Cuando se aproxima el verano, muchísimas parejas, felices o infelices, en dificultades o no, incluso las que acaban de formar una familia al nacer su primer hijo, se plantean si es positivo para su relación presente y futura disfrutar de algunos días de vacaciones ¡a solas!
“Es el eterno dilema que nos asalta una y otra vez… ¿Qué ocurrirá con los niños? ¿Es bueno o es malo?… Mi consejo es que sí -afirma-, que es muy positivo estar cierto tiempo a solas con nuestra pareja, ya que a veces nos olvidamos de que somos hombres o mujeres. No podemos interpretar un único papel centrado en la figura del padre o de la madre”.
Para Miren Larrazabal sería muy sano perderse juntos por una senda que bordee un río o tomar el sol desnudos en una playita que se esconda tras unas rocas solitarias.
“Dado que no es una cuestión de cantidad sino de calidad, pasar un tiempo sin niños, ya sea una semana, varios días o una noche, puede resultar difícil, puesto no hay forma de que la familia o los amigos se hagan cargo de ellos, pero es imprescindible pasar al menos un fin de semana romántico dedicado por completo a la pareja”, señala.
“Qué delicia poder levantarse a la hora que sea sin su visita rutinaria asaltando por sorpresa nuestros sueños -continúa-. Se puede dormir y descansar, o disfrutar del sexo, ya sea en la cama, en un sillón, en la ducha o en el suelo, o donde sea, sin miramientos, sin interrupciones o sin tener las orejas apuntando hacia el pomo del dormitorio”.
Bailar hasta caer rendidos es otra opción mil veces renombrada.
“Podemos llevarnos nuestra música favorita, esa que tanto nos gusta, y agarrarnos a nuestra pareja, y bailar y bailar y bailar, y reír y reír y reír; ser felices y olvidarnos del mundo cerrando los ojos”.
También se puede salir a cenar sin tener que planificarlo.
“En esos días las decisiones se toman en el último suspiro. Podemos ser espontáneos y decir… ¡oye, son las ocho y media, ¿salimos a cenar?… y sin contar con nada o con nadie más”.
La conversación surge como una ola amainada por la brisa del anochecer.
“Hablar y hablar sobre las cosas que nos preocupan sin el temor a las demandas del enésimo helado o sin la mediación del cansancio que nos abate después de haber acostado a los niños y haber conseguido que se hayan dormido… las vacaciones de pareja propician el diálogo en cualquier lugar y a cualquier hora”, resalta.
Para la psicóloga Miren Larrazabal, algunos días con sus noches de verano suponen una bombona de oxígeno para el hombre y la mujer emparejados: “Os recomiendo que os toméis un tiempo juntos, sin niños; lo disfrutaréis en el presente y os beneficiará en el futuro”.
EFE SALUD