EFE.-El jefe humanitario de Naciones Unidas, Mark Lowcock, aseguró este martes ante el Consejo de Seguridad de la ONU que están trabajando para ofrecer ayuda a 3.1 millones de sirios para ayudarles a afrontar la “inminente llegada del invierno”.
“Nuestros socios sobre el terreno están trabajando sin descanso para que las familias de toda Siria reciban los suministros que necesitan antes de que bajen las temperaturas. Para hacer eso, necesitan recursos, necesitan acceso y deben estar protegidos”, dijo Lowcock.
“Recordarán las horribles escenas del invierno pasado, cuando las operaciones militares en el noroeste desplazaron a casi un millón de personas en el transcurso de tres meses, con muchas familias huyendo a pie y durmiendo al aire libre en un frío gélido. La mayoría de estas familias todavía están desplazadas. Muchos de ellos se encuentran en refugios que no los protegerán del clima invernal”, agregó el responsable.
Asimismo, Lowcock volvió a insistir hoy ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en las dificultades para entregar ayuda humanitaria en el norte de Siria a través del único pasillo humanitario administrado por la ONU que se mantiene abierto.
“La asistencia transfronteriza, hasta ahora, simplemente no se está brindando en la escala o frecuencia requeridas para satisfacer las necesidades de salud actuales en el noreste de Siria”, dijo Lowcock en una reunión virtual del máximo órgano de la ONU, que hoy discutió la situación en este país mediterráneo.
Según Lowcock, 20 establecimientos médicos de ayuda primaria en estas zonas han informado de que las ayudas que le llegan a través del pasillo humanitario administrado por la ONU entre Turquía y Siria en Bab al Hawa solo reciben el 20 por ciento de los medicamentos que necesitan.
Estos centros han advertido de que estos suministros se agotarán en menos de dos meses.
El responsable agregó que las agencias humanitarias que trabajan en Siria están trabajando para afrontar los retos operacionales y logísticos de la reducción de los pasos fronterizos autorizados a uno solo.
En este sentido, citó la expansión de su espacio en un 100 % para satisfacer el aumento de la demanda.
El pasado julio, tras una semana de sucesivos vetos por parte de Rusia y China, el Consejo de Seguridad aprobó la continuidad por 12 meses de la autorización para usar el paso fronterizo de Bab al Hawa, pero no hizo lo mismo con el otro que continuaba abierto, el de Bab al Salam, el otro cruce por el que la ONU estaba autorizada a llevar ayuda humanitaria desde fuera de Siria.
Esa ayuda llega a Siria sin pasar por las manos del Gobierno del presidente Bachar al Asad y se destina a los últimos territorios que escapan a su control en el país, donde se encuentran tanto grupos armados opositores e islamistas como población civil, en su mayoría desplazados.
Rusia, el gran aliado de Al Asad y actor en el conflicto, considera que continuar la entrega de asistencia desde el exterior supone minar la soberanía de Siria y su integridad territorial.
“En el lado sirio de la frontera, se están llevando a cabo obras en la ruta que conduce a las áreas previamente atendidas a través del cruce de Bab al Salam. El objetivo es completar las reparaciones más urgentes antes de la llegada de la estación invernal”, dijo hoy Lowcock.
En su intervención ante los 15 representantes del Consejo de Seguridad, Lowcock también hizo referencia a la amenaza de la rápida expansión de la pandemia de la covid-19, el desbocado aumento de los precios de los alimentos (un 236 % más que el año pasado), así como la continuidad de la violencia en las zonas fronterizas del noroeste del país con ataques de artillería y bombardeos aéreos.