Lima, EFE.- Iquitos, la mayor ciudad de la Amazonía peruana, el pulmón verde del planeta, se está muriendo literalmente por falta de oxígeno, azotada por el brote más fuerte del COVID-19 en Perú que ha colapsado su sistema sanitario y expuesto el drama y la precariedad de la vida en el corazón de la selva.
Oficialmente, en Loreto, la región peruana de la que Iquitos es capital, registra 1.666 casos confirmados de la enfermedad y 67 muertos desde el inicio de la emergencia, hace ya más de dos meses.
Sin embargo, los médicos, los ciudadanos, los líderes sociales y los medios registran un embate de la pandemia devastador, con más de 20 muertos diarios en el hospital regional y decenas de miles de personas infectadas que se están muriendo fundamentalmente por la escasez de un insumo básico para el tratamiento de esta enfermedad: el oxígeno.
LA BATALLA DE IQUITOS
“Estoy desde el primer día de lo que llamamos la batalla de Iquitos, es increíble lo que sucede…Son cosas que nunca he visto a pesar de los años que tengo, se nos mueren nuestros compañeros, la gente, por falta de oxígeno, es dramático…La gente no tiene tiempo de llorar a los muertos, porque cuando se ha muerto el padre, tienen al hermano a un costado agonizando”, dijo a Efe Luis Espinoza, médico infectólogo del Hospital Regional de Loreto.
Agotado y tembloroso, tras casi “dos meses sin dormir”, Espinoza afirma que tan solo en el hospital ya han muerto más de 300 personas, mientras la ayuda del gobierno “llega a cuentagotas” y no “hace impacto”.
“El oxígeno es indispensable, necesitamos unos 500 galones diarios y no llegamos ni a cien…No había ni para los compañeros médicos, que ya son cinco los muertos, en la UCI no hay…Esto debe ser declarado zona de guerra”, reclamó.
CURVA ASCENDENTE
Carlos Calampa, director del Hospital Regional de Loreto y que este jueves fue nombrado nuevo director regional de Salud de la provincia , abundó en ese relato crítico.
“La curva de la enfermedad es ascendente y creemos que debe llegar a su pico entre el 18 o 20 (de mayo). Los muertos se van a disparar si no hay restricciones. Tenemos en promedio, solo en el hospital, de 20 a 23 muertos por noche, sin contar lo que se recoge de otros lugares de la región”, añadió.
Según Calampa, el desmoronamiento de la situación se ha debido en gran parte a que la población no siguió las pautas de distanciamiento social y se siguió aglomerando en banco y mercados.
Precisamente, esta jornada amaneció en Iquitos con el anuncio de que el principal mercado de abastos del distrito de Belén, el barrio más marginal de la ciudad, ubicado sobre las aguas del mismo río Amazonas, será cerrado para impedir la expansión del virus.
“Ahora tenemos un 75 % de población infectada, que se desplaza y está afectando a la gente mayor y los de gran riesgo, que llegan al hospital con una alta tasa de mortalidad, que se tiende a incrementar debido a las pocas posibilidades de tener acceso a ventilador mecánico y a oxígeno. El 80% de los pacientes necesitan oxígeno, eso significa tener 280 balones, pero eso no sucede”, reconoció.
Como un mantra que varios loretanos no cesan de señalar en esta crisis cada vez que hablan con la prensa, Calampa insistió con un mensaje claro: “Loreto es el pulmón del mundo, y necesita sobrevivir. Dennos para seguir viviendo, no tener oxígeno es la muerte”.
OXÍGENO Y MÁS OXÍGENO
Producir oxígeno se ha convertido precisamente en la cruzada personal de varias personalidades de Loreto, lideradas por miembros de la Iglesia Católica como el padre Raimundo Portelli, un reconocido agente social en la zona que en apenas 24 horas logró recolectar donaciones millonarias para la instalación de una planta de oxígeno en la ciudad.
Portelli, de origen maltés y con 25 años viviendo en Iquitos, es también médico cirujano y atiende en su iglesia de la ciudad a sesenta pacientes de Covid-19, ya que “la atención de los hospitales está completa”.
“Oxígeno no hay, simplemente no hay y la planta no abastece lo suficiente. Con la Iglesia hicimos una colecta y compramos material para una planta, esperemos que llegue pronto, porque la logística se complica. Queremos comprar una segunda plata, porque la primera no será suficiente. Si nos quieren ayudar, les agradecería. Unidos podemos vencer esto”, dijo a Efe desde su centro de salud.