Gran Bretaña,(EFE).-El mundo del periodismo rindió este jueves homenaje a Harold Evans, fallecido a los 92 años y que contribuyó a definir el carácter inquisitivo de la prensa británica con las influyentes campañas sociales y las investigaciones que promovió como director de “The Sunday Times”.
Los obituarios que dedican a Evans los principales medios del Reino Unido subrayan su lucha por elevar los estándares periodísticos y, por encima de todo, destacan el ejemplo que sembró con una campaña en 1972 para que se reconocieran los daños que habían sufrido las víctimas de la talidomida.
La presión desde las páginas de “The Sunday Times” forzó al fabricante británico del fármaco, Distillers Company, a incrementar las compensaciones a las víctimas, aunque la empresa era precisamente uno de los principales anunciantes del rotativo.
El periodista, que comenzó su carrera en medios regionales ingleses, impulsó el equipo de investigación que había heredado en su redacción.
Su mayor éxito en ese terreno fue desenmascarar en 1967 como espía soviético a Kim Philby, un alto mando de la inteligencia del Reino Unido, historia que publicó pese a las objeciones del Gobierno, que le advertía de que pondría en peligro la seguridad nacional.
El ejemplo de Evans, que dirigió el dominical entre 1967 y 1981, caló en la cultura periodística británica y contribuyó a forjar un temperamento independiente y combativo en muchos medios, aunque el propio director criticó más tarde a algunos tabloides por ir demasiado lejos y saltarse las normas sobre privacidad con la excusa de destapar noticias.
“Éramos tenaces, eso es verdad. Cuando comenzábamos una campaña persistíamos hasta un punto en el que el asunto no se podía ignorar, por lo que se convertía en un problema y había que resolverlo”, describió Evans aquella labor en una entrevista concedida a “The Independent” en 2004.
FIN DE LA “ERA DORADA”
El fin de la “era dorada” de Evans, tal como la ha descrito el exdirector de “The Guardian” Alan Rusbridger, llegó en 1981, cuando el magnate Rupert Murdoch adquirió “The Times” y “The Sunday Times”.
El australiano le designó director de la edición diaria del periódico, pero su relación se agrió rápidamente y Evans abandonó la empresa un año después.
Al rememorar ese episodio, el periodista achacaba su marcha a las críticas al Gobierno “tory” de Margaret Thatcher que vertía “The Times”, un rotativo de tendencia conservadora.
Evans exorcizó su conciencia con la publicación del libro “Good Times, Bad Times”, donde narraba su experiencia con Murdoch, a quien nunca dejó de criticar por su constante connivencia con los círculos de poder, y se mudó a Estados Unidos en 1983.
Allí forjó una nueva carrera, en la que alternó funciones de director de medios de comunicación con las de ejecutivo editorial. Fundó la revista “Condé Nast Traveler” y llegó a presidir la firma Random House.
Gigante del periodismo
Evans fue uno de los periodistas anglosajones más reconocidos en las últimas décadas del siglo XX, además de un prolífico autor de libros y manuales sobre la profesión.
En 2004 fue nombrado Caballero del Imperio Británico por sus servicios al periodismo, un año después de que una encuesta de los medios especializados “Press Gazette” y “British Journalism Review” le designara como el mejor director de periódico de todos los tiempos.
“Sir Harold Evans fue un gigante entre los periodistas que tratan de poner a los hombres y las mujeres corrientes en el centro de sus informaciones”, declaró hoy a los medios Ian Murray, director de la Sociedad de Editores británica.
Lional Barber, exdirector del “Financial Times”, le describió como un “hombre de periódico brillante y generoso, y un mentor, el mejor director de su generación”.
Su antiguo diario ha destacado que Evans combinaba “la competencia técnica con la pasión moral hasta un grado poco común”.
“Sir Harold Evans fue un gigante entre los periodistas que tratan de poner a los hombres y las mujeres corrientes en el centro de sus informaciones”, declaró hoy a los medios Ian Murray, director de la Sociedad de Editores británica.
Lional Barber, exdirector del “Financial Times”, le describió como un “hombre de periódico brillante y generoso, y un mentor, el mejor director de su generación”.
Su antiguo diario ha destacado que Evans combinaba “la competencia técnica con la pasión moral hasta un grado poco común”.