Bogotá.- En la celda número ocho del patio de extranjeros de la cárcel La Modelo de Bogotá deambula Rodrigo Cariñana, un valenciano de 77 años que se convirtió en el preso español de mayor edad en Latinoamérica al ser detenido como “mula” en el aeropuerto El Dorado de la capital colombiana.
“El Viejito”, como lo llaman los guardias del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), lleva un jersey verde y un pantalón vaquero que le quedan grandes, pues su ropa se quedó en la terminal aérea y desde entonces otros presos le han prestado prendas para vestirse.
Cariñana es objeto de todas las miradas por su avanzada edad y por su forma de caminar, parece que en cualquier momento se va a caer por su delicado estado de salud. El vértigo no le deja avanzar con facilidad y debe apoyarse en todas las paredes por las que pasa.
La odisea de este valenciano comenzó hace un año, cuando su mujer se separó de él tras 54 años de matrimonio.
Sin rumbo fijo, sin casa y con una vida en la que las deudas cada día pesaban más decidió arriesgarse como “mula”, como se les llama a las personas usadas como correos para llevar drogas.
“Estoy aquí por llevar droga en la maleta, estaba tan apurado desde que mi mujer se separó de mí, me quitaron la mitad de la pensión y me dejaron solo con 300 euros (334 dólares)”, afirma a Efe entre lágrimas.
TORTUOSO PROCESO
Hace varios años, Cariñana conoció en una zona cercana al puerto de Valencia a Alejandro, un colombiano con quien entabló una amistad que cambió su vida.
Cuando su “supuesto amigo” se enteró de que estaba endeudado le presentó a una pareja colombiana que le ofreció entre 4.000 y 5.000 euros (entre 4.451 y 5.564 dólares) para que fuera “mula”.
El español y los colombianos se vieron tres veces, en la última de la cuales lo convencieron de que hiciera “la ruta de la cocaína”.
“Nos vimos, me comentaron todo, me enseñaron un papel con la legislación colombiana en el que ponía que por edad no entraría en prisión”, comentó el anciano arrepentido, antes de agregar: “También me dijeron que si me pasaba algo, ellos se harían cargo de mí, que pagarían una prima. Yo no me lo creí, pero accedí”.
Con los billetes aéreos pagados y convencido de que nada iba a suceder, el 23 de agosto pasado emprendió su aventura hacia Colombia, el país con más cultivos de coca del mundo.
Durante tres días se alojó en un hotel de cinco estrellas en Bogotá y el 27 de agosto viajó a Palmira, en el departamento del Valle del Cauca (suroeste), donde estuvo 10 días, antes de preparar el viaje de vuelta a España.
Pasó una semana y media en una finca con una mujer y sus dos hijos, la comida se la llevaba todos esos días un chico en moto que nunca se quitó el casco y que fue quien más tarde le dio la maleta cargada de droga.
“La misma persona que me llevó allí luego me dio la cocaína maldita. Además me cambiaron el trayecto, primero iba a ir de Cali (capital del Valle del Cauca) a Bogotá en avión y después me pusieron un autobús que me llevó a El Dorado durante 11 horas”,comentó.
Cuando llegó al aeropuerto un perro olió su maleta y los policías la abrieron y encontraron la cocaína. No fue esposado y cree que fue por la pena de ver a un señor tan mayor con una carga de droga.
Más tarde lo llevaron a unos calabozos donde estuvo detenido 12 días.
“Me trajeron a un ‘bodrio’. Ellos le llaman primarias, sin comer ni beber agua, y además salía cada rata que daba asco”, apostilló.
VIDA EN PRISIÓN
Su primera semana en prisión fue muy angustiosa ya que sufre de hipertensión y lleva 15 años tomando una medicación que le regula la presión.
Cariñana dice que al parecer los medicamentos que le dan ahora en Bogotá le producen altibajos. No tiene miedo a morir, pero sí a quedarse “medio paralítico”.
Un nudo se le pone en la garganta cuando habla del futuro: “Yo ya no tengo futuro, yo ya con esto no volveré a mi barrio, en el que viví 50 años”.
“Yo sé que soy responsable, pero espero que el Estado español tenga en cuenta mi edad para hacer cuanto antes mi repatriación, sino no pisaré España nunca más, moriré aquí”.
LA LEY COLOMBIANA
El artículo 314 del Código de Procedimiento Penal colombiano considera que la detención preventiva puede sustituirse por la domiciliaria cuando el acusado es mayor de 65 años y “siempre que su personalidad, la naturaleza y modalidad del delito hagan aconsejable su reclusión en el lugar de residencia”.
Además, “cuando el imputado o acusado estuviese en estado grave por enfermedad, previo dictamen de médicos oficiales” eso sí, siempre con el aval de un juez.
De momento, Cariñana cambió su “cafecito” de las 7 de la mañana en Ausias March, una zona cercana a la Playa de la Malvarrosa en Valencia, por un despertar en el que la agonía, la desesperanza y la enfermedad deben esperar una respuesta rápida para que no pase sus últimos días de vida entre rejas colombianas.