Dentro del Universo Marvel, en la pantalla grande, el romance de la poderosa superheroína Wanda Maximoff y el androide Visión, dos miembros de los Avengers, quedó marcado a la vez por su épica y por su tragedia. La última vez que se los vio en el cine, bueno, ya saben: Visión moría, la gema incrustada en su cabeza servía para desatar un apocalipsis, el supervillano Thanos destruía a la mitad de la población del universo, y Wanda desplegaba un poder sobrenatural para combatirlo.
Por eso, a mitad de enero, los fans de Marvel se sorprendieron con la resurrección de esta malograda pareja superheroíca, ahora lejos del cine y de las explosiones, directamente como protagonistas de su propia serie de televisión vía Disney+, y en una desconcertante nueva encarnación: él, un oficinista, ella, una ama de casa y, como escenario, los suburbios en blanco y negro de una Norteamérica Cheeveriana en los años 50.
La serie es la primera incursión del Universo Marvel en la televisión y también el primer acercamiento a un contenido algo-así-como de autor: su producto experimental, de alto riesgo y con ínfulas Lyncheanas por definición. Quizás sea también el paso a un segundo ciclo de la era Marvel, donde la marca, en una estrategia a prueba de covid, ya no dependa de las salas de cine para continuar con su maquinaria mega millonaria, pero también como gesto para seguirle el paso a un público que exige cada vez más de ellos en cuanto a contenidos, que ya no parece contentarse solo con las películas de explosiones y para quien esas películas canónicas podrían no ser suficiente.
“Me parece muy divertida la idea de tomar a estos personajes que sólo hemos visto envueltos en las peores catástrofes, en apocalipsis, en batallas galácticas, y ahora tenerlos preocupados por preparar la cena correcta para su jefe en una casa de suburbio. Ese es el tipo de cosas que yo quiero ver”, explicó Jac Schaeffer, la guionista y showrunner de WandaVision, que ya está ad portas de su último capítulo.
Antes, el Universo Marvel ya había tenido éxito al curiosear dentro de otros géneros cinematográficos en sus películas de superhéroes, hurgando en el pasado reciente para reinventarse. Ahí está Ant Man, como una película heist, es decir, de aventura y estrategia para un gran robo a lo Ocean ‘s 11, Spider-Man, como una entelequia adolescente a lo John Hughes o Thor, como una comedia de tomo y lomo dirigida por Taika Waititi.
Ahora, WandaVision, a mitad de camino entre el homenaje nostálgico a las sitcoms de antaño y el spin off de una de las historias más reconocibles de Marvel, tiene la idea de admiración y remix a la cultura pop como rotundo leitmotiv.
La serie es un paneo desconcertante y amoroso por la sitcom como lenguaje, con gran entendimiento de su formato, desde los años 50 en adelante. Una década diferente por capítulo. Con guiños a The Dick Van Dyke Show o Hechizada, pasando por las series setenteras de clanes familiares como The Brady Bunch, por los jingles de los ochentas y sus terribles peinados, por las comedias familiares de los noventas y dos mil, sus chicos con leñadoras a lo Malcolm in the middle y sus especiales de Halloween.
En la serie, Wanda y Visión —Elizabeth Olsen y Paul Bettany— parecen estar teniendo una segunda oportunidad en un universo paralelo, atrapados dentro de un show de televisión clásico, donde Visión está vivo y la familia puede vivir segura y lejos del apocalipsis.
No mucho se sabe sobre cómo se ha generado esta realidad alterna, y el misterio se devela capítulo a capítulo —multitud de teorías de fanáticos copando las redes sociales después de cada episodio mediante— en una seguidilla de entregas que tienen como referencia a la televisión norteamericana del siglo XX y su historia, donde lo ominoso y lo inquietante de la trama propia se mezcla con las risas grabadas, los decorados de cartón y los punch lines clásicos y forzados característicos del género, muy lejos de la pirotecnia Avenger donde se vio por última vez a los personajes.
“Me encanta cuando aparece una idea que es como: “¡Eso no tiene ningún sentido!”. Me encanta porque entonces yo digo: “Bueno, ¿cómo lo hacemos funcionar?”. Y cuando escuché por primera vez la idea de WandaVision, pensé que era muy emocionante, pero también había una voz muy pequeña dentro de mí que decía: “Bueno, que tengas buena suerte con eso”, confiesa Jac Schaeffer.
Antes de Marvel, Schaeffer, ya se había hecho conocida por Timer, su incomprendido debut cinematográfico de 2009, extraña comedia romántica en clave ciencia ficción, ahora un género híbrido cada vez más popular. Ese imaginario —que ya la había acercado a la franquicia anteriormente como co-guionista de Capitana Marvel y de la inminente Black Widow— la hacía una voz perfecta para hacerse cargo de esta reinterpretación con tintes inquietantes y mucho más misteriosos de los Avengers.
Pero en este nuevo proyecto, donde además de la oferta de estar al mando de su propio show, se le permitía una dosis nueva de libertad autoral, al menos de una extrañeza nueva, Schaeffer cuenta que no estaba interesada en hacer otra película corporativa de Marvel, ni tampoco generar una sitcom del todo, aunque fuese una apuesta pensada para televisión, sino que quería crear algo así como un producto síntesis de ambas cosas, si acaso fuera posible algo como eso.
“Me encanta la comedia como género. Y me encantan las series de comedia para televisión. También me gustan las cosas extrañas: Me encanta Lost. Me encanta Twilight Zone. Me encanta Hitchcock. Creo que ese es el toque autoral que ha tenido esta serie, la especie de cohabitación forzada de estos tonos diferentes. Al principio de mi carrera, me era muy difícil encontrar mi lugar. Muchas de las cosas que escribí no encajaban en ninguna categoría, y creo que eso es lo que me hizo congeniar tan bien con esta idea y lo que mantuvo mi energía a lo largo de los dos últimos años de trabajo, pandemia por medio: lo genial que pueden ser todas estas cosas que me gustan si las sirves en el mismo plato”.