Entre los motivos de no abrir sus puertas al público se encuentra el miedo a trabajar con pérdidas ante la posibilidad de que el consumo no se reactive de inmediato; la necesidad de poner a punto los establecimientos para garantizar los protocolos de seguridad o el temor a los contagios por la pandemia, señala esta asociación.
“Italia está probando a volver a la normalidad, pero hay muchos miedos, miedo a los contagios, miedo a que la gente no gaste y afronte esta situación con menos ingresos, miedo por parte de las empresas a no recuperar lo perdido”, explica a EFE por su parte el director del centro de investigación de la patronal italiana, Stefano Manzocchi.
Según estima Confcommercio, el confinamiento decretado por el Gobierno italiano para frenar la propagación del coronavirus hundió el consumo en marzo en un 30,1 % en comparación con el mismo mes del 2019 y un 47,6 % en abril.
La reapertura de este lunes es fundamental para el sector del comercio, que se ha visto duramente golpeado por el impacto de la pandemia, pero Confcommercio no arroja cifras demasiado optimistas y vaticina que estas actividades recuperarán “al principio solo el 30 % de la facturación registrada en el mismo período del año pasado, para llegar al final del año en torno al 50 %”.
El Gobierno italiano ha autorizado desde hoy la apertura de la gran mayoría de las actividades comerciales en todo el país, y también de playas y hoteles; mientras que el 25 de mayo abrirán gimnasios y piscinas, y desde el 15 de junio teatros y cines.
El Banco de Italia calcula que durante los dos meses de bloqueo nacional, que comenzó el 9 de marzo en el país, cada semana se han perdido 9.000 millones del producto interior bruto (PIB) italiano.
Italia entró en el primer trimestre del año en recesión técnica, después de que su PIB se contrajera un 4,7 % entre enero y marzo, según el dato adelantado del Instituto Nacional de Estadística italiano, y un 0,3 % en el último trimestre de 2019.