Viena, 30 de may (EFE).- En las misiones espaciales no existen las duchas ni las lavadoras, y la ropa -incluida la interior- debe reutilizarse al máximo. Ante este problema, un grupo de investigadores austríacos propone emplear microbios para mantener la higiene y alejar los malos olores.
Con la investigación de estos científicos, desarrollada por encargo de la Agencia Espacial Europea (ESA), se espera dotar a los astronautas de mejores trajes y ropa para resistir las duras condiciones de las futuras misiones a la Luna y Marte.
VIDA EN EL ESPACIO
A 400 kilómetros de la Tierra, los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) no tienen duchas ni lavadoras, por lo que deben asearse con toallitas y champús especiales.
En cada misión se deben enviar al espacio toneladas de ropa, que se emplea lo máximo posible antes de ser incinerada.
Las naves de reabastecimiento rusas de la ISS son de un único uso y cuando regresan a la tierra van llenas de basura, incluida ropa usada, que se desintegra al entrar en la atmósfera terrestre.
En los paseos espaciales, fuera de la ISS, los astronautas deben ir muy protegidos dentro del traje espacial y llevan tres prendas superpuestas: un pañal desechable de máxima absorción, una prenda de “confort térmico” y una de “ventilación y refrigeración líquida”.
Esta última, que va pegada al cuerpo e incorpora tubos de enfriamiento líquido y ventilación para garantizar la comodidad y correcta higiene, también se tiene que compartir con los demás participantes de la misión.
MICROBIOS CONTRA MICROBIOS
Según explica a Efe el director del Foro Espacial Austríaco (OeWF), Gernot Grömer, diferentes estudios han demostrado que el uso prolongado de los trajes espaciales actuales, realizados en parte con metales antibacterianos como plata o cobre, irritan la piel y podrían llegar a suponer un riesgo para la salud.
“El uso extendido de estos materiales puede causar riesgo de que las nanoparticulas de metal se pierdan y entren en el cuerpo humano provocando efectos desconocidos”, detalla Grömer.
Es por esto que la ESA se puso en contacto con ellos y con la empresa emergente (start-up, en inglés) Vienna Textile Lab para la creación del proyecto BACTeRMA, una “tecnología de recubrimiento biocida avanzado” que reduzca la actividad microbiana.
Con este recubrimiento, la ESA pretende reducir al máximo la actividad microbiana de las prendas gracias a los metabolitos, un compuesto orgánico generado por microbios.
En situaciones de estrés, los microbios producen los llamados metabolitos secundarios para protegerse de condiciones ambientales extremas.
En BACTeRMA el objetivo es utilizar esos metabolitos, que tienen propiedades antimicrobianas y antivirales, y transferirlos a los textiles.
“De este modo, los metabolitos podrían ofrecer una alternativa biológica”, explica Grömer.
UN PROYECTO PIONERO
“La tecnología para las prendas espaciales ha sido conservadora hasta el momento, con pocas innovaciones”, comenta a Efe Malgorzata Holynska, ingeniera de materiales y procesos de la ESA.
“Decidimos invertir nuestros esfuerzos en esta tecnología propuesta por la OeWF porque queríamos introducir diseños innovadores en los trajes y era algo que ya había funcionado en la industria de la moda, al estar basado en antimicrobianos ‘naturales’ en lugar de agentes a base de plata”, detalla.
Desde la agencia europea consideran necesario un cambio en los trajes espaciales y confían en que la tecnología de BACTeRMA, gracias a sus metabolitos bacterianos de impregnación textil, hagan de las exploraciones lunares una experiencia más cómoda para los astronautas.
De cara a estas misiones, que con el paso de los años serán de una extensión cada vez mayor, Vienna Textile Lab tiene claro que la durabilidad de los materiales será “todavía más importante”.
“Estos materiales antimicrobianos que estamos desarrollando requieren poca energía y podrían regenerarse a partir de desechos espaciales no utilizados y refrescarse directamente en el espacio”, comenta a Efe Celia Lointier, ingeniera medioambiental y analítica de Vienna Textile Lab.
PLANES A LARGO PLAZO
BACTeRMA está todavía en sus inicios y su director augura que, de demostrarse su viabilidad como “alternativa” a la ropa interior actual, esta tecnología podría empezar a probarse “como pronto” dentro de 3 o 4 años.
El proyecto servirá para desarrollar y probar más acabados textiles innovadores con propiedades antimicrobianas especialmente diseñados para misiones espaciales.
“Estoy convencida de que descubriremos muchas cosas interesantes durante el camino. Acabamos de empezar y ya hemos comprobado su complejidad”, revela a Efe la fundadora de Vienna Textile Lab, Karin Fleck.
De cumplirse sus objetivos, organismos tan pequeños como los microbios serán la clave para ayudar a los astronautas en sus futuras exploraciones a la Luna y Marte, y mantener limpias, a falta de lavadoras, sus prendas a miles de kilómetros de la Tierra.