Se comprobó que quienes beben cierto tipo de leche tienen envejecimiento biológico adicional.
Desde niños escuchamos que debemos tomar leche para crecer grandes y fuertes, pero jamás nos dijeron algo sobre vernos o mantenernos jóvenes.
De acuerdo a los resultados de una investigación realizada por Larry Tucker, profesor de ciencias de la Universidad Brigham Young, la leche y el envejecimiento están relacionados, aunque para nuestra tranquilidad, no todos los tipos de leche causan el mismo efecto.
No se trata de demeritar los beneficios de la leche, el lácteo procedente de la vaca, cabra y otros animales como la camella, aporta, proteínas y otros nutrientes necesarios para la formación de huesos y dientes.
De acuerdo a la Federación Española de la Nutrición, durante la infancia y adolescencia se aconseja tomar la leche entera, ya que conserva la energía y las vitaminas A y D ligadas a la grasa.
En la edad adulta también es importante mantener un consumo adecuado de leche, con el fin de favorecer la conservación de la masa ósea, contribuyendo así a prevenir la desmineralización de los huesos, causa frecuente de osteoporosis y fracturas.
Envejecimiento y la leche
De acuerdo a los estudios del profesor Tucker en 5.834 adultos de Estados Unidos, se revela que aquellas personas que generalmente beben leche alta en grasa tienen telómeros sustancialmente más cortos que los que beben leche baja en grasa.
En otras palabras, los bebedores de leche con alto contenido de grasa tienen un envejecimiento biológico más avanzado que los consumidores de leche con bajo contenido de grasa.
El estudio reveló que por cada 1% de aumento en la grasa de la leche consumida, los telómeros eran 69 pares de bases más cortos en los adultos estudiados, lo que se tradujo en más de cuatro años en envejecimiento biológico adicional.
Los resultados respaldan las recomendaciones que durante los últimos 5 años han cobrado fuerza, favorecen el consumo de leche baja en grasa y desalientan la ingesta de leche alta en grasa como parte de una dieta saludable.
¿Qué hay de la leche de camella?
Lo que se trata de un alimento que de reciente comercialización para los occidentales, aunque los humanos llevan consumiendo leche de camella más de 6 000 años en otras partes del mundo, principalmente zonas áridas, donde los nómadas se nutrían con dicha leche durante sus travesías por el desierto.
Tiene mayores aportaciones nutricionales, más beneficios y menos grasa que la leche de vaca. De acuerdo a las investigaciones publicadas por el International Journal of Health Sciences, el consumo regular de leche de camella fortalece el sistema inmunológico ya que contiene una serie de protectores proteínas como la lisozima, la lactoferrina, la lactoperoxidasa, la inmunoglobulina G y la inmunoglobulina A.
Para saber más beneficios de la leche de camella puedes leer: Los beneficios de la leche de camella, cada vez más en tendencia
¿Las leches vegetales son buena opción?
Existe la idea errónea de que las leches vegetales son iguales a la leche de vaca, pero ese no es así. Expertos de cuatro organizaciones de salud advierten que niños menores de cinco años no deben de consumirlas.
La mayoría de bebidas de origen vegetal no proporciona suficientes nutrientes esenciales, como la vitamina D y el calcio, que los niños en crecimiento necesitan en esta etapa vital del desarrollo.
La leche de soja es la que más beneficios aporta de las llamadas leches vegetales, tiene alto contenido en vitamina A y E, fitosteroles y en polifenoles. Aporta proteínas y elementos antioxidantes beneficiosos para el organismo.
La leche de soja es un alimento que no tiene colesterol y es bajo en calorías y en grasas, de las cuales el 20 por ciento son saturadas y ácidos grasos poliinsaturados. Resulta ser una opción para los intolerantes a la lactosa.
Fuente: La Opinión