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El covid vuelve a poner entre las cuerdas a los hospitales de Brasil

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Después de un periodo de cierto respiro, el avance del coronavirus ha vuelto a presionar las redes de hospitales de grandes ciudades de Brasil, como Río de Janeiro, Campo Grande, Sao Paulo, Porto Alegre o Curitiba, donde la ocupación de cuidados intensivos ya supera el 90 % en muchas de ellas.

Con unos 180.000 muertos y casi 6,8 millones de infectados en Brasil, al menos siete de las 27 capitales del país ya sobrepasaron el 90 % de ocupación de camas de cuidados intensivos del sistema público de salud, mientras que muchos de los hospitales privados igualmente están al borde del colapso.

Aún con la memoria fresca de las dramáticas escenas vividas en abril, mayo y junio en varios puntos del país, como los entierros en masa en Manaus, capital del Amazonas, ahora una de las situaciones más críticas es la de Campo Grande.

La capital del estado de Mato Grosso do Sul (centro-oeste), de cerca de un millón de habitantes, tiene las camas de cuidados intensivos para pacientes graves con covid-19 totalmente agotadas, ya sea en la red pública o privada.

“Estamos viviendo un cuadro muy dramático, nuestros hospitales llegaron a su capacidad máxima, el promedio de decesos viene creciendo de manera expresiva y seguramente va a empeorar”, señaló en una transmisión en vivo este viernes el secretario de Salud de Mato Grosso do Sul, Geraldo Resende.

Ante el panorama, la Gobernación regional decretó este viernes el toque de queda en todo el estado a partir del lunes y los ciudadanos no podrán salir a las calles entre las 22.00 y 5.00 horas por dos semanas.

También este viernes, los populosos estados de Sao Paulo y Río de Janeiro recrudecieron las medidas de distanciamiento social para frenar la expansión del virus.

Mientras que el Gobierno paulista anunció que la venta de bebidas alcohólicas estará prohibida después de las 20.00 horas, el de Río adoptó medidas para limitar el número de personas que acude a sus playas y zonas de recreación.

EL REBROTE “PUEDE SER MUCHO PEOR”

Si en un primer momento, a mediados de año, los casos y muertes por la covid-19 se concentraron sobre todo en la poblada región sureste del país, en especial Sao Paulo y Río de Janeiro, ahora el coronavirus se expande por todo el territorio brasileño.

Al lado de Campo Grande, otras seis capitales tienen una tasa de ocupación de cuidados intensivos superior al 90 %: Río de Janeiro; Boa Vista y Porto Velho, en la región norte; Porto Alegre, Florianópolis y Curitiba, en el sur.

En Curitiba, las unidades dedicadas a casos graves de la covid-19 en la red pública de salud tienen un 94 % de su capacidad ocupada, con tan sólo 23 camas disponibles, según la secretaría de Salud, mientras que tres de los principales hospitales particulares de la urbe ya han colapsado.

“Ya estamos en el punto en que tenemos que elegir cuál paciente será ingresado en cuidados intensivos, quien ocupará aquella cama. A veces tenemos una cama disponible y cuatro ambulancias estacionadas con casos graves”, afirmó a Efe la médica Raquel Guedes Sobreira, quien trabaja como intensivista en uno de los hospitales de referencia de coronavirus en la ciudad.

Aunque el municipio logró un relativo control de la emergencia sanitaria a mediados del año, la completa flexibilización de las medidas restrictivas llevó a una escalada de casos y decesos en noviembre y, ahora, al colapso hospitalario.

“El Sistema Único de Salud (red de asistencia pública y completamente gratuita) ya está colapsado y los centros privados están a punto de hacerlo. Es decir, ya estamos viviendo ese colapso también en la red privada”, enfatizó Sobreira.

En la misma línea, el epidemiólogo Paulo Latufo explicó a Efe que, cuando la pandemia estalló en Brasil a partir de abril, se concentró en las grandes metrópolis, por lo que los municipios del interior podían ofrecer recursos y abrigar pacientes de las capitales.

Ahora, no obstante, el coronavirus se expandió por todo Brasil, un país de talla continental, con el número de infecciones, muertes y hospitalizaciones “subiendo en todos los lugares”.

“Ya no hay hacia dónde escapar. Antes la red privada que atendía muchos casos de otras ciudades logró frenar la cosa, pero ahora ya no hay esa salida porque no hay vacantes en ningún lado”, expresó Latufo, quien también ejerce como profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo (USP).

Por eso, “la situación desde el punto de vista hospitalario puede ser mucho peor ahora que de la otra vez”, completó.

Tanto Sobreira como Latufo atribuyen la exponencial escalada de contagios y decesos a la “completa relajación” de las medidas de distanciamiento social y a la falta de gestión de la crisis por parte del Gobierno federal de Jair Bolsonaro, uno de los gobernantes más escépticos sobre la covid-19.

Asimismo, evalúan que la celebración de las elecciones municipales, los pasados días 15 y 29 de noviembre, igualmente sirvieron como un propulsor del rebrote en todo el país.

LOS PROFESIONALES DE SALUD ESTÁN “EXHAUSTOS, ENFERMOS O MUERTOS”

A casi diez meses de la confirmación del primer caso de la covid-19 en Brasil, el 26 de febrero, los profesionales de salud que trabajan en el frente de combate a la pandemia llegan a Navidad “exhaustos” ante la “presión emocional, psicológica y física” de su trabajo.

“Nosotros estamos muy cansados. Ya no sabemos si lo podemos aguantar”, aseguró Sobreira.

En su rutina dentro de los centros de cuidados intensivos, la intensivista llega a pasar 12 horas sin comer, beber o usar el baño. Asimismo, tiene que lidiar con la repentina pérdida de decenas de sus compañeros de profesión y con la “impotencia” de no conseguir atender a todos que necesitan.

“Hemos visto varios amigos morir, colegas médicos, enfermeros, técnicos, conductores de ambulancias. Impotencia es la palabra de orden en nuestro medio”, lamentó.

Los equipos de profesionales de salud también enfrentan múltiples bajas debido a enfermedades tanto físicas como mentales.

“Los profesionales están exhaustos, están muriendo o están enfermos”, sintetizó Sobreira.

Otros, completó Latufo ya no quieren arriesgar sus vidas cuando el propio presidente del país rechaza reconocer la gravedad de la situación.

“Bolsonaro dice que (la pandemia) está en el finalito cuando todos los números están subiendo. Entonces muchos dicen ‘yo no voy a sacrificarme por eso'”, recalcó.

Fuente: EFE

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