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Mujeres rompen el silencio para denunciar el presunto acoso de un escritor

Infobae- (Colombia) Dos periodistas colombianas, Angie Castellanos y Alejandra Umaña, rompieron el silencio y denunciaron por presunto acoso sexual al cronista Alberto Salcedo Ramos, maestro del periodismo nacional, señalamientos que él niega pero que alentaron a por lo menos otra decena de mujeres a correr el velo.

La denuncia salió a la luz en la plataforma Las Igualadas, del diario El Espectador, que publicó un video en el que Castellanos y Umaña narraron cómo en 2011 y 2013, respectivamente, Salcedo, también profesor universitario, las besó a la fuerza y tocó sus cuerpos contra su voluntad, mientras que a la última la obligó a poner la mano en sus genitales.

“Me tomó mucho tiempo entender completamente lo que había pasado. He escuchado a otras mujeres que pensaron: ‘tal vez solo se le fue la mano hoy conmigo, tal vez hubo una confusión y por eso se portó así’. Yo también intenté normalizar la situación, pero tocar o besar a alguien a la fuerza nunca, nunca será algo normal ni aceptable y por eso hoy estoy denunciando”, relató Castellanos en una entrevista con Efe.

“LE PIDO QUE YA NO MÁS”

Las periodistas de Las Igualadas publicaron un reportaje que recoge los testimonios de otras cinco personas que, sin revelar su identidad, aseguraron haber sido víctimas de acoso por parte de Salcedo, premiado autor de libros de crónicas o reportajes como “La eterna parranda” o “Botellas de náufrago”.

En el relato de Castellanos a Las Igualadas cuenta que estando en el apartamento de Salcedo en Bogotá y después de que este la besó y tocó partes de su cuerpo sin su consentimiento, él “empieza a tocarme mis muslos, a presionarme contra su cuerpo y a hacerme sentir su erección. Después de eso yo le pido que ya no más, que por favor no más”.

Una semana después de esa publicación, Salcedo Ramos divulgó un comunicado en el que aseguró que con Castellanos y con Umaña, conocida por su seudónimo de Amaranta Hank, tuvo “relaciones de adultos” y que “nunca existió un vínculo de subordinación o una posición de poder que representara una amenaza para ellas”.

En un texto de cuatro páginas en el que se refirió a las denuncias hechas ante la Fiscalía, aseguró que “dada la contundencia de las pruebas” a su favor, no descartará “entablar más adelante procesos penales y civiles contra Las Igualadas y, naturalmente, contra el periódico El Espectador, que les da respaldo”.

Para conocer mejor su posición, Efe contactó a Salcedo pero el escritor respondió que prefiere no hablar por ahora del asunto y que lo hará después de “rebatir” las denuncias ante la justicia.

PODER Y PRESTIGIO

El prestigio y reconocimiento de Salcedo -galardonado en 1998 con el Premio de Periodismo Rey de España y cinco veces ganador del Premio Simón Bolívar, el más importante del periodismo colombiano-, fue el primer muro con el que Castellanos asegura que se topó.

“Un par de meses atrás vi un trino (tuit) donde Amaranta Hank expresaba: ‘Ya es hora de hablar del cronista acosador’. Esa noche no pude parar de llorar. Desenterré mis recuerdos del día que conocí a Alberto Salcedo Ramos y ver todo el dolor que esta situación, que pasó hace nueve años, aún me causa me hizo pensar que debía hacer algo al respecto”, recuerda.

Cuando supo que “había más mujeres que habían pasado por algo similar”, se llenó “de rabia” de tan solo pensar que todas estaban “cargando con dolor y culpa aún cuando” habían “sido víctimas”. Eso, dice, le dio la fortaleza para hacer pública su denuncia.

“Él es un cronista prestigioso y eso hace que una mujer joven y que además aspira a hacer una carrera en el mismo medio se amedrente. Contar situaciones de este tipo nunca es fácil. Hay mucho temor al escarnio público, la revictimización es casi inevitable y la justicia es lenta”, sentencia.

DEFENSA DE SALCEDO

En el comunicado a la opinión pública, Salcedo Ramos desestima las acusaciones y cuestiona la “rigurosidad” de la investigación de Las Igualadas.

Según dijo, las periodistas lo contactaron el 8 de septiembre, sin darle “detalles de las denuncias”, para incluir su versión de los hechos en el video que publicarían al día siguiente.

El escritor aseguró que respondió con un texto de 1.164 palabras a las preguntas, cuestionó que sus descargos solo hayan aparecido “en el tramo final, cuando el programa está a punto de concluir”, y reprochó que su “larga respuesta” hubiera sido “reducida a cinco frases sin contexto, parafraseadas o interpretadas con entonación sarcástica”.

Castellanos asegura que la reacción de Salcedo “era una respuesta que esperaba” y recuerda que en las conversaciones que tenían en Facebook para la fecha de los hechos, “incluso después del día que pasó todo”, ella seguía siendo “amable”, situación que imaginó sería utilizada por él para defenderse.

“Sospeché que él usaría esa conversación para decir que todo había sido consensuado. Sin embargo, en esa misma conversación él me dice que quisiera besarme de nuevo, mucho más que la noche esa y ‘sin forzar nada’ lo cual permite inferir que los besos de esa noche fueron forzados”, señala la periodista.

Además considera que contar públicamente por lo “que pasó con Alberto Salcedo Ramos le ha dado fuerza a más mujeres para hacer lo mismo”, y en redes sociales han aparecido al menos una decena de historias de mujeres que dicen haber sido acosadas por el escritor.

En su comunicado, Salcedo dijo haber “sido linchado en público y condenado de antemano”, cuando sabe que “nada de lo que diga para defenderse podría aplacar a los grupos de Twitter, Facebook y demás redes sociales” en su contra.

LA HORA DEL “ME TOO”

Estas denuncias aparecen tres meses después de que la revista Volcánicas publicara una investigación en la que ocho mujeres señalaron al cineasta colombiano Ciro Guerra de supuesto acoso y abuso sexual.

Los testimonios de las denunciantes incluyen conversaciones de WhatsApp con el director de “El abrazo de la serpiente” (2015), película nominada al Óscar a mejor cinta de habla no inglesa, así como los relatos de varios testigos.

Como han narrado algunas mujeres en el caso de Salcedo, la publicación de Volcánicas sugiere que las conductas de Guerra “siguen un patrón que incluye incómodas conversaciones de índole sexual, invitaciones a su hotel o apartamento, y el uso de la fuerza para tocarlas sexualmente, besarlas”.

Pero esos no son lo únicos casos puesto que recientemente también se conocieron acusaciones de estudiantes contra el sociólogo Fabián Sanabria, profesor de la Universidad Nacional, por presunto acoso sexual.

Los relatos fueron publicados en un informe que recogió testimonios de al menos 31 alumnos que señalaron a varios docentes del país de conductas inapropiadas que van desde tocamientos hasta represalias académicas y laborales si no accedían a favores sexuales, denuncias que fueron calificados por Sanabria como “acusación temeraria”.

Castellanos asegura que ahora se siente “fuerte, mucho más segura” que hace nueve años y dice: “Estoy en un proceso de sanación y la denuncia hace parte de ese proceso”.

“Vivimos en una sociedad que ha naturalizado que hombres usen su posición de poder para acercarse con intereses sexuales a jóvenes que los admiran, pero siento que estamos empezando a cuestionar este tipo de relaciones y cada vez más las mujeres nos sentimos en capacidad de frenar en seco situaciones incómodas y de hablar de estas”, reflexiona.

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