A la hora prevista despegó desde Jiuquan, en el norte de China, el cohete Larga Marcha 2F que transportaba la nave Shenzhou-13 con tres astronautas a bordo.
Tres horas antes de que abandonasen la Tierra, se celebró una ceremonia de despedida para los tres cosmonautas: Zhai Zhigang, de 51 años, Wang Yaping, de 41, y Ye Guangfu, también de 41.
Durante el acto, se los vio confiados frente a la misión que tienen por delante: continuar la construcción de la estación espacial china Tiangong (“Palacio celestial”, en mandarín) y permanecer en ella seis meses, tiempo superior a la estancia en el espacio de cualquier astronauta chino hasta la fecha.
Según el subdirector de la Agencia Espacial de Misiones Tripuladas, Lin Xiqiang, los anteriores huéspedes de la estación han estado “en comunicación” con la tripulación del Shenzhou-13 para orientarlos con respecto a la vida en la estación.
UNA ESTACIÓN EN CONSTRUCCIÓN
La Shenzhou-13 será la cuarta nave que visite la Tiangong y la segunda con tripulación, después de que la Shenzhou-12 llevara allí a tres astronautas que regresaron a la Tierra el pasado septiembre tras permanecer en ella tres meses.
Se espera completar la construcción a finales de 2022, después de que las tripulaciones de las futuras Shenzhou-14 y Shenzhou-15 concluyan los trabajos previstos.
Una vez completada, serán habituales las misiones en las que los astronautas pasen varios meses en la estación, por lo cual uno de los principales objetivos de la Shenzhou-13 es “poner a prueba la capacidad de la estación y de la tripulación para resistir largas estancias”.
La estación, que pesará unas 70 toneladas y se espera que funcione durante unos 15 años orbitando a unos 400 kilómetros de la superficie terrestre, recibirá a bordo de la Shenzhou-13 a Wang Yaping, la primera mujer en pisarla.
DOS VETERANOS Y UN DEBUTANTE
Zhai Zhigang y Wang Yaping ya visitaron con anterioridad el espacio exterior, en 2008 y 2013, respectivamente.
Será, en cambio la primera vez para Ye Guangfu, el más joven.
Los tres tendrán que convivir seis meses en un espacio reducido, pero, durante una reunión con los medios celebrada al pie de la estructura, Huang Weifen, una de las jefas de diseño de la misión, aseguró que se ha tenido en cuenta la personalidad de los astronautas en la selección: “Zhai es un hombre optimista y divertido y Wang es una persona alegre” mientras que Ye, el primerizo, “tiene una gran capacidad de sacrificio”.
Huang explicó que “el efecto psicológico del aislamiento y el atrofiamiento muscular” son algunos de los aspectos que más preocupan a los científicos.
Según Huang, los astronautas “podrán ver vídeos en directo, leer libros y hablar con sus familiares” para paliar la soledad y se les ha instruido para “hacer ejercicio” dirigido a evitar problemas musculares.
Las autoridades del programa espacial explicaron este jueves que está previsto que la tripulación lleve a cabo “dos o tres” paseos especiales y, si es Wang la encargada, se convertirá en la primera mujer china en hacerlo.
Wang ya adquirió fama en su anterior viaje, en 2013, cuando dio clases de física en ingravidez por vídeo en directo a millones de estudiantes chinos, lo cual repetirá en este viaje.
UNA ESTACIÓN ESPACIAL PROPIA
El subdirector de la Agencia Espacial de Misiones Tripuladas, Lin Xiqiang, reconoció que el veto por parte de Estados Unidos para la colaboración entre la NASA y cualquier institución relacionada con el Gobierno chino tuvo “cierta influencia” sobre el proyecto de una estación espacial china.
Esa decisión, tomada por el Congreso de EE. UU. en 2011, se produjo tras años de sospechas de que China había usado información de fabricantes de satélites estadounidenses para desarrollar sus misiles balísticos intercontinentales, como aseguraba un informe de la Cámara de Representantes de Estados Unidos en 1999.
Sea como fuere, los astronautas chinos quedaron excluidos de la Estación Espacial Internacional, donde nunca han puesto pie.
Sin embargo, Lin explicó que China “ya tenía sus propios planes” para su programa espacial, que lleva desarrollando desde los años 50.
Lin reconoció que el programa espacial estadounidense “es el número uno”, pero los científicos que charlaron con la prensa mostraron fe en sus posibilidades.
Cuando le preguntaron si sentía presión antes del lanzamiento, He Yu, uno de los científicos que participa en el programa, respondió sin dudar: “Ninguna presión”.
EFE