Sonido de clarines, coronas de flores y medallas para los “héroes”.
Así ha querido el presidente de China, Xi Jinping, celebrar el “éxito” de su país en la “guerra del pueblo contra el coronavirus”.
Los datos disponibles indican que la pandemia ha quedado atrás para el país en el que se reportaron los primeros casos y su líder ha querido celebrarlo con una ceremonia por todo lo alto en la que el Partido Comunista, que gobierna China en solitario desde hace casi 70 años, homenajeó a las víctimas de la enfermedad y a los “héroes” que la han combatido desde los servicios sanitarios.
En el acto, celebrado con la parafernalia de las grandes ocasiones en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, Xi afirmó que China ha superado “un examen histórico y extraordinario”.
“Logramos rápidamente un éxito inicial en la guerra del pueblo contra el coronavirus”, dijo Xi, que entregó vistosas condecoraciones a cuatro profesionales sanitarios, en medio de los aplausos de los centenares de asistentes al acto, algunos con lágrimas en los ojos.
Su mensaje, centrado en resaltar la gestión del partido único y replicado en los medios estatales con especial énfasis en el rol de Xi Jinping, llega en un momento de crecientes tensiones de China con el mundo en múltiples ámbitos, entre ellos, por su respuesta al coronavirus.
Tras el brote inicial en Wuhan, las autoridades chinas impusieron rigurosas restricciones de movimiento que ayudaron a evitar la propagación del virus y la Comisión Nacional de Sanidad de China informó de que no hay contagiados locales en el país desde comienzos de julio. Los 175 infectados activos son todos viajeros procedentes del exterior.
Pero China sigue recibiendo numerosas críticas por su gestión inicial de la epidemia. Estados Unidos y Australia lideran los países que acusan a Pekín de haber ocultado al principio la gravedad de la emergencia y haber permitido con su opacidad la extensión de la enfermedad.
Acusaciones entre Estados Unidos y China
Xi, por el contrario, presentó la gestión china de la crisis como un ejemplo de la eficacia de la gestión del Partido Comunista.
Pekín insiste en que el origen del virus aún se desconoce, pese a que los primeros casos se detectaron en la ciudad de Wuhan y a que las tempranas advertencias del doctor Li Wenliang, uno de los primeros en identificar los síntomas de la nueva enfermedad, fueron silenciadas.
A Li, que fue represaliado por las autoridades por alertar a sus compañeros de profesión en un chat privado y acabó muriendo de covid-19, no se le mencionó en la ceremonia de Pekín.
Su caso provocó una ola de indignación y duras críticas en las controladas redes sociales chinas contra el gobierno chino.
El origen real de la pandemia se ha convertido en una nueva fuente de fricciones entre el gobierno chino y el de Estados Unidos.
Mientras que el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, sugirió en mayo que el virus podría haber sido artificialmente creado en el Instituto de Virología de Wuhan; el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Zhao Lijian, dijo en marzo que “pudo ser el Ejército de Estados Unidos el que trajo la epidemia a Wuhan”.
Ni Pompeo ni Zhao presentaron pruebas.
En la ceremonia, Xi se mostró satisfecho también por la evolución de la economía china.
El Producto Interno Bruto del país subió un 3,2% en el segundo trimestre del año, un dato que contrasta con las principales economías mundiales, que no se han recuperado aún del impacto económico de la pandemia.
“Lideramos la recuperación económica y la lucha contra el coronavirus”, zanjó el mandatario.
Fuente: BBC