Todo el mundo le gusta lucir una sonrisa radiante porque unos dientes sanos, blancos, y correctamente dispuestos, contribuyen a dar armonía al rostro y aumentan el atractivo de una persona. Quizás por eso en los últimos años los dentistas han observado que se ha producido un significativo aumento en la demanda de tratamientos estéticos como el blanqueamiento dental.
Pero si este deseo se convierte en una obsesión por tener los dientes blancos, lo que se conoce como blancorexia, y se abusa de estos tratamientos –lo normal es realizarse uno cada cinco o seis años– o, lo que es peor, se utilizan sustancias blanqueantes sin supervisión profesional, se puede llegar a perjudicar la salud bucodental.
El blanco no es el color natural de los dientes, afirman los expertos, sino que este se asemeja más a un tono marfil y, además, está condicionado por aspectos genéticos y hábitos de alimentación e, incluso, por el consumo de ciertos medicamentos. Los tratamientos aclaran el tono, pero no siempre se puede conseguir el blanco que demandan algunos pacientes.
Las personas con blancorexia, obsesionadas por tener la sonrisa perfecta de los famosos y los modelos publicitarios, suelen recurrir a productos que se comercializan en farmacias, parafarmacias y supermercados, y hacerse los tratamientos por su cuenta, con mayor frecuencia de la recomendable, y sin supervisión especializada. Este trastorno, que afecta a ambos sexos, requiere atención psicológica, como ocurre con otro tipo de obsesiones o manías.
Riesgos del blanqueamiento sin control
Aplicarse tratamientos para blanquearse los dientes sin control puede afectar negativamente a la salud bucodental y, según advierten los dentistas, provocar efectos secundarios como grietas, hipersensibilidad dental, o lesiones en la pulpa dentaria que pueden incluso causar la muerte y pérdida del diente por una necrosis pulpar.
El blanqueamiento dental es una técnica que tiene que ser realizada por profesionales, que son los que están cualificados para determinar si una persona tiene una buena salud oral, y cuál es el tratamiento más adecuado y menos invasivo en cada caso, ya que las sustancias químicas que contienen los blanqueantes pueden irritar las encías o dañar el esmalte, y es necesario dejar pasar un tiempo entre un tratamiento y el siguiente.
Para realizar el blanqueamiento el especialista tiene que aumentar la porosidad de los dientes para que ciertas sustancias penetren en su interior, y se protegen las encías del paciente, ya que algunos de los productos utilizados, como el peróxido de hidrógeno o de carbamida, pueden resultar tóxicos a determinadas dosis, y dañar dientes y encías.
En las clínicas odontológicas se emplean, además, técnicas como el láser o el blanqueamiento por luz fría con el fin de activar las sustancias que se aplican sobre la dentadura, y el tratamiento se combina con el uso de productos en el domicilio, siempre bajo la supervisión del especialista, lo que resulta más eficaz y evita efectos secundarios indeseados.
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