La Navidad es sinónimo de luces, color, alegría, compartir y estar con la familia. Pero, muchas personas pueden sentirse fuera de lugar durante estas fechas y es que, tras la pérdida de un ser querido, la felicidad que sienten quienes están alrededor no es compartida.
No obstante, aunque muchas personas puedan decidir suprimir la celebración de la Navidad, esta puede suponer una ayuda para poder transitar el periodo de duelo de una mejor forma. Para ello, la psicoterapeuta Alba Payás Puigarnau comparte con nosotros algunos consejos que merece la pena llevar a cabo.
Hacer una reunión familiar
Antes de la celebración de la Navidad es importante que mayores, jóvenes y niños participen en una reunión familiar. Como señala Alba Payás Puigarnau deben cumplirse tres normas “nadie interrumpe cuando uno habla, hay permiso para expresar sentimientos y todos deben tener su tiempo, niños incluidos”.
El objetivo es evitar huir de la emoción de dolor y poder compartirla con el resto de la familia. Pues, como indica esta psicoterapeuta, parece que el dolor debe sufrirse en soledad, ya que expresarlo puede suponer un mal trago para los demás. Esto es un error. Expresar las emociones es el camino más corto para poder transitar por el duelo y afrontar esta situación.
Esta reunión unirá a todos los miembros de la familia y les permitirá llegar a una resolución satisfactoria sobre qué hacer durante estas navidades. Para ello, se pueden repasar las tradiciones (montar el árbol, construir el belén, realizar una comida familiar, hacer el amigo invisible…).
Tal vez, surja la idea de poner la foto de la persona fallecida en un lugar especial donde situar velas, flores o, incluso, dejarle una postal. Quizás, se desee guardarle un sitio en la mesa con una silla vacía. Formas simbólicas, pero sanas, de recordar a esa persona que permitirán transitar el duelo.
Prestar atención a las emociones de los niños
Los niños se dan cuenta de todo y ellos también tendrán que pasar su propio duelo. Por ello, es conveniente animarlos a participar en la reunión y en todas las tradiciones que se haya decidido que se van a hacer. Lo importante es ser sinceros con ellos y no ocultarles que la persona ha fallecido.
Como expone Alba Payás Puigarnau, el hecho de que los niños vean a los adultos expresar sus sentimientos y les den, a ellos mismos, la oportunidad de hacerlo los hará fuertes y resilientes.
El miedo a expresar emociones o a hablar con honestidad de lo que ha sucedido, tan solo generará temor en los más pequeños. Un miedo que no sabrán gestionar y que les marcará en su vida adulta. Por lo tanto, es mejor cambiar esta manera de actuar ante una situación de pérdida de un ser querido.
Exponer la propia vulnerabilidad es muy sanador
Aunque se decida suprimir la celebración de las fiestas, al final, esto no es más que una huida al propio dolor que no desaparecerá hasta que se gestione de la manera adecuada. Por eso, los dos consejos anteriores son importantes, pues la familia estará más unida y se apoyará en este momento tan difícil.
El dolor es natural, pero reprimirlo y no expresarlo es perjudicial. No se debe sentir vergüenza por exponer la propia vulnerabilidad ante la familia, donde cada uno de sus miembros está pasando por su propio duelo. Tener a la persona que se ha perdido presente, expresarse, llorar y hablar con los niños puede aliviar el dolor.
Hacer todo esto permitirá valorar a quienes se tienen al lado hoy y a aprovechar el tiempo lo máximo posible sin excusas. La pérdida de un ser querido es una situación sumamente dura. No obstante, Alba Payás Puigarnau nos recuerda que “las lágrimas de emoción ante la pérdida de un ser querido son la manifestación más natural de amor que los seres humanos tenemos”.