Cientos de payasos, músicos, bailarines y otros trabajadores del mundo del espectáculo protestaron hoy en varias ciudades de Italia contra el cierre de los centros de la cultura, decretado por el Gobierno para frenar la pandemia.
Los tres mayores sindicatos -CGIL, CISL y UIL- han convocado para este viernes esta protesta al ver “un error” la clausura de teatros, cines o salas de conciertos ordenada hasta el 24 de noviembre, una medida que recibió enseguida las críticas de todo el sector.
Aseguran que el Gobierno de Giuseppe Conte ha asestado el golpe de gracia a un sector que ya pagaba los estragos de la pandemia, como la falta de público o de nuevas producciones.
Y que además había invertido dinero en adecuarse para respetar los protocolos de seguridad contra el coronavirus para poder reabrir tras el confinamiento y que ahora se ven en la obligación de volver a bajar el telón.
Por esa razón las protestas llegaron a diecisiete ciudades de toda Italia, desde Catania o Bari (sur) hasta Turín, Milán o Trento (norte), siempre en forma de concentraciones estáticas para respetar la distancia entre las personas congregadas.
El lugar elegido en Roma fue el céntrico palacio de Moncecitorio, sede de la Cámara de los Diputados, donde cientos de artistas clamaron contra lo que ven como “la muerte del espectáculo”.
Muchos acudieron ataviados con los que eran sus uniformes de trabajo: tutús, máscaras, narices rojas de esponja e incluso en frac en el caso de los directores de orquesta.
Entre ellos estaba Kevin vestido con el traje circense que antes usaba para deleitar a su público. El joven defiende la total seguridad de los espacios de la cultura, donde la gente se sienta separada para disfrutar de dramas, tragedias o comedias.
Pues en su opinión la cultura es esencial para la sociedad: “Estamos aquí porque por enésima vez no reconocen la utilidad de nuestro trabajo” explica a Efe.
En la misma línea se expresa Vincenzo, bailarín, quien calificó de “contradicción” el hecho de que el Gobierno cierre ahora las salas y teatros mientras no hace nada para, por ejemplo, ampliar la capacidad o frecuencia de los abarrotados transportes públicos.
“Los teatros, probablemente uno de los lugares más seguros”, defiende insistentemente.
No faltaron los carteles y las pancartas en la manifestación romana, todas teñidas por un aire, un temor, fúnebre. La más clara decía “R.I.P”, mientras que en otras se leían lemas como “Un estado que no invierte en su propio teatro está muerto o moribundo”.
También estuvo representado el colectivo de la lírica, tan querido y representativo del Bel Paese, y algunos de sus artistas extendieron en el suelo telas blancas con mensajes como “La ópera se ha quedado muda”.
El mundo de la cultura ha contado con paladines como el afamado director de orquesta, Riccardo Muti, que pidió la reapertura de los cines o teatros al Gobierno y advirtió de los riesgos que entraña privar a la sociedad de la belleza, de la música y del arte.
No obstante todo parece indicar que su situación no se revertirá antes del 24 de noviembre, cuando expira el decreto del Gobierno.
De hecho Italia se prepara para nuevos cierres, incluso confinamientos locales, debido a que los casos positivos no dejan de aumentar, rondando los 25.000 cada día, cifras nunca antes vistos durante la emergencia, aunque ahora se hacen muchas más pruebas.