El País-. En una cumbre celebrada de modo virtual por la pandemia, Donald Trump ha centrado su discurso en atacar al Gobierno de Xi Jinping. Le ha acusado de haber “infectado al mundo” al mentir sobre el coronavirus y ha instado a la ONU a hacerle rendir cuentas. Xi ha replicado contra la “estigmatización” y “politización” de esta crisis mundial.
“En los primeros días del virus, China prohibió los viajes dentro del país mientras permitía que los vuelos abandonaran China e infectaran al mundo”, ha criticado Trump. “El Gobierno chino, y la Organización Mundial de la Salud, que está controlada por China, declararon falsamente que no había pruebas de transmisión entre humanos”, ha continuado, “luego dijeron que las personas sin síntomas no podían contagiar, lo que también era falso”. “Naciones Unidas deben hacer que China rinda cuentas por sus actos”, ha recalcado.
El discurso, grabado en vídeo, ha durado tan solo siete minutos, frente a las largas exposiciones de las asambleas anteriores, pero bastaron para reivindicar el mensaje nacionalista con el que el presidente republicano se estrenó en esa misma institución en 2017. Este martes, además, ha invitado al resto de países a imitar su giro contra el globalismo.
“Durante décadas, las mismas voces cansadas propusieron las mismas soluciones fallidas, buscando ambiciones globales a expensas de su propia gente, pero solo si cuidas de tus propios ciudadanos encontrarás una base real para la cooperación. Como presidente, he rechazado los enfoques del pasado y me siento orgulloso de poner a Estados Unidos primero, tal y como ustedes deberían a sus países primeros, eso está bien, es lo que deberían hacer”, ha señalado.
Una de esas viejas máximas de la diplomacia, o de la política general, dice que el hueco que uno deja enseguida es ocupado por otro, y eso es lo que ocurre en el frente Washington-Pekín. La era de Donald Trump ha allanado el camino para que Xi Jinping intente presentarse al mundo como adalid de la cooperación y la Asamblea de la ONU lo ha mostrado así con claridad. Apenas unos minutos después de la intervención del estadounidense —tan solo separado por el discurso del turco Recep Tayyip Erdogan— ha llegado el turno de palabra de Xi Jinping, quien ha hecho de su discurso un canto al multilateralismo.
“El mundo nunca va a volver al aislamiento y nadie puede cortar los lazos entre países”, ha dicho el líder del régimen chino, quien ha asegurado que su país no va a participar en ninguna guerra “ni fría ni caliente”, en referencia a los múltiples frentes abiertos con Estados Unidos, en el terreno comercial, tecnológico y de defensa. “Los grandes países deben comportarse como grandes países”, ha llegado a decir Xi en tono de regañina, y ha instado al Gobierno de Trump, sin nombrarlo, a no “politizar” o “estigmatizar” la crisis del coronavirus.
El pulso entre ambos Gobiernos comenzó con las críticas a las prácticas proteccionistas de China y las acusaciones de robo de propiedad intelectual a empresas estadounidenses, asunto en el que coincide el rival de Trump en las urnas, el candidato presidencial demócrata Joe Biden. Al inicio de la pandemia, cuando parte del pueblo chino mostró sus quejas por el modo en que el régimen había ocultado el inicio de la crisis, Trump dio un espaldarazo a Xi Jinping. Sin embargo, conforme el coronavirus se extendió por Estados Unidos y crecieron también las críticas contra el presidente estadounidense por su gestión de la pandemia, los cañones se dirigieron a Asia. El país