(EFE).- El ciclo escolar público 2021 en Guatemala inició este lunes mediante un sistema híbrido de clases presenciales y a distancia, pero con incertidumbre por la falta de acceso a internet en el país centroamericano, donde sólo el 29,3 % de habitantes puede conectarse a la red.
Más de 2,5 millones de alumnos de preprimaria y primaria buscarán “recuperar” las clases desde este lunes, con el retorno a los salones con grupos reducidos y aún bajo las clases en línea, regido por el sistema de semáforo de alertas de la covid-19 del Ministerio de Salud Pública guatemalteco.
El ciclo comenzó 45 días más tarde de lo usual debido a los retrasos del año pasado ocasionados por la pandemia, que acumula 171.170 contagios en Guatemala y ha dejado 6.282 decesos en total.
Con un aforo reducido y con las medidas de sana distancia, uso de la mascarilla y alcohol en gel, diversos centros educativos abrieron sus puertas a alumnos y padres de familia por primera vez en casi un año, desde que las escuelas oficiales cerraron en marzo de 2020 por el primer caso detectado.
El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, inauguró el ciclo lectivo en la Escuela Oficial Urbana Número Dos en el departamento de Alta Verapaz, 236 kilómetros al norte de la capital guatemalteca.
En la actividad estuvo presente la ministra de Educación, Claudia Ruiz, y el secretario general de Trabajadores de la Educación de Guatemala (STEG), Joviel Acevedo, un controvertido sindicalista, además de otros funcionarios.
LA INCERTIDUMBRE DIGITAL
En la cabecera departamental de Chimaltenango, en el centro del país y unos 50 kilómetros al oeste de la Ciudad de Guatemala, la escuela pública de párvulos Ramona Gil inauguró el período escolar con una decena de niños y otras más de madres de familia y docentes, ante la expectativa de “retomar” el rumbo estudiantil.
La presidenta de la Organización de Padres de Familia de la escuela Ramona Gil, Cindy Orozco, dijo a Efe que su hijo estaba “entusiasmado” por volver y que le generaba también incertidumbre los cuidados a tomar en la escuela, como la sana distancia, la mascarilla, el lavado de manos y la toma de temperatura.
“Nos tenemos que acoplar a la nueva realidad”, añadió Orozco, estudiante de derecho.
El supervisor educativo de Chimaltenango del Ministerio de Educación, Julio Mututz Catu, se congratuló por la posibilidad de “recuperar lo perdido en 2020”, cuando el ciclo quedó suspendido presencialmente en marzo, pero con la certeza de que eso no será de forma completa hasta volver a “cierta normalidad”, en 2023.
“Aquí estos programas de apoyo a las familias son un alivio, pero imagínense en los municipios más pobres, en las aldeas, donde no hay luz ni acceso a internet, esos serán los retos más difíciles para nosotros”, enfatizó.
Según el censo de población y vivienda de 2019, solamente el 29,3 % de los 16,3 millones de guatemaltecos tienen acceso a internet.
LA NUEVA NORMALIDAD ESCOLAR
Como la escuela Ramona Gil, que trabajará por grupos de diez alumnos por turnos de un día a la semana, los centros educativos dependerán de las alertas del semáforo que reporta la densidad de contagios por cada uno de los municipios del país.
“Además de las clases presenciales a la semana, enviamos mensajes de WhatsApp con las guías de los cursos e incluso una gran mayoría de familias nos han pedido que hagamos clases por Zoom (videollamada), pero eso depende del bolsillo de la gente”, mencionó la directora de la jornada vespertina de la escuela, Ana Patricia García.
La docente agregó que también cuentan con un grupo de Facebook “desde donde coordinamos actividades culturales o extracurriculares, como el día del niño o eventos de cuentacuentos y otras cosas que hemos hecho”.
La calidad educativa, admitió, “no puede ser 100 % como en años pasados, pero estamos apostando con el corazón para recuperarnos”.
En Guatemala, el 59 % de la población vive bajo el umbral de la pobreza y uno de cada dos niños sufre de desnutrición, según organismos internacionales y datos oficiales.