iniciales, el cáncer de mama tiene una curación del 90%. Esto se logra con el control periódico, la consulta al mastólogo, de acuerdo a cada edad y antecedentes, y el apoyo de los métodos complementarios. Estos son los únicos que nos alertan cuando la enfermedad no se hace presente en forma sintomática”, afirmó Luciano Cassab, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Mastología.
La caída en las consultas impactó en todas las instancias de atención: el diagnóstico, los controles y el tratamiento de pacientes en seguimiento. Esto impulsó nuevas estrategias de parte de los médicos. “A medida que subían los casos, comenzamos a realizar tratamientos neoadyuvantes, es decir que en aquellas pacientes que requerían cirugía y luego tratamiento con quimioterapia, comenzábamos al revés, para evitar hospitalización y así dejar pasar el pico de la ola”, explicó Cassab, quien es también Jefe de la Sección Mastología del Hospital Prof. Dr. César Milstein (ex Hospital Francés).
Aunque el miedo al contagiarse COVID-19 aún sigue instalado en mucha gente, el avance de la vacunación y el mayor conocimiento sobre los cuidados permitió que de a poco la atención retomara su ritmo normal.
“Con los recaudos necesarios y todas las medidas de prevención ya instauradas, los controles en salud deben continuar. Las pandemias dejan secuelas, a veces irreparables, pero las otras patologías no se detienen, hacen estragos silenciosos y eso es lo que no debemos permitir”, sostiene el doctor Cassab.
El mejor tratamiento empieza por un diagnóstico precoz
Los expertos coinciden en remarcar la importancia de retomar los niveles de atención previos a la pandemia y desde allí, seguir avanzando. Lo fundamental, explican, es tomar conciencia de que el cáncer de mama es una patología prevalente, con una alta incidencia. Antes y después del Covid, la consigna es la misma: la mejor herramienta es el diagnóstico precoz.
El primer paso es conocer y cumplir con los chequeos mamarios previstos para cada edad.
En mujeres sin antecedentes ni síntomas, se indica una mamografía anual a partir de los 40 años. De acuerdo a las características personales, el mastólogo podrá considerar acompañarla de una ecografía.
Cuando la mujer presenta síntomas o algún tipo de anormalidad en las mamas, puede ser necesario comenzar antes la rutina de estudios con imágenes o realizar un seguimiento más continuo.
En caso de ser portadora de una mutación genética, se incorporará una resonancia magnética nuclear mamaria a los estudios de control.
En mujeres con antecedentes de primer grado (madre, hermana o hija con cáncer de mama) se recomienda realizar el primer control diez años antes de la edad de detección del cáncer del familiar más cercano, que por lo general es a los 30 años.
La Sociedad Argentina de Mastología recomienda que todas las mujeres -más allá de su edad- estén atentas a cualquier cambio en sus mamas. En caso de detectar un bulto, una retracción, diferencias en la simetría, desviaciones del pezón, secreciones o alteraciones en la piel deberán consultar con un especialista.
Hay factores de riesgo del cáncer de mama que no son modificables, como por ejemplo ser mujer, cumplir años y los antecedentes familiares. Sin embargo, hay otros que sí se pueden controlar si se adoptan hábitos saludables.
“Llevar una vida saludable es la única herramienta de prevención, y cumplir con los controles según la edad, los antecedentes y el criterio del mastólogo de confianza son pasos claves ya que en cáncer de mama ni el mejor cirujano ni el mejor tratamiento suplen el detectar la enfermedad a tiempo”, destacó el doctor Cassab.
Hábitos para una vida saludable
– No fumar: además de evitar el cigarrillo, se recomienda no exponerse al humo de segunda mano.
– Seguir una dieta saludable: debe ser rica en vegetales, frutas, cereales integrales, alimentos con mucha fibra y fuentes magras de proteínas, como el pescado. Reducir el consumo de grasas saturadas, azúcares y sodio.
– Limitar el consumo de alcohol: hacerlo sólo en forma moderada. Para las mujeres, esto equivale a una copa por día. El riesgo de sufrir diferentes tipos de cáncer (como el de mama y del hígado) parece aumentar con la cantidad de alcohol que se consume y el período durante el cual se ha consumido con regularidad.
– Mantener un peso saludable y hacer ejercicio: estar en movimiento ayuda a tener un mejor estado físico y a reducir el riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer.
– Controlar el estrés: otro factor de riesgo, ya que afecta el estilo de vida e impacta en el sistema inmunitario.
Fuente: INFOBAE