Nueva York, EFE.- El observatorio en lo alto del rascacielos Rockefeller de Nueva York, por el que pasan cada año 2 millones de visitantes de todo el mundo, abrió este jueves después de casi cinco meses de pandemia a un tercio de su capacidad habitual y con la esperanza de atraer a los propios neoyorquinos que se hayan quedado sin viajes de vacaciones.
El histórico edificio art-déco, situado en el corazón comercial de Manhattan, ha desplegado una alfombra roja a sus puertas pero no espera que la pisen las largas filas de antaño, ya que ha establecido medidas de seguridad y distancia para evitar la propagación del virus y, sobre todo, es consciente de los pocos turistas que llegan a la gran urbe por la situación sanitaria en EE.UU.
“Hemos reducido nuestra capacidad a un tercio de lo que solíamos ofrecer y tenemos la esperanza y el optimismo de que la gente vuelva, empezando con los vecinos: los neoyorquinos y la gente del área triestatal; quizás aquellos que pueden caminar, conducir o venir en bicicleta hasta aquí”, explicó a Efe la directora gerente del Rockefeller Center, E. B. Kelly.
La ejecutiva, que trabaja para el imperio inmobiliario Tishman Speyer, propietario del complejo de seis bloques en el que se engarza el rascacielos, reconoció que no se esperan “días típicos de agosto” en la zona, aunque en las últimas semanas han comenzado a acudir más visitantes a las tiendas, los restaurantes y las oficinas con el paso a una fase avanzada de reapertura.
“STAYCATION” PARA EL TURISMO LOCAL
El estado de Nueva York, que en marzo pasado fue centro de la pandemia en EE.UU. y acumula más de 418.000 casos y casi 33.000 fallecidos, es ahora el área con menor tasa de contagios y se mantiene estable, por lo que las autoridades imponen cuarentenas de 15 días a los viajeros de prácticamente todo el país, con gran impacto en un turismo ya despojado de llegadas internacionales.
“Esperamos empezar atrayendo a la población de nuestro alrededor, muchos neoyorquinos que pueden haber cancelado sus planes de verano por la COVID-19. Nos gusta pensar que en el Rockefeller Center puedes venir y pasar un día entero que se siente exactamente como una ‘staycation’ (vacaciones sin salir de la ciudad)”, explicó Kelly.
Unas 350.000 personas al día, de acuerdo a datos de Tishman Speyer, visitaban las distintas atracciones del complejo comercial en el que hoy se ven tiendas cerradas, o abiertas pero a medias; restaurantes con mesas en el exterior poco ocupadas y desangelada la plaza donde se instala el árbol de Navidad, que antes era difícil atravesar sin aparecer en la foto de algún turista.
PANORÁMICA CON SEGURIDAD
La misma sensación de vacío es palpable al acceder al observatorio del Rockefeller, que se hace por intervalos de tiempo -el horario ha sido reducido- para evitar aglomeraciones, siguiendo señales de distanciamiento social y flechas en el suelo para mantener separados los sentidos de la marcha.
Los ascensores, que tardan apenas un minuto en alcanzar el piso 67 del rascacielos, ahora solo dan cabida a cuatro personas como máximo, o si se da el caso a grupos más grandes o familiares que hayan llegado juntos, según indicó un portavoz de la compañía.
Al poner pie en el observatorio con la terraza al aire libre más grande de la ciudad, casi 900 metros cuadrados repartidos en tres alturas, la panorámica de Nueva York parece no haber cambiado en cinco meses, ya que sigue siendo igual de imponente, pero el entorno desde el que se observa la postal sí.
Habitualmente cuesta encontrar hueco entre las decenas de visitantes para hacerse una foto sin nadie que obstruya las vistas al Empire State o a Central Park, pero ahora lo complicado es que se cuele cualquier otro humano, ataviado obligatoriamente con mascarilla, en la instantánea.
ATRAER VISITAS, LA MISIÓN
Para fomentar las visitas, la organización da entrada gratis hasta principios de septiembre a los niños y próximamente celebrará un fin de semana dedicado a los trabajadores esenciales, mientras que hay “planes” de instalar más adelante este año en la plaza del rascacielos mercados de comida fresca y preparada, indicó Kelly.
El entretenimiento de los alrededores, desde Broadway hasta la sala del radio City Music Hall, está cancelado hasta el año que viene, lo que ha hecho mella en un sector turístico que el año pasado recibió 66 millones de visitantes, la mayoría de EE.UU., generó 71.000 millones de dólares y 400.000 trabajos, de acuerdo al organismo local NYC & Company.
No obstante, y sin querer hacer estimaciones, el Rockefeller ha mantenido “conversaciones cercanas incluso durante el tiempo que ha estado cerrado, con aquellas personas que históricamente vienen a ver el observatorio, grupos de escuelas, viajeros internacionales, así que esperamos ver esas caras familiares ahora que hemos vuelto a abrir”, expresó la ejecutiva.