Bogotá, EFE.- El diseñador colombiano Esteban Cortázar, quien saltó a la fama en 2007 al tomar las riendas creativas de la firma francesa Emanuel Ungaro con tan solo 24 años, considera hoy “irrespetuoso” hacer moda de lujo en medio de la pandemia y cuando el mundo grita a través de diferentes movimientos sociales que existe la desigualdad.
En una entrevista telefónica con Efe desde París este bogotano que creció en Miami dijo que, aunque quiere “trabajar más en Colombia”, el 2020 se lo tomará con calma.
“La verdad no me parece relevante hacer colecciones de lujo en medio de la pandemia porque no van con el tiempo actual debido a que, primero, la gente no puede salir de su casa ni mucho menos lucir prendas así, y segundo, no es respetuoso hacer cosas caras en esta crisis ya que solo las puede comprar el 1 % de la población”, manifestó Cortázar.
Para él, lo importante ahora es enviar con sus prendas “un mensaje de amor e inclusión que ayude a que las personas alrededor del mundo se sientan mejor consigo mismas y no más aisladas, tristes y divididas de lo que pueden estar”.
UN ANTES Y UN DESPUÉS
Aunque desde siempre el glamour y el lujo han hecho parte de la vida de Esteban Cortázar y de las celebridades con las que trabaja, un cambio de mentalidad comenzó a gestarse en él al ver la manera como en diferentes lugares del planeta las personas salían a las calles para exigir igualdad y denunciar los atropellos de los que son víctimas.
Uno de los puntos de quiebre del diseñador fue el movimiento internacional “Black Lives Matter” (Las vidas negras importan), que comenzó en 2013 con la absolución en Estados Unidos de George Zimmerman por la muerte del adolescente afroamericano Trayvon Martin a causa de un disparo.
Sin embargo, las protestas tomaron fuerza el pasado 25 de mayo cuando un agente policial de Mineápolis se arrodilló sobre el cuello del también afroamericano George Floyd durante un arresto causándole la muerte.
“Para mí fue muy conmovedor porque me hizo entender que el mensaje que debo dar con mi ropa debe ser coherente con lo que pasa hoy con la pandemia y los movimientos sociales para volvernos más tolerantes, aceptar las diferencias y quitarnos de la cabeza los prejuicios”, comentó.
MÁS BIENESTAR QUE LUJO
A finales de febrero de este año Cortázar estuvo unos días en Colombia.
A su tierra, la misma que suele plasmar en el colorido y alegría de las piezas que crea, volvió para hacer la producción de la campaña de la colección “EC + Taeq”, que presentó esta semana virtualmente junto al colombiano Grupo Éxito.
La idea era celebrar los 10 años del que fue el primer trabajo colaborativo entre los dos y que consideró estuvo basado en aquella época “en las tendencias y la moda europea” ya que su intención fue “compartir lo que vivía en París pues fue justo después de estar en la casa Ungaro”, de la que hizo parte hasta el 2009.
Sin embargo, este año tras regresar de Colombia a su residencia en la capital francesa el mundo cambió y la gente se encerró para evitar la propagación del letal coronavirus.
Al principio, aseguró, “fue un shock total para todos porque no sabíamos qué hacer, pero luego el confinamiento de alguna manera nos empujó a darle mucho detalle a la colección porque trabajaba desde mi casa y me concentré para tratar de darle más amor a lo que estaba haciendo”.
Por ello, más reflexivo y maduro que hace 10 años, Cortázar consideró que la primera colección que hizo junto al Grupo Éxito tuvo “un toque superficial que igual gusta porque es parte del contexto de la industria de la moda”.
Sin embargo, cuando lo volvieron a invitar supo que lo que había que mostrar era “algo que hiciera alusión a la vida en equilibrio y el bienestar”.
Para ello, “me pregunté qué quiere decir bienestar para mí y cómo podía conectar mis valores con ese concepto que, en mi caso, hace alusión a inclusión, diversidad, la conexión que tenemos con la naturaleza y con nuestras raíces, el amor, la meditación, la música y la contemplación”, añadió.
De ese modo, “EC + Taeq” es, en sus palabras, “una colección llena de color y esperanza”, que requirió el esfuerzo de 1.221 colombianos, de los cuales 757 son madres cabezas de familia.
Para la paleta de colores, Cortázar encontró inspiración en las fachadas de pequeños pueblos colombianos como Salento, Barichara, Getsemaní y Guatapé, mientras que los estampados son interpretaciones abstractas de las formas y texturas de las artesanías locales.
La colección incluye 77 referencias de ropa exterior y accesorios, tres de calzado, cuatro de marroquinería y 21 de alimentos, entre los que figuran jugos de mezclas entre frutas y verduras exóticas como la gulupa, el carambolo y el yacón.
CAMBIO PERSONAL Y PROFESIONAL
Al hablar con Efe después de la prisa del día en el que presentó su nueva propuesta, Cortázar, ya más tranquilo, recordó que llevaba un tiempo largo, mucho antes de la pandemia, sintiendo la necesidad de que en lo personal y profesional llegara un cambio.
“No me sentía contento con el ritmo que estaba viviendo porque me parecía que iba demasiado rápido. El año pasado tomé decisiones duras pero hoy me siento afortunado porque, por ejemplo, paré de hacer desfiles ya que sentía que me estaban drenando la energía y económicamente por siempre querer estar presente”, aseguró.
En esa búsqueda entendió que lo mejor era optar por “cosas que fueran más saludables para la mente y el espíritu y para el camino” que quiere tomar y que pronto lo llevarán a hacer una colección con el club de fútbol profesional París Saint-Germain que celebra sus 50 años.
Y es que, afirmó, “yo sí siento que la pandemia nos está cambiando pero también creo que está dividiendo mucho a la gente porque hay muchas personas que tienen privilegios mientras otras no están bien y sufren porque no tienen trabajo ni qué comer”.
De lo anterior se desprende el hecho de que para Cortázar “en Colombia llegó el momento de construir una industria fuerte al apropiarnos de lo local y darle una mano a los productores nacionales para poder juntos sentir que hicimos algo bueno y que marque la diferencia para nosotros y para los demás más allá de los lujos y lo superficial”.
Claudia Polanco Yermanos
