En medio de un terreno rocoso, un Boeing 707 un poco oxidado espera a sus visitantes. Pero no serán invitados a ajustarse los cinturones para despegar, sino a sentarse a las mesas de un restaurante único en la Cisjordania ocupada.
Éste es el original proyecto de dos gemelos palestinos: montar un restaurante en el avión que compraron en 1999 e instalaron en una parcela de su propiedad cerca de Naplusa (norte de Cisjordania).
Atalá y Jamis Al Sairafi, actualmente de 60 años, compraron esto que podría parecer un gran “elefante blanco” a su propietario israelí en Kiryat Shmona (norte de Israel), por 100.000 dólares (85.000 euros). El empresario israelí lo había comprado a su vez a la aerolínea El Al, que lo había jubilado.
“Tras comprarlo tuvimos que transportarlo a Naplusa, lo que fue un asunto complicado”, recuerda Atalá, idéntico a su hermano como si fueran dos gotas de agua.
Los gemelos tuvieron que pagar otros 20.000 dólares a una empresa israelí para que lo transportara.
Esta operación duró 13 horas y necesitó la estrecha colaboración entre Israel, que ocupa Cisjordania desde 1967, y la Autoridad Palestina. Las calles de Naplusa tuvieron que ser cerradas al tráfico para dejar permitir pasar al gigantesco ingenio, cuyas alas habían sido desmontadas para ser reinstaladas posteriormente.
“Entramos en Naplusa hacia las 04h00”, recuerda Jamis. Los habitantes “se despertaron y se preguntaban: ¡¿qué está pasando?!”, por completo asombrados. Sin aviones ni aeropuertos desde territorio palestino es imposible volar, por lo que el Boeing 707 era una rareza.
Los palestinos de Cisjordania que quieren volar deben viajar a Ammán, capital de la vecina Jordania o, con menos frecuencia, al aeropuerto de Tel Aviv luego de obtener un permiso especial por parte de las autoridades israelíes.
– Como en el aeropuerto –
Más de 20 años después de haber “aterrizado” en el terreno de 1,8 há, en un valle muy seco, el avión nunca fue movido. El lugar se encuentra aislado, con unas pocas casas y algunos árboles alrededor.
El proyecto de crear un restaurante a bordo se retrasó por la segunda Intifada (2000-2005), luego, cuando los hermanos Al Sairafi retomaron su idea, esta vez se vieron obstaculizados por la pandemia de coronavirus y las restricciones a la circulación y reuniones impuestas por las autoridades.
En las últimas semanas, los trabajadores se han puesto nuevamente manos a la obra. Se desmontaron los asientos y se quitó la moqueta del suelo. El fuselaje del avión ya está listo para albergar sillas, mesas, y comensales.
En el cockpit solamente quedan restos metálicos de los puestos de pilotaje. En cambio, en el exterior el fuselaje y las alas están casi intactos. La nariz y el timón del avión fueron repintados con los colores de las banderas palestina y jordana: negro, rojo, verde.
Pintores y electricistas trabajan afanosamente para hacer de la aeronave un restaurante capaz de acoger clientes y también de organizar bodas.
Como en una pista verdadera, los comensales podrán abordar su mesa utilizando los “boarding stairs” (escaleras de embarque) llegados directamente desde el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv, explican los hermanos Al Sairafi.
En total, los gemelos, que se dedican al rubro de importación-exportación, afirman haber invertido en total unos 300.000 dólares.
“Esperábamos abrir nuestro restaurante de lujo antes del Eid”, festividad musulmana que se conmemora a fines de julio, explica Jamis. “Pero nos estamos quedando cortos de tiempo, por lo que comenzaremos con comidas rápidas”.
AFP