(EFE).- La Unión Europea respira aliviada por la elección del demócrata Joe Biden como presidente de Estados Unidos y buscará restaurar con él unas relaciones transatlánticas muy deterioradas tras el mandato de Donald Trump, tras cuatro años de tensiones que han llevado al despertar europeo sobre la dependencia de otras potencias.
Si Biden se presentó el sábado como el presidente que “sane” a Estados Unidos de las heridas de la era Trump, en Europa esperan que su mandato sea también cura, o al menos bálsamo, para el desgarrón que las políticas del republicano infligieron en una relación históricamente privilegiada.
Los líderes de los países e instituciones comunitarias recibieron con abierta alegría la victoria de un político que, sin garantías de ser la panacea, saca de la Casa Blanca a un mandatario que ha amenazado a los socios europeos con aranceles, despreciado las instituciones y acuerdos internacionales, mostrado sus simpatías hacia Rusia o dado alas a los populistas del Viejo Continente.
Renovar y reforzar las relaciones entre ambos lados del Atlántico fueron los deseos más repetidos por unos líderes ansiosos de que EE.UU. vuelva a ser un socio fiable que comparta su agenda global.
“Juntos abordaremos los desafíos globales urgentes: la pandemia de Covid-19 y sus consecuencias económicas, el cambio climático y la pérdida de diversidad, las necesarias normas para la economía y sociedad digital, la seguridad global y la reforma del sistema multilateral basado en reglas”, resumió la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
TENSIONES COMERCIALES
El comercio es quizá el área dónde la tensión entre EE.UU. y la UE ha sido más palpable. Para reducir el déficit en la balanza comercial con la UE, la administración Trump ha impuesto aranceles sobre el acero y el aluminio europeos, así sobre el queso, las aceitunas, el aceite de oliva o el vino de Francia, Alemania, España o el Reino Unido.
Sin llegar a una situación de guerra comercial como la abierta con China, las amenazas a Alemania de imponer tarifas a sus coches han sido una constante, en paralelo a los intentos por socavar la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La batalla en la OMC por las ayudas estatales a Boeing y Airbus sigue abierta y la UE debatirá mañana si impone aranceles a EE.UU., aunque apuesta por una solución negociada.
En estos cuatro años, la UE solo ha podido aspirar a paliar daños y lograr “miniacuerdos” comerciales con Washington en ciertas áreas.
Con Biden se espera normalizar las relaciones, que como poco serían más predecibles, y se abre la posibilidad de negociar un auténtico acuerdo comercial impensable con Trump, aunque los analistas advierten de que esto será en cualquier caso complicado.
CLIMA Y SEGURIDAD
La UE espera además que EE.UU. vuelva a sumarse al Acuerdo de París por el clima, del que salió recientemente por decisión de Trump, mientras Biden se ha comprometido a regresar.
Su regreso sería un signo de la vuelta de EE.UU. al sistema multilateral global después de que la política del “America First” de Trump haya sacado al país de varios acuerdos internacionales, incluido el acuerdo nuclear con Irán al que la UE le ha pedido reiteradamente volver, y a cargar contra las instituciones.
La OTAN ha sido la principal víctima de las críticas. El presidente saliente ha puesto en cuestión la Alianza y el papel que juega Estados Unidos, y reclamado con dureza a los aliados europeos (no todos miembros de la UE) que aumenten su contribución económica.
Biden, sin embargo, es un firme partidario de la OTAN, por su poder disuasorio frente a Rusia, y se prevé que con él recupere su importancia como pilar de la seguridad transatlántica en un momento de tensiones internas (entre Turquía y Grecia).
Washington seguirá llamando al resto de aliados a contribuir al gasto militar, como ha hecho tradicionalmente, pero el tono se alejará de la hostilidad empleada por Trump, prevén los analistas.
LA UE, EN BUSCA DE AUTONOMÍA ESTRATÉGICA
Pese a que la derrota del republicano evita el peor escenario para la UE, su paso por la Casa Blanca obligó a los Veintisiete a desterrar la idea de que el gigante estadounidense, gran aliado y protector desde la Segunda Guerra Mundial, estará siempre ahí.
Una pérdida de ingenuidad que, sumada a la creciente rivalidad económica con China y la dependencia de países terceros para suministros esenciales revelada por la pandemia, ha llevado a la UE a emprender una carrera por su “autonomía estratégica”.
Los Veintisiete buscarán una independencia económica en sectores clave y una estrategia política que no les deje atrapados en el enfrentamiento entre China y Estados Unidos, y que les permita actuar ante amenazas propias como las que plantean Turquía o Rusia.
Aún con Biden, se espera que EE.UU. siga reduciendo su presencia en el tablero geopolítico y dirigiendo su interés hacia Asia. Además, el nuevo presidente tendrá que lidiar en casa con un escenario muy complicado por la polarización política, la mala situación económica y el tremendo impacto de la pandemia en el país.
VIENTOS DIFERENTES EN EUROPA
La victoria de Biden ha sido recibida con alivio en casi todas las capitales europeas, con excepción de Budapest y Liubliana.
El primer ministro húngaro Viktor Orban, pese a haber felicitado al ganador, había apoyado a Trump (como ya hizo en 2016), quien le invitó a la Casa Blanca y se ha mostrado condescendiente con el mandatario húngaro pese a sus problemas con el Estado de Derecho.
Pero la nota discordante la ha puesto su homólogo esloveno, el populista conservador Janez Jansa, quien felicitó a Trump por la victoria el miércoles y ayer cuestionó que se congratule a Biden sin que se hayan resuelto las demandas por fraude que ha planteado.
Biden tiene cariz incierto en el Reino Unido, cuya prioridad es negociar un tratado comercial con EE.UU. tras su salida de la UE.
Trump siempre ha mostrado su apoyo al Brexit y gran afinidad con el primer ministro, Boris Johnson, alimentando la idea de cerrar un rápido acuerdo con el Reino Unido. Recientemente, sin embargo, su administración había advertido a Londres de que podía olvidarse de un pacto si incumplía el acuerdo de retirada de la UE.
Esta posición es compartida por Biden, quien nunca ha respaldado el Brexit ni mostrado simpatía alguna por Johnson, quien podría encontrarse ahora con más dificultades de las previstas pese a que los estrechos vínculos entre las potencias anglosajonas.
Por Laura Pérez-Cejuela