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Las mujeres en los Ejércitos árabes, una presencia estética más que real

El Cairo, 14 oct (EFE).- Kuwait decidió esta semana permitir a las mujeres acceder al Ejército como oficiales y suboficiales, siguiendo el ejemplo de otros países del golfo Pérsico y Oriente Medio que cuentan con uniformadas en sus filas, aunque en casi todos ellos sus funciones son limitadas y su papel, meramente estético.

Kuwait ha sido el último país del golfo que decretó este martes que sus ciudadanas pueden ser “oficiales, suboficiales y efectivos en el área de servicios médicos y militares de apoyo”, sumándose a sus vecinos Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Baréin y Omán. En la península arábiga, sólo el Ejército yemení no cuenta con mujeres en sus filas.

“Ya es hora de que demos a las ciudadanas kuwaitíes la oportunidad de que se unan al cuerpo militar”, afirmó el ministro de Defensa kuwaití, Hamad Yaber al Ali, según la agencia de noticias oficial KUNA.

EL CONSERVADOR GOLFO PÉRSICO

La incorporación de las mujeres en las Fuerzas Armadas ha sido lenta y polémica debido a la naturaleza conservadora de las sociedades árabes, especialmente en el golfo, aunque en los últimos años se les ha permitido acceder a ciertos rangos, aunque en su mayoría trabajan en oficinas.

En Arabia Saudí, con el nombramiento de Mohamed bin Salman como príncipe heredero en 2017, las mujeres consiguieron algunos derechos y libertades, como poder conducir un vehículo o viajar solas.

En octubre de 2019, el Ministerio de Defensa del reino anunció que el Ejército aceptaría a mujeres en rangos que iban desde soldado a sargento, pero su función suele limitarse a la supervisión de otras civiles en las mezquitas de La Meca y Medina, los dos lugares más sagrados del islam.

También en la última década, las mujeres han podido unirse, siempre de forma voluntaria, al Ejército en Catar, donde pueden hacer el servicio militar desde 2018, y en Emiratos Árabes Unidos, desde 2014.

En el caso de Emiratos, que presume de ser uno de los más abiertos e igualitarios de la región, las emiratíes que quieran unirse a las Fuerzas Armadas necesitan aún el visto bueno de su tutor masculino: padre, hermano o marido.

Ese fue el caso de la emiratí Mariam al Mansouri, que fue noticia en 2014 por ser “la primera mujer árabe piloto de un cazabombardero F-16”, con el que participó en ataques aéreos contra posiciones del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria.

Por su parte, el pequeño Baréin permite a las mujeres acceder a los rangos más altos del Ejército e, incluso, participar en misiones de combate, similar a lo que ocurre en el sultanato de Omán, aunque su presencia es ínfima.

LEJOS DEL FRENTE EN EGIPTO

En Egipto, donde las Fuerzas Armadas gobiernan de facto desde 1952, las mujeres están presenten en sus filas pero solo como funcionarias u oficiales en puestos alejados del frente de batalla.

En los últimos años, tras la llegada al poder del mariscal Abdelfatah al Sisi en 2014, algunas mujeres lanzaron una campaña para poder unirse a los militares, algo que ha sido rechazado por Al Azhar, la principal institución musulmana suní de Oriente Medio.

No obstante, hay un porcentaje de egipcias que participan en misiones de paz de la ONU en el extranjero, a las que su país aporta un número importante de cascos azules.

LAS IRAQUÍES, SIN SALUDO MILITAR

Lo mismo pasa en el Ejército iraquí, donde el papel de las militares se limita a los trabajos administrativos, médicos y humanitarios.

Independientemente de su rango, los uniformados hombres se niegan a hacer el saludo militar a las mujeres, que no son muchas las que optan por esta vía en una conservadora sociedad tribal.

Sin embargo, en la región autónoma del Kurdistán iraquí (norte), las mujeres sí están integradas en el Ejército “peshmerga” y participan en misiones de combate sin desmerecer frente a sus colegas, como demostraron durante la lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico (EI) entre 2014 y 2017.

SIRIA Y LÍBANO

En Siria, un país que lleva en guerra desde hace una década, las mujeres tienen una presencia significativa en el Ejército donde luchan junto a los hombres, como soldados en el frente e, incluso, como francotiradoras, y pueden acceder a todos los rangos.

Desde 2011, han participado en las batallas más importantes de las tropas de Bachar al Asad para recuperar el control de ciudades como Alepo (norte) y Homs (centro).

Su participación, que a diferencia de los hombres es voluntaria, es bien recibida por toda la sociedad y el Gobierno en un contexto de guerra.

En el Líbano, las mujeres suelen estar muy presentes entre los zapadores, limitándose a tareas logísticas, aunque tienen la oportunidad de alistarse en las Fuerzas Áreas. Sin embargo, no tienen permitido estar en el frente de batalla.

UNA NUEVA ERA EN SUDÁN

Por último, en Sudán ha habido avances para las mujeres que quieran sumarse a las Fuerzas Armadas desde el derrocamiento del dictador Omar al Bashir, en abril de 2019, él mismo un uniformado.

El presidente del Consejo Soberano, el general Abdelfatah al Burhan, anunció el pasado mayo que las mujeres podrían matricularse en la Academia Militar, un paso en la historia del país que estuvo durante 30 años regido por la ley islámica y que permitirá a las sudanesas estar en operaciones de combate, en el futuro.

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