El actor y empresario Julián Gil ganó en la noche del jueves una importante batalla legal a favor del mural con la bandera de Puerto Rico con el que decoró su restaurante “La Placita” y que varios vecinos de Miami habían pedido retirar a través de peticiones en las cortes de la ciudad estadounidense.
“Se hizo justicia. La bandera se queda”, dijo Gil, nacido en Argentina, pero criado en Puerto Rico, sobre la decisión de las autoridades miamenses de negar la petición de que se cubriera la pintura sobre la fachada del restaurante, también propiedad del reconocido chef puertorriqueño José Mendín.
Los problemas para “La Placita” comenzaron en diciembre de 2018, poco antes de la inauguración del local, cuando varios voluntarios se sumaron al artista plástico urbano puertorriqueño Héctor Collazo Hernández, que a pedido de Gil y Mendín pintó el mural que abarca los tres pisos del edificio.
Según las autoridades de la ciudad, el restaurante había violado códigos municipales que buscan la preservación histórica del Distrito Histórico MiMo, en el norte de la ciudad, que se caracteriza por una arquitectura modernista en los edificios y casas construidos entre 1945 y 1965.
Los abogados de “La Placita” alegaban por su parte que, como el edificio había sido construido en 2009, no entraba dentro del grupo controlado por la división de preservación histórica de la ciudad.
La solución salomónica fue presentada por el comisionado de Miami Joe Carollo, quien propuso que el mural de la bandera puertorriqueña se mantuviera como está, mientras que otro local de la zona Organic Bites tuviera el suyo. Ese restaurante tiene un permiso especial de la junta de vecinos de MiMo.
Francis Suárez, el alcalde de Miami, asistió a la reunión para dirimir el problema y aplaudió la decisión: “Los puertorriqueños han sufrido mucho y necesitaban una victoria como esta. Hicimos lo correcto”.
El mural, que costó unos 25.000 dólares, forma parte del proyecto de Hernández “78 Pueblos y Una Bandera”.
“La Placita” había acumulado multas de unos 65.000 dólares por haberse negado a borrarlo.