El abogado de la familia de Breonna Taylor, una afroestadounidense muerta a manos de la policía en Louisville, Kentucky, exhortó a los manifestantes antirracistas a expresar su ira votando en las presidenciales del 3 de noviembre en Estados Unidos.
Desde esta ciudad convertida en el nuevo epicentro del movimiento contra la violencia policial, Ben Crump, que también representa a los familiares de otras víctimas de la policía, George Floyd y Jacob Blake, se pronunció por una “transformación del liderazgo” en Estados Unidos.
A 39 días de la elección presidencial, la ciudad de Kentucky se ha visto sacudida por fuertes protestas, después de que los policías que mataron en su casa a Breonna Taylor el 13 de marzo no fueran inculpados por homicidio.
“Siempre serán ‘ellos contra nosotros'”, dijo Tamika Palmer, madre de Breonna Taylor en declaraciones leídas por su hermana en una conferencia de prensa que se transmitió en vivo por los canales de noticias.
Lanzando varias consignas contra el presidente Donald Trump, que busca la reelección, los manifestantes anunciaron para el 14 de octubre un día nacional para “convertir las manifestaciones en acción política”.
El mandatario republicano, que ha enarbolado el lema de “ley y el orden” en las últimas semanas, ha denunciado regularmente a los “saqueadores” y “anarquistas” del movimiento antirracista.
Su adversario en las urnas, el demócrata Joe Biden, dijo de su lado, que “comprende la frustración” de los manifestantes y los llamó a guardar la calma.
Los familiares de Breonna Taylor, una trabajadora de salud, convocaron a una nueva noche de manifestaciones en Louisville.
“No se puede detener la revolución”, dijo el padre de Jacob Blake -un afroestadounidense que quedó paralítico tras recibir disparos de la policía en Wisconsin-, que habló en apoyo al movimiento.
Los residentes de la ciudad, cuna de la leyenda del boxeo Muhammad Ali, dicen que han sufrido demasiado tiempo abuso o racismo de los policías.
Uno de esos habitantes, Marc Wilson, un afroestadounidense de 49 años que está en silla de ruedas, se mostró convencido de que la policía de Estados Unidos es fundamentalmente “racista” y por ello siempre trae armas. “Los ciudadanos tendrán que protegerse a sí mismos”, señaló.
El jueves y la madrugada del viernes, los manifestantes desafiaron por segunda noche consecutiva el toque de queda vigente en Louisville hasta el final del fin de semana.
Taylor, de 26 años, murió en esa ciudad de 600.000 habitantes, cuando tres oficiales irrumpieron en su casa. Sólo un policía fue inculpado, pero no por la muerte de la joven, sino porque sus disparos pusieron en peligro la vida de sus vecinos.
No se presentaron cargos contra sus dos colegas, cuyos disparos mataron a la joven.