EFE, Madrid.
El escritor, guionista y director de cine chileno Luis Sepúlveda falleció este jueves a los 70 años en un hospital de Oviedo (norte de España) donde permanecía ingresado en estado grave desde el 29 de febrero por una neumonía asociada al coronavirus, informó a Efe un portavoz de la familia.
Sepúlveda (Ovalle, Chile, 1949), fue el primer paciente diagnosticado de COVID-19 en Asturias (norte de España) y llevaba 48 días ingresado en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) de Oviedo, la mayor parte de ellos conectado a un respirador en la Unidad de Cuidados Intensivos, donde falleció a las 10:18 horas.
El estado de salud del autor de “Un viejo que leía novelas de amor” se fue deteriorando en las últimas semanas al no responder a los tratamientos sucesivos ni a los antibióticos y haber sumado a la neumonía inicial otras patologías y problemas asociados a distintos órganos vitales, señalaron a Efe fuentes sanitarias.
La familia difundió un comunicado, firmado por su esposa Carmen Yáñez y su hijo mayor, Carlos, en el que agradece “de todo corazón” al equipo médico-sanitario del HUCA “su gran profesionalidad y entrega”, así como “las muestras de cariño recibidas durante estos días”.
Sepúlveda empezó a sentirse mal el 25 de febrero, dos días después de haber asistido al festival literario Correntes dÉscritas, celebrado en Póvoa de Varzim, en el norte de Portugal, en el que participaban un centenar de ponentes de distintos países, ninguno de ellos considerado entonces de riesgo por la incidencia del coronavirus.
Tras ser diagnosticado de una neumonía en un centro privado y de que diese positivo en el test de la Covid-19, Sepúlveda fue trasladado a una zona de aislamiento del HUCA el 29 de febrero junto a su mujer, la poetisa Carmen Yáñez, que también presentaba un cuadro febril.
El escritor se convertía así en el primer caso de coronavirus detectado en Asturias y uno de los primeros registrados en todo el país, si bien el Servicio de Vigilancia Epidemiológica no pudo determinar dónde pudo contagiarse ya que ningún otro participante en el festival literario portugués se vio afectado por el coronavirus.
Su mujer también estuvo ingresada en el mismo centro hospitalario hasta el 18 de marzo con síntomas asociados al coronavirus que no revistieron gravedad, aunque los análisis dieron negativo.
Sepúlveda, que se dio a conocer internacionalmente en 1988 con la publicación de “Un viejo que leía novelas de amor”, vivía desde 1997 en Gijón, ciudad en la que era muy conocido por haber impulsado y dirigido, entre otros proyectos, el Salón del Libro Iberoamericano.
Militante comunista, Sepúlveda se había visto obligado a abandonar su Chile natal en 1977, tras ser represaliado por el régimen dictatorial de Augusto Pinochet y de ver conmutada una pena de 28 años de prisión por otra de ocho años de exilio.
Hijo de madre vasca y padre jienense, Sepúlveda viajó por países como Nicaragua y Suecia antes de asentarse en Hamburgo (alemania), ciudad en la que trabajó como corresponsal de prensa y escribió relatos, teatro y alguna novela.
En 1988 publicó “Un viejo que leía novelas de amor”, una novela escrita como libro de aventuras y galardonada con los premios Tigre Juan y Relais que se convertiría con el tiempo en un libro de lectura obligada en institutos y universidades y que ha sido traducido a una veintena de idiomas.
A esta aclamada novela siguieron otras como “Mundo del fin del mundo”, “Nombre de torero”, “Patagonia Express”, “Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar”, ” La rosa de Atacama” o “Fin de siglo”.
En 2000 realizó una pequeña incursión en el cine al intervenir como actor de la película italiana “Desnudo para siempre” y un año después debutó como director con la película “Nowhere”, una coproducción española, italiana y argentina, de la que también escribió el guión y en la que narra con ironía la tragedia de los presos políticos en las dictaduras latinoamericanas.
Viajero impenitente, Sepúlveda está considerado miembro del grupo de escritores latinoamericanos posteriores al “boom” del realismo mágico, y recibió premios como el de poesía Gabriela Mistral,1976; el Rómulo Gallegos (1978), el premio de narrativa “Superflainao”, 1993 o el Premio Ovidio concedido en 1998 en Italia por “La última frontera”.