Brasilia, EFE.- Los bares y restaurantes volvieron a abrir este miércoles en Brasilia, tras cuatro meses cerrados y con la pandemia de coronavirus aún acelerando en la capital de un país que ya suma más de 74.000 muertes y cerca de dos millones de casos.
La reapertura de los locales gastronómicos sigue los pasos de otras grandes ciudades del país, como Río de Janeiro y Sao Paulo, que, al igual que Brasilia, han retomado esas actividades con la pandemia aún no controlada y la curva en ascenso o estabilizada en altas tasas de contagios.
De hecho, según datos de las secretarías regionales de salud, se ha registrado a lo largo de la última semana una media de 1.056 muertes diarias por coronavirus, la más alta desde que se comprobó el primer fallecimiento por esa enfermedad en este país de unos 210 millones de habitantes, en marzo pasado.
En la capital brasileña, que tiene tres millones de habitantes, la COVID-19 deja hasta hoy 974 muertos y 74.300 casos, pero en las últimas semanas esos números han subido en forma exponencial, como ocurre en otras zonas del país.
La lista de enfermos incluye al presidente Jair Bolsonaro, líder de la ultraderecha recluido en su residencia oficial desde hace una semana, afectado por un virus que llegó a calificar de “gripecita” y que también sufre una abuela de su esposa y primera dama de Brasil.
Algunos científicos han mostrado cierta preocupación frente a la reapertura de bares y restaurantes, considerados potenciales focos de contagio, pues Brasilia está en medio de una época de sequía que acabará en octubre y en la que cada año se agudiza la incidencia de las enfermedades respiratorias.
Sin embargo, como en casi todo resto del mundo, las autoridades del Distrito Federal de Brasilia han justificado esa decisión en la necesidad de impedir un mayor impacto económico y social.
QUIEBRAN LOS MÁS PEQUEÑOS Y TAMBIÉN LOS MÁS ENCOPETADOS
De acuerdo con la Asociación de Bares y Restaurantes de Brasilia, el 25 % de los casi 10.000 establecimientos de la ciudad quebraron por la parálisis de los últimos cuatro meses y unas 40.000 personas han perdido sus empleos en el sector, una crisis que se replica en una medida similar en casi todo el país.
En Brasilia, la mayoría de los que no han resistido eran pequeños comedores y bares, pero la lista de los establecimientos que ya no volverán a abrir incluye algunos de los locales más tradicionales y encopetados de la capital.
Entre ellos, el Piantella, un restaurante que fue el preferido de políticos, diplomáticos y grandes empresarios, un reconocido punto de cabildeo y hasta de conspiraciones, que el pasado mayo cerró sus puertas tras 44 años de actividad, que no son pocos en una ciudad nacida desde la primera piedra e inaugurada hace apenas 60 años.
Para la reapertura se han ordenado todas las medidas preceptivas de prevención, que en algunos casos han ido un poco más allá de lo determinado, como en algunos restaurantes que han creado una suerte de grandes “burbujas” hechas de material plástico, en cuyo interior han instalado mesas para un máximo de cuatro personas.
La intención de las autoridades y los propios comerciantes es que no se repitan escenas vistas hace diez días en Río de Janeiro, donde la vuelta de bares y restaurantes propició que miles de personas se apiñaran en locales y aceras, como si la pandemia hubiera acabado.
Al menos en los primeros momentos de la reapertura, al mediodía de este miércoles, la prudencia era la norma en Brasilia y no fueron muchas las personas que decidieron volver a comer fuera de casa o a sentarse en un bar a beber una cerveza.
No obstante, la preocupación de las autoridades está centrada más en las noches, cuando se teme que puedan producirse aglomeraciones mayores, sobre todo en los numerosos bares de la ciudad.
Frente a esa posibilidad, el Gobierno del Distrito Federal de Brasilia ya ha anunciado que redoblará el número de fiscales en las calles, a fin de evitar que los bares sean “espacios de contagio” e impedir tener que volver atrás en las medidas de reapertura.
Eduardo Davis