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Desinformación en Internet: bulos y mitos alimentarios

Las falsas creencias y bulos alimentarios son muy frecuentes en Internet. Algunas de ellas parecen inofensivas, pero otras pueden causar graves consecuencias en la salud.

Beatriz Robles Come seguro comiendo de todo (Planeta). Una guía frente a los malos hábitos y las falsas creencias en materia alimentaria. Además,  colabora en la iniciativa #SaludSinBulos y es una de las autoras de la I Guía de los Bulos de la Alimentación.

“Los bulos pueden tener muchos orígenes. Algunos son creencias que arrastramos desde hace años y por mucho que se desmientan permanecen en nuestro ideario. Otros están incentivados por un interés y otros se fabrican para crear desinformación”, explica la nutricionista sobre su origen. Confluyen muchos factores e intereses en su creación.

Para la experta, el objetivo de estos bulos es claro: condicionar nuestras elecciones alimentarias. “En el momento que no tenemos acceso a la información o que tenemos demasiada, pero no es de buena calidad, nuestras elecciones alimentarias no son libres”, indica.

Algunos de los bulos más extendidos tienen que ver con el consumo de alimentos ecológicos, el uso excesivo de aditivos o la administración de antibióticos en la cría de animales para consumo humano. “Si un producto lleva un montón de aditivos, el problema será el producto en su conjunto y no los aditivos”, ejemplifica la autora.

Algunas recomendaciones

Para evitar caer en informaciones falsas, Beatriz Robles propone una serie de pautas para buscar información fiable sobre alimentación en Internet.

Tener criterio propio para diferenciar la buena y mala información

Fijarnos en la procedencia de la información

Prestar atención a los titulares que pueden no corresponderse con el contenido

Tener en cuenta que no todos los estudios científicos de las informaciones son extrapolables a humanos

Robles insiste en que los bulos pueden afectar a mucha gente y volverse masivos. “Como profesional de la alimentación puedo dar algunas pautas para saber a dónde acudir, pero es fundamental que estemos todos alerta y que tengamos nuestros propios filtros”, explica la tecnóloga de los alimentos. Por ello, es esencial desarrollar un pensamiento crítico que nos ayude a distinguirlos.

Las consecuencias de estas falsas informaciones repercuten tanto en la salud como en la economía de la población. “Hay veces que optamos por productos que creemos que pueden tener un valor añadido y, por lo tanto, son más caros. Luego resulta que desde le punto de vista nutricional pueden ser peores”, advierte.

Los bulos alimentarios, además, crean un contexto en el que no se diferencia qué producto es sano y cuál no. Aunque gran parte de la población conoce las pautas básicas de una alimentación saludable, estas quedan diluidas entre muchos otros mensajes. “Si nuestra dieta está condicionada por estas informaciones se pueden desarrollar enfermedades no transmisibles como obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares”, sostiene la especialista.

Come seguro comiendo de todo

Come seguro comiendo de todo es en palabras de su autora “una guía con unas pautas muy claras y básicas para nuestro hogar”. En esta publicación, ofrece una serie de consejos para evitar errores comunes en la cocina y reducir riesgos alimentarios.

“Al principio parece abrumador, pero luego lo asumes como parte de tu rutina y mejora mucho la seguridad de lo que comemos”, expresa la autora.

Beatriz Robles colabora, además, con #SaludSinBulos. Una iniciativa de la agencia COM Salud y la Asociación de Investigadores en eSalud para combatir los bulos y desinformación sobre salud en la Red.

Junto a Gemma del Caño y Pablo Ojeda han publicado la I Guía de los Bulos en Alimentación. En ella se recogen y desmitifican algunas  de las falsas creencias arraigadas en nuestra sociedad sobre alimentaión. “Tratamos de ser un lugar fiable para buscar esa información sobre salud que nos acaba afectando a todos”, señala Beatriz Robles.

Bulos y COVID-19

Las crisis siempre son oportunidades para la difusión de bulos. “La desinformación se apoya en un componente emocional”, comenta la nutricionista. Al recibir informaciones se despiertan sentimientos: indignación, rabia o miedo.

“En una crisis como esta, en la que el miedo es un factor fundamental, todos los bulos en torno a la COVID-19 van a encontrar una difusión muy rápida”, opina. Al no tratarse de una enfermedad de transmisión alimentaria los bulos sobre alimentación han estado más acotados.

El factor positivo es que tras esta crisis sanitaria se prestará más atención a la alimentación. “Antes nadie se paraba a pensar si había un trabajo importante detrás de los alimentos hasta llegar al punto de venta. Ahora nos estamos preocupando y preguntando qué podemos hacer para no estropear ese trabajo”, expresa la experta.

Ahora existe una mayor conciencia sobre la seguridad alimentaria y la calidad de los productos que llegan al último eslabón de la cadena alimentaria: nosotros.

Fuente: EFE

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