Por EFE.- Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) han demostrado que el ejercicio físico vigoroso se asocia a una “descompactación” del corazón, que experimenta cambios y adopta una morfología esponjosa.
Los científicos han observado que la identificación de una estructura cardíaca “no compactada” puede en ocasiones confundirse con una “miocardiopatía” del corazón, una confusión que puede llevar a la decisión de desaconsejar la práctica de ejercicio en casos en los que no sería necesario interrumpirlo.
El estudio, que se publica hoy en “The Journal of American College of Cardiology” forma parte de un proyecto que llevan a cabo el CNIC y la fundación del Banco Santander, que comenzó en el año 2010 y que se ha renovado hasta 2030.
El investigador principal del estudio es el director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, Valentín Fuster, informó hoy este organismo.
Los investigadores han observado que los deportistas presentan una adaptación de su corazón al entrenamiento que, entre otros fenómenos, puede incluir un aumento de las “trabéculas” en su interior (“hipertrabeculación”), algo que es benigno pero que puede confundirse con una patología genética hereditaria, la “miocardiopatía no compactada”, que puede causar muerte súbita.
Según el CNIC, gracias al empleo de las técnicas de resonancia magnética cardiaca se puede cuantificar este fenómeno en una población general (no profesionales del deporte), una información con importantes implicaciones prácticas.
Los investigadores incluyeron en el estudio a un grupo de 700 sujetos, que seguirán siendo evaluados para conocer en detalle la evolución, la reversibilidad y la implicación clínica de esta adaptación del corazón al ejercicio intenso.
El hallazgo más novedoso fue que una tercera parte de los individuos (hombres y mujeres) con un nivel elevado de actividad física vigorosa habitual cumplía además los criterios diagnósticos de “miocardiopatía no compactada”, pero “obviamente” no estaban enfermos.