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Por qué los incendios de Australia no se parecen a nada que hayamos visto antes

Por Jamie Tarabay

SÍDNEY — A finales de octubre, cayeron relámpagos sobre la tierra quebradiza en el monte Gospers en Nueva Gales del Sur. Los restos de árboles secos debido a inviernos consecutivos con poca lluvia o sin ella se incendiaron, y el fuego se propagó rápidamente.

Tres meses después, aún está ardiendo.

El siniestro del monte Gospers, que se convirtió en el “megaincendio” más grande de Australia conforme se extendió hasta incluir varios incendios distintos, ofrece una idea de la escala de la temporada de incendios más desastrosa en la historia del país. El fuego ha quemado 809.371 hectáreas, envolviendo la periferia despoblada y los campos vinícolas, e inició una misión especial para rescatar árboles prehistóricos tan poco comunes que su ubicación exacta se mantiene en secreto.

Ese incendio ahora se ha contenido en su mayor parte. Sin embargo, más decenas aún están ardiendo en los estados de Nueva Gales del Sur y Victoria, en el sureste, algunos fuera de control, a pesar de las fuertes lluvias en algunas zonas en días recientes. Además, la temporada de incendios está lejos de haberse acabado, pues se espera que los vientos regresen esta semana, y aún queda un mes del verano. A continuación presentamos un vistazo a la devastación.

La cantidad de tierra quemada es inmensa

El mundo moderno jamás ha visto nada igual a los incendios de Australia.

Alrededor de 6.474.970 hectáreas se han quemado en Nueva Gales del Sur y Victoria, donde se concentra la crisis. Esa es un área que tiene aproximadamente el tamaño de Virginia Occidental. Millones de hectáreas más se han quemado en otras partes del país.

Lo que distingue estos incendios, en cuanto a su tamaño, es que están ocurriendo en zonas pobladas. Hasta ahora, los incendios así de grandes han ocurrido sobre todo en lugares como el norte de Canadá o Siberia, donde viven pocas personas y los incendios se extienden en gran medida sin control.

“Lo que estamos viendo en Australia, en un entorno completamente distinto, son incendios que se están acercando o incluso excediendo la magnitud de otros que solo veíamos en las regiones boscosas más remotas del mundo”, comentó Ross Bradstock, director del Centro para la Gestión de Riesgos Medioambientales de Incendios Forestales en la Universidad de Wollongong en Nueva Gales del Sur.

“En Australia estamos observando una temporada de incendios que es relevante para todo el mundo”, agregó.

Las cifras de Australia eclipsan a las de algunos de los incendios de más alto perfil en años recientes.

Durante esta temporada, los incendios forestales en el sureste de Australia han quemado alrededor de ocho veces más terreno que los incendios de 2018 en California, que cubrieron casi 809.371 hectáreas y fueron los peores en la historia registrada del estado. También son mucho más grandes que los estimados de 890.308 hectáreas quemadas para septiembre del año pasado en la cuenca del Amazonas, donde granjeros, algunos envalentonados por las políticas del presidente Jair Bolsonaro de Brasil, iniciaron decenas de miles de incendios para despejar terrenos.

“Es bastante fenomenal y por mucho excede cualquier cosa que pueda verse en la zona occidental de Estados Unidos, un área muy susceptible a los incendios, el suroeste de Canadá, el Mediterráneo y partes de Sudamérica”, dijo Bradstock. “Es mucho más grande que cualquier otra cosa”.

Va mucho más allá de un paisaje devastado

Australia ha tenido temporadas de incendios más mortíferas: los incendios forestales del Sábado Negro, que comenzaron en febrero de 2009 cuando cables de electricidad caídos iniciaron incendios que se extendieron debido a los vientos con velocidades de 97 kilómetros por hora, asesinaron a 173 personas en Victoria. Los incendios de California en 2018 asesinaron a 103 personas.

Sin embargo, las pérdidas de vidas y propiedades que está experimentando Australia aún son sorprendentes, y no se acaban. Por lo menos 29 personas han muerto. Cientos de millones de animales, según algunos cálculos, han perecido o están enfrentando hambre o deshidratación en hábitats devastados. Además, más de 2500 hogares han quedado destruidos.

El humo generado por los incendios ha cubierto a Sídney, Melbourne y Canberra, a veces provocando que tengan la peor calidad del aire del mundo. La exposición prolongada de millones de personas al humo de los incendios forestales ha planteado temores sobre efectos en la salud que podrían durar años.

El cambio climático ayudó a propiciar los incendios

¿Por qué estos incendios han sido tan vastos? Aunque Australia normalmente es cálido y seco durante el verano, el cambio climático está trayendo periodos más largos y frecuentes de calor extremo. Eso provoca que la vegetación sea más seca y susceptible a quemarse.

El año pasado fue el más seco y caliente que se haya registrado en Australia, y algunas regiones se han visto afectadas por la sequía durante años. Los incendios comenzaron antes de lo habitual —algunos desde julio— y se espera que duren hasta febrero e incluso marzo.

Las altas temperaturas, los vientos fuertes y los bosques secos se han combinado para generar las condiciones ideales para que hayan poderosos incendios. Incluso se han producido quemas en humedales y selvas tropicales que no han enfrentado esta amenaza antes. Para combatir las llamas, decenas de miles de bomberos, la mayoría voluntarios, han sido llamados para trabajar largas jornadas por periodos extendidos.

Así se ve el futuro

En la historia de Australia, la mayoría de las temporadas de incendios han coincidido con el calentamiento de un patrón de El Niño. Sin embargo, ese no es el caso esta vez, lo cual demuestra lo mucho que destaca esta temporada y el peligro que enfrenta el país con más patrones climáticos impredecibles en el futuro.

Aunque los científicos, desde hace mucho tiempo, han pronosticado que el cambio climático traería temporadas de incendios más largas e intensas, no se esperaba que los incendios fueran así de graves tan pronto, dijo Bradstock. Según sus proyecciones, Australia no habría de vivir este tipo de devastación durante 40 a 50 años más, comentó.

“Supongo que estoy tan impactado como los demás respecto de lo que está sucediendo y, quizá, como los que se han visto involucrados y afectados, rápidamente reconsideraremos lo que estamos haciendo”, dijo.

Recalibrar significa esperar que estos incendios extraordinarios sigan ocurriendo, sobre todo porque la sequía de Australia muestra pocas señales de acabarse, y se espera que las temperaturas sigan aumentando después de la década más cálida que se haya registrado.

“Dadas todas las pruebas y la magnitud de este suceso, seríamos muy tontos si lo ignoráramos por ser un fenómeno aislado”, dijo Bradstock. “Creo que debemos prepararnos para lidiar con una temporada como esta en el futuro próximo”.

Un hombre trata de proteger su propiedad en Lake Conjola, Nueva Gales del Sur, Australia, en la víspera de Año Nuevo, el 31 de diciembre de 2019. (Matthew Abbott/The New York Times)

c.2020 The New York Times Company

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