Ciudad del Vaticano.- El papa Francisco reconoce su amor por el cine, un arte que conoció en su infancia gracias a sus padres y que considera útil para “crear y custodiar la memoria”, sostiene en el prólogo de un libro sobre este tema.
“El cine enseña a crear y custodiar la memoria (…) En ese sentido, también para la Iglesia, la dinámica historia-memoria halla en el cine un importante referente”, dice en una entrevista en el libro “Lo sguardo: porta del cuore”, de Dario Edoardo Viganò.
Francisco pone como ejemplo la fuerza de aquella tarde de marzo de 2020 en la que salió a una plaza de San Pedro vacía y lluviosa para pedir el fin de la pandemia: “Pienso en la densa memoria que esa imagen sedimentó en el corazón de muchísimas personas”, apunta.
El pontífice explica que debe su relación con el cine a sus padres, pues cuando era un niño le llevaban a menudo a la sala de su barrio bonaerense: “Mis padres me enseñaron a disfrutar del arte en sus varias formas”, relata.
En aquellas sesiones, especial cabida tenía el Neorrealismo nacido en Italia, la tierra de su familia de inmigrantes llegados a Argentina a comienzos del siglo XX.
Tal es así que, dice, con 12 años ya había visto todas las películas con Anna Magnani y Aldo Fabrizi, como “Roma città aperta”, de Roberto Rossellini, que disfrutó especialmente.
Parte de la importancia de las cintas es que ayudó a los niños de Argentina a comprender la tragedia de la guerra en Europa.
“En Buenos Aires, la guerra la conocimos sobre todo a través de los muchos inmigrantes que llegaban: italianos, polacos, alemanes. Sus relatos nos abrieron los ojos sobre un drama que no conocíamos directamente, pero también gracias al cine hemos tomado conciencia profunda de sus efectos”, rememora.
Francisco en alguna ocasión definió las obras neorrealistas como una “catequesis de humanidad” porque, señala, “enseñan a mirar la realidad con ojos nuevos”, algo muy útil actualmente.
“¡Cuánto necesitamos hoy aprender a mirar! La difícil situación que estamos viviendo, marcada por la pandemia, genera miedo, preocupación, desconcierto. Por eso hacen falta ojos capaces de romper la oscuridad de la noche, de elevar la mirada más allá del muro para escrutar el horizonte”, sostiene.
Las películas de Rossellini, de Vittorio de Sica, de los maestros neorrealistas de la posguerra, aportaban una mirada nueva al mundo y sus heridas, a las personas más vulnerables.
Francisco cita como película predilecta “La Strada” (1954) de Federico Fellini precisamente por su atención hacia los últimos pero también por sus referencias al santo de los pobres, San Francisco de Asís, a quien él mismo debe su nombre papal.
“Fellini supo dar una luz inédita a la mirada de los otros. En esa película la narración de los últimos es ejemplar y una invitación a preservar su preciosa atención de la realidad (…) Es una mirada de esperanza que sabe dar luz en la oscuridad, y por eso debe ser protegida”, explica.
En definitiva, el Séptimo Arte fue un “gran instrumento de cohesión” en Italia tras la Segunda Guerra Mundial, dando esperanza, y también ahora, con los problemas actuales, el cine “puede mantener su capacidad de unir o construir comunidad”.
El papa aspira a conservar los documentos audiovisuales de la Santa Sede y por eso baraja la creación de un archivo permanente o “Mediateca” que custodie las cintas, fuentes históricas de “alto nivel religioso, artístico y humano”, reveló.