EFE, Quito
La violencia sexual y los estereotipos, según los expertos, son los grandes escollos que las mujeres deben afrontar en los procesos de migración, en los que una narrativa negativa se suma a la pesada carga que vuelve cuesta arriba la movilidad humana femenina.
“Solo el 3,6 por ciento de gente está en movilidad humana en el mundo” y aunque “es muy poco con relación al total de la población”, es “sumamente vulnerable”, sostuvo Baeza.
Y por ello, expertos que participaron en el mencionado panel pidieron poner los derechos humanos en el centro de la agenda de discusión pública y adoptar una agenda sobre migración, con especial atención al caso de mujeres y niñas.
Cambio de narrativa
En el panel “Buscando un punto medio: defendiendo las narrativas públicas sobre migración”, expertos de la región coincidieron en la responsabilidad de los medios de comunicación para cambiar la mirada en torno a la movilidad humana.
Asimismo, en la necesidad de no explicar la migración a través de números fríos sino de contar historias que despierten empatía.
Pero la directora regional de ONU Mujeres fue más allá al apuntar que ese cambio debe concretarse “entre todos”.
Un fenómeno que debe empezar en casa y se debe reflejar también en las redes sociales gracias a las cuales se ‘democratizó’ la información, pero también la desinformación, según los panelistas.
Eva Garzón, representante de Oxfam -la confederación internacional formada por 17 organizaciones no gubernamentales nacionales que realizan labores humanitarias en 90 países-, subrayó que las narrativas negativas “están haciendo la vida de los migrantes mucho más difícil”.
Y se lamentó de que se utilice a la migración para justificar otras dificultades sociales: falta de trabajo, de oportunidades, inseguridad.
Según un estudio de Oxfam, el 80 % de personas cree que todos tienen derecho a migrar, pero al mismo tiempo, muchos consideran que la migración está conectada con el terrorismo, “una retórica del miedo que afecta a las migraciones”, indicó.
Migración femenina, fenómeno nuevo
En el FGMD, Baeza mencionó que la región vive una “crisis migratoria” en la que la mujer es doblemente vulnerable, y en ese marco recordó los flujos migratorios de Guatemala, El Salvador y Honduras hacia Estados Unidos.
Según la experta, el “80 por ciento de las mujeres que hacen la caminata desde esa zona, atravesando México, es violada o sufre violencia sexual”.
Desde hace unos tres años ha aumentado la migración femenina, “es un fenómeno nuevo”, acentuado en África hacia Europa, y ligado al no retorno de los hombres y la merma en el envío de las remesas debido a que sus parientes no consiguen trabajo, explicó.
Se trata de un fenómeno que también se repite en América, con Venezuela, Centroamérica y México como ejemplos latentes.
La experta instó a entender el miedo de los migrantes al llegar a un nuevo destino y señaló como “legítimo” también el de la comunidad receptora, pero -advirtió- no debe ser exacerbado, para lo cual es fundamental “cambiar la narrativa”, hablar de su aporte.
Mujer, aporte para la economía
Para la directora regional de ONU Mujeres, se debe ponderar lo que representa la mujer para apoyar la economía, asunto con el que coincidieron otros panelistas, que criticaron el estereotipo por el cual se le ve a la migrante “sólo como trabajadora doméstica”.
Pidieron un mayor intercambio de ideas para que las migrantes puedan formar parte de movimientos locales, como los feministas, en busca de cambios “mucho más impactantes”.
Las migrantes se pueden vincular, además, a grupos de trabajadores en busca de la inclusión de las personas en movilidad humana en la economía del país.
En los paneles se destacó el tema de la “industria del cuidado”, que puede involucrar a hombres pero que “está más feminizada pues desde siempre la mujer está en los cuidados”, dijo Baeza.
Si una mujer tiene la opción de dejar sus hijos al cuidado de otra persona, calificada y confiable, puede salir a trabajar y aportar a la economía del país, coincidieron los expertos.
Se trata -dijo Baeza- de una industria que se desarrolla con buen viento en Uruguay, que en la mayoría de naciones es “muy informal, no está regulada”, pero que otros, como Argentina, México, Colombia, Panamá, Chile, Paraguay, han comenzando a estudiarla de cerca.