La Haya, EFE.- El presidente francés, Emmanuel Macron, trató este martes de limar diferencias con el primer ministro holandés, Mark Rutte, en una reunión cara a cara en La Haya, en la que intentó cerrar las grietas surgidas durante la pandemia y subrayar la urgencia de llegar a un acuerdo en la cumbre del 17 de julio sobre el fondo de recuperación de la UE tras el coronavirus.
Ha sido el primer encuentro entre ambos dirigentes desde la pandemia y tenía el objetivo de romper la oposición de Rutte a mutualizar la deuda en la UE y al fondo de recuperación europeo, de 750.000 millones de euros, para hacer frente al impacto económico de la enfermedad.
Este plan prevé entregar a los países más afectados por el virus 500.000 millones de euros en concepto de subvenciones y 250.000 millones a través de préstamos a devolver.
Ninguno de los dos dirigentes hizo declaraciones a la prensa en La Haya, más allá de saludar sonrientes a las cámaras, haciendo alguna broma mientras cruzaban a pie la plaza central del complejo de edificios del Binnenhof, donde se encuentran el Parlamento y la oficina de Rutte, en la que tuvo lugar la reunión.
Fuentes de La Haya ya habían advertido de que las conversaciones serían privadas y que no habría declaraciones a la prensa, y que Rutte y Macron dedicarían la mayor parte de su encuentro a “preparar” la cumbre europea del próximo julio, en particular lo que concierne al controvertido plan de reconstrucción de la UE posterior a la pandemia.
En un breve mensaje de Twitter, el jefe del Gobierno holandés celebró la reunión con Macron y aseguró que han hablado “en particular del plan de recuperación como respuesta a la covid-19, propuesto por la Comisión Europea”, y sobre el presupuesto de la UE.
Momentos antes de entrar en la reunión, Macron subrayó que “frente a la covid-19 la solidaridad entre los europeos ha salvado vidas”, y recordó que unos 200 pacientes franceses fueron tratados por Alemania, Suiza, Luxemburgo y Austria en plena pandemia, y que París entregó equipos médicos a varios países, incluida Italia.
“Supimos cómo mantenernos unidos durante la crisis sanitaria. Debemos seguir así para superar la crisis económica y social que atraviesa Europa. Saldremos aún más fuertes. De aquí al Consejo Europeo de julio debemos convencer a nuestros socios sobre la base del acuerdo franco-alemán. Las negociaciones avanzan y hay que escuchar a todos”, aseguró en su Twitter.
Mientras Macron cree en la necesidad de cerrar los términos del nuevo fondo antes de las vacaciones de verano, Rutte no ve la urgencia, ni es optimista sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo en la reunión del próximo mes, y justifica que ya hay un paquete de ayudas aprobado por los Veintisiete al que “nadie ha recurrido” aún: los 540.000 millones de euros en créditos para Estados y empresas acordados en abril por el Eurogrupo.
Esa batería de medidas aprobada por los ministros de Economía y Finanzas son un estímulo inmediato para empresas mediante un programa del Banco Europeo de Inversiones (BEI); para países, a través de la línea de crédito del Mecanismo Europeo de Estabilidad; y para trabajadores, gracias al programa SURE, destinado a costear la aplicación de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).
El dirigente holandés considera que estas medidas son suficientes de momento y dan tiempo para negociar ese nuevo fondo “sin prisas”, en especial los detalles de las condiciones de acceso; es decir, la exigencia de reformas económicas a nivel nacional, una justificación clara de dónde y en qué se invertirá el dinero, y que cada euro utilizado del fondo será en concepto de “préstamo” y no de “donación”.
Aunque ya no cuenta con su aliado alemán para exigir reglas estrictas y disciplina fiscal en la Unión Europea, Rutte no está solo en esta postura, puesto que cuenta con el respaldo de lo que se conoce como los “cuatro países austeros” -Dinamarca, Austria y Suecia, liderados por Holanda- para frenar la actual propuesta, respaldada por París y Berlín.
Más allá del fondo de recuperación, ambos dirigentes tenían otros asuntos sobre la mesa, como el plan de rescate de Air France-KLM, dos paquetes de préstamos entregados por separado por cada Estado, el francés y holandés, a sus respectivas aerolíneas, con el objetivo de ayudar a remontar a un grupo empresarial en el que tratan de ganar cada vez más influencia.
Mientras el primer ministro holandés cenaba en privado en un restaurante de La Haya con Macron, el ministro de Exteriores holandés, Stef Blok, estaba reunido con su homólogo italiano, Luigi Di Maio, en Roma, antes de dirigirse este miércoles a Madrid para un encuentro con la ministra española de Exteriores, Arancha González Laya, siempre con el fondo de recuperación como tema principal de la agenda.