El sueño, como la alimentación y el ejercicio, es un pilar fundamental para un estilo de vida saludable. El sueño impacta en todo lo que se hace y cuando se altera la cantidad o la calidad, puede perjudicar el desempeño en el hogar, en el trabajo, en el juego, en el aprendizaje y, como si fuera poco, en nuestra salud.
En la Argentina, el 64% de las personas padece trastornos del sueño, según la encuesta internacional The Global Pursuit of Better Sleep Health realizada en 13 países. Es decir, más de seis de cada diez argentinos reconoció sufrir condiciones como insomnio, ronquidos, apnea, síndrome de piernas inquietas o narcolepsia (exceso de somnolencia irresistible durante el día). Si bien el 54% de los adultos reconoció el impacto significativo que el sueño y la falta del mismo tienen sobre su salud y bienestar general, para la mayoría de las personas lograr un buen descanso sigue siendo difícil o no es una prioridad.
El sueño afecta muchas funciones corporales que pueden contribuir a las enfermedades del corazón. Las personas que no duermen lo suficiente también tienen más probabilidades de saltarse los hábitos que contribuyen a un corazón sano, como hacer ejercicio y comer bien.
Dormir lo suficiente puede ser particularmente importante para las personas que ya tienen factores de riesgo de enfermedad cardíaca. Un estudio de 2019 publicado en el Journal of the American Heart Association descubrió que las personas que tenían presión arterial alta o diabetes tipo 2 duplicaron su riesgo de muerte prematura por enfermedad cardíaca o accidente cerebrovascular si dormían menos de seis horas por noche.
La apnea del sueño y el insomnio son factores de riesgo de enfermedad cardíaca
La apnea obstructiva del sueño, o el síndrome de apneas-hipopneas obstructivas durante el sueño (SAHOS), es uno de los más comunes en los adultos mayores. Afecta entre el 4 y el 20% de la población general, aumentando progresivamente este porcentaje luego de los 50 años. Se trata de una patología que se caracteriza por interrupciones repetidas de la respiración (apneas) superiores a los diez segundos que suman, en muchos casos, dos o más horas de inadecuada oxigenación en una sola noche y que se acompaña de diversos síntomas o complicaciones.
De las personas afectadas, sólo una de cada cinco es consciente de su problema y se somete a un oportuno tratamiento, el cual es eficaz en el 90% de los casos. La apnea del sueño se asocia con hipertensión, enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular. Por ejemplo, se encuentra en el 47% al 83% de las personas con enfermedad cardiovascular y en el 35% de las personas con presión arterial alta.
“Existe evidencia creciente de la asociación entre el insomnio y la enfermedad cardiovascular y los factores de riesgo cardiovasculares. Un sueño inadecuado se relaciona con aumento de peso, diabetes, incremento de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca”, explicó a Infobae la médica cardióloga Fiorella Tartaglione (MN 144259).
Según el American College of Cardiology, hasta el 44% de las personas con problemas cardíacos experimentan insomnio. Un estudio taiwanés de 2015 publicado en la revista Psychosomatic Medicine encontró que las personas con insomnio tenían más del doble de riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular que la población general.
Cómo dormir mejor y reducir el riesgo
1. Evitar o minimizar el consumo de cafeína, cigarrillos, y de alcohol.
2. Ejercitarse de forma regular, pero no hacerlo poco antes de la hora de acostarse.
3- Evitar comidas abundantes antes de irse a acostar.
4. Evitar el uso de pantallas (teléfonos, tabletas, computadoras e incluso la televisión) antes de acostarse. La luz azul de las pantallas suprime la producción de la melatonina, lo que retrasa el inicio del sueño.
Como lo recomiendan los CDC, debemos intentar dormir entre 7 y 9 horas cada noche. Tener una buena higiene del sueño, como acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, puede mejorar los patrones de sueño.