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¿Qué se esconde bajo nuestras sábanas, y por qué no suelen estar tan limpias como parece?

No hay nada como meterse en la cama, envolverse en las cobijas y recostar la cabeza sobre la almohada. Pero antes de que te acomodes demasiado, tal vez te gustaría saber que tu cama no es muy diferente a una placa Petri de laboratorio.

La combinación de sudor, saliva, caspa, células cutáneas muertas y hasta partículas de comida hacen que ese entorno sea óptimo para que crezcan una gran cantidad de gérmenes como bacterias, hongos, virus e incluso pequeños insectos.

Aquí hay apenas algunas de las cosas que se esconden debajo de nuestras sábanas.

Nuestras camas pueden albergar una vasta variedad de especies bacterianas.

Por ejemplo, estudios que analizaron la ropa de cama de hospitales encontraron que las bacterias estafilococos eran comunes.

Estas bacterias son típicamente inofensivas, pero pueden producir enfermedades serias si penetran el cuerpo a través de una herida abierta. Y es que, ciertos tipos de estafilococo pueden ser más nocivos que otros.

Tomemos el Staphylococcus aureus (estafilococo áureo), que es bastante contagioso y puede producir infecciones cutáneas, pulmonía y agravar el acné.

Esta bacteria no solo se ha encontrado en las fundas de las almohadas, la investigación también muestra que algunas cepas son resistentes a los antibióticos.

Los análisis también señalan que a la par del estafilococo, E. coli y otras bacteria similares, conocidas como bacterias gramnegativas, también son comunes en los lechos de hospitales.

Las bacterias gramnegativas presentan un serio problema a la salud pues son altamente resistentes a los antibióticos y pueden causar serias infecciones humanas, incluyendo infecciones urinarias, pulmonía, diarrea, meningitis y septicemia si logran entrar en el cuerpo.

Algunas cepas de E. coli también pueden ser muy infecciosas y pueden causar infecciones urinarias, diarrea de viajero y pulmonía.

Por eso el adecuado lavado de las manos después de ir al baño es importante para evitar la transferencia de estas bacterias a otras partes de nuestro hogar.

Por supuesto que los hospitales son muy diferentes de nuestro entorno casero. Pero eso no quiere decir que no sea posible que estas bacterias se metan a nuestras camas.

De hecho, más o menos un tercio de las personas portan el estafilococo áureo en sus cuerpos. Los portadores del estafilococo áureo pueden esparcir el organismo en grandes cantidades, lo que significa que es bastante fácil que la bacteria se transfiera a tu cama en casa.

Tu piel suelta unos 500 millones de células al día mientras duermes en la cama. Estas células cutáneas pueden atraer y ser devoradas por ácaros microscópicos. Estos ácaros y sus heces pueden generar alergias y hasta asma.

Las chinches también pueden ser un peligro. Aunque estos pequeños insectos (de unos 5 mm), que se sepa, no transmiten enfermedades, pueden causar ronchas rojas que pican, al tiempo que una variedad de efectos de salud mental, incluyendo ansiedad, insomnio y alergias.

Estos insectos pueden ser introducidos a las casas en superficies suaves, como la ropa o mochilas, o por miembros de la familia.

El lavado y secado de la ropa de cama a altas temperaturas (unos 55 ºC) mata los ácaros, pero las chinches tienen que ser exterminadas profesionalmente.

El lavado correcto y habitual es clave para asegurar que los gérmenes no se conviertan en una verdadera amenaza para la salud. Pero ¿con qué frecuencia deberías cambiar la ropa de cama?

Como no podemos lavar las sábanas todos los días, algo que puedes hacer es airear las sábanas cada mañana.

Como la humedad se acumula en ellas mientras duermes, retirar el edredón (o las cobijas) para que las sábanas respiren antes de hacer la cama hace que estas y el colchón sean lugares menos atractivos para que las bacterias y los chinches aniden.

Los colchones también pueden ser una gran fuente de bacterias y microbios debido a la acumulación de piel muerta, partículas de comida y hongos a lo largo de los años.

Como es difícil lavar un colchón, ponerle una cubierta lavable —y lavarla cada una o dos semanas— podría ayudar a disminuir el número de microbios que viven allí.

Aspirar el colchón y la base de la cama todos los meses también ayuda a eliminar alérgenos y polvo. Voltea el colchón frecuentemente o compra uno nuevo si este tiene más de 10 años.

Se recomienda que laves la ropa de cama todas las semanas (o con mayor frecuencia, si es posible), especialmente si pasas mucho tiempo en cama, duermes al desnudo o sudas mucho de noche.

También es recomendable cambiar las fundas de las almohadas cada dos o tres días.

Toda la ropa de cama debe ser lavada en temperaturas de mediana a alta (entre 40 ºC y 60 ºC) para matar efectivamente los gérmenes.

Evita llenar demasiado la lavadora y utiliza suficiente detergente, y asegúrate de que la ropa de cama esté completamente seca antes de usar.

El ducharse antes de ir a dormir, evitar las siestas, no acostarse sudoroso, quitarse el maquillaje y abstenerse de usar lociones, cremas y aceites antes de ir a la cama pueden todos ayudar a mantener la ropa de cama más limpia entre lavados.

Evitar comer o beber en la cama, no dejar que las mascotas se suban y retirar los calcetines usados también puede ayudar.

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