El Pleno de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) realizó este jueves la XXIII audiencia de juramentación de abogados y abogadas, y la tercera en la modalidad virtual, donde 700 nuevos profesionales del derecho quedaron formalmente investidos.
La juramentación fue dedicada al doctor Manuel Antonio Florencio Estrella, quien fuera presidente de la Corte de Apelación de San Francisco de Macorís.
Al respecto, el presidente de la SCJ, Luis Henry Molina, expresó que el camino de Florencio Estrella ha sido un ejemplo para muchos abogados y abogadas, por lo que resulta valioso ponderar su trabajo y dedicación al Derecho, como digno de emular en el presente.
Durante la audiencia fueron investidos para ejercer de manera formal la abogacía 397 abogadas y 303 abogados, a quienes Molina Peña, indicó que la imparcialidad, la accesibilidad y la independencia son elementos importantes para que cada día el Poder Judicial y la Justicia tengan más credibilidad y, con ello, puedan sostener la dignidad de las personas a través de los mecanismos para la protección de sus derechos.
Molina Peña sostuvo que el mayor aporte a la patria que pueden hacer los jueces, juezas y servidores judiciales es administrar una justicia oportuna, inclusiva y confiable.
“Hacerlo de manera eficiente será el mayor aporte a la patria que puedan hacer magistradas, magistrados y servidores. Pero para ello deben aportar también los principales actores de la justicia: las abogadas y abogados, su labor se debe también a la comprensión del sistema como un todo interconectado, donde la búsqueda de proteger el interés de sus clientes asume el marco de las reglas y la salud del sistema como un beneficio para el colectivo”, afirmó.
Sobre el homenajeado
Manuel Antonio Florencio Estrella (Sombe) fue presidente de la Corte de Apelación de San Francisco de Macorís. Es considerado una honra para la judicatura de nuestro país porque ejerció su profesión con dignidad y vocación.
Nació en Salcedo, en 1930. Fue víctima de la dictadura trujillista por luchar por la democracia, siendo apresado por miembros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y conducido a la cárcel de la 40 la madrugada del primero de febrero de 1960, justo el día antes de la lectura de la Carta pastoral donde la iglesia exigía el respeto por la vida de los presos políticos.
Desde 1962, Manuel Florencio ocupó importantes cargos en la judicatura nacional: fiscal, juez de instrucción, juez de primera instancia y por más de tres décadas desempeñó el cargo de juez de la Corte de Apelación de la Provincia Duarte, cuya biblioteca lleva su nombre como un homenaje a su trayectoria intachable.