Al principio, los cientos de miles de manifestantes pacíficos de Hong Kong que tomaron las calles en junio se centraban en una polémica legislación local que habría permitido extradiciones a China continental.
Sin embargo, a medida que la lista de demandas creció en el territorio semiautónomo, y los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes aumentaron, el movimiento cobró mayor importancia a nivel mundial.
Para China, los manifestantes ponen en duda su nacionalismo ferviente, mientras que, en todo el mundo, quienes están a favor de la democracia han vitoreado lo que consideran un momento incómodo para el gobierno autócrata chino. Todo esto sucede en medio de una enconada guerra comercial entre China y Estados Unidos, y algunos negocios internacionales se han visto atrapados en un desastre político del que no querían ser parte.
¿Qué relación tiene Hong Kong con China?
Hong Kong, un centro financiero internacional en la costa meridional de China, fue una colonia británica hasta 1997, cuando se le devolvió a China conforme a una política llamada “un país, dos sistemas”.
La política hizo a Hong Kong parte de China, pero le permitió conservar muchas libertades que se les negaban a los ciudadanos de China continental, como la libertad de expresión, el acceso ilimitado al internet y la libertad de asociación. El territorio tiene sus propias leyes, sistema de gobierno y fuerza policial conforme a una Constitución miniatura conocida como la “Ley básica”. China prometió que este sistema se mantendría vigente al menos hasta el año 2047.
No obstante, muchos hongkoneses sienten que Pekín ya está socavando su autonomía y que el gobierno local obedece sus órdenes. Un comité que favorece a Pekín es el que nombra a la autoridad máxima del territorio, el jefe ejecutivo (cargo que en la actualidad ocupa Carrie Lam). Recientemente, la jefa ejecutiva usó las facultades conferidas en casos de emergencia para promulgar por su cuenta la prohibición del uso de máscaras en las manifestaciones, ignorando a la legislatura parcialmente electa.
¿Qué está motivando las protestas?
En febrero, el gobierno local presentó un proyecto de ley, que ya se desechó, que habría permitido que los acusados de delitos fueran enviados a lugares con los que Hong Kong no había celebrado un tratado de extradición, entre los que se encontraba China continental, donde el Partido Comunista tiene control sobre los tribunales. Lam argumentó que el proyecto de ley era necesario para garantizar justicia en casos como el de un hombre acusado de asesinar a su novia en Taiwán, quien luego evadió la justicia fugándose a Hong Kong. Los críticos dijeron que el proyecto de ley permitiría a Pekín usar la ley contra los disidentes hongkoneses mediante delitos fabricados, lo cual expondría a los activistas a la opacidad del sistema jurídico de China.
Cientos de miles de personas, entre las cuales había residentes de la tercera edad y familias con niños, se unieron a una marcha pacífica del 9 de junio para oponerse al proyecto de ley. Sin embargo, el 12 de junio, el debate y las demandas cambiaron cuando la policía usó gas pimienta, toletes y más de 150 latas de gas lacrimógeno para dispersar a miles de manifestantes, de los cuales un pequeño número había arrojado proyectiles a la policía.
Furiosos ante la respuesta de la policía, los manifestantes exigieron que se abriera una investigación independiente sobre la fuerza policial, misma que los líderes han rechazado. El enojo en contra de la policía ha crecido vertiginosamente desde entonces, al igual que la violencia en ambos bandos.
¿Por qué se ha desatado la violencia en las manifestaciones?
Alimentados por el encono contra la policía, así como la lenta erosión de las libertades civiles, las protestas en su mayoría carentes de liderazgo se transformaron en un movimiento más amplio y complejo para proteger las libertades, la democracia y la autonomía de Hong Kong. La lista de exigencias de los manifestantes ha crecido para incluir la amnistía para los participantes arrestados y la elección directa de todos los legisladores y el jefe ejecutivo.
Solo se les ha concedido una de sus demandas: el retiro del proyecto de ley de extradición. Así que los manifestantes han continuado tomando las calles y han ajustado sus tácticas con la esperanza de obligar al gobierno a ceder.
Aunque la gran mayoría de los participantes no ha recurrido a la violencia, los enfrentamientos entre la policía y los jóvenes manifestantes de casco, máscaras y camisetas negras han subido de tono marcadamente. La policía ha usado cañones de agua, gas lacrimógeno, gas pimienta y balas de goma para dispersar a la multitud, y sus tácticas han sido criticadas por manifestantes y observadores internacionales. Los videos de detenciones especialmente violentas han enfurecido a los manifestantes, en particular una escena de octubre en la cual un policía le disparó a un manifestante en el pecho con balas de verdad.
Dado que percibieron que sus mítines pacíficos eran ineficaces, una minoría de manifestantes se ha vuelto cada vez más violenta. Los manifestantes violentos han arrojado ladrillos y bombas molotov, y en una ocasión apuñalaron a un oficial. La policía afirma que se detonó una bomba casera durante una protesta. En varias ocasiones, los manifestantes han impartido justicia ciudadana, golpeando a personas percibidas como contrarias a su movimiento. Además, el sistema de trenes ha sufrido daños materiales importantes, pues, a decir de los manifestantes, apoya a la policía, además de ser un negocio considerado pro-China.
A pesar de ello, las protestas pacíficas continúan. Los manifestantes han organizado huelgas, rodeado estaciones de policía, cerrado el aeropuerto y formado enormes marchas, mientras que la clase creativa de la ciudad se ha inspirado en las protestas para crear arte y canciones.
¿Cuáles son las implicaciones para China?
Buena parte de la intriga internacional se basa en un análisis minucioso de cómo responde China a las protestas y cuánta democracia pueden tolerar sus líderes en sus esfuerzos por demostrar que su modelo funciona.
Hasta ahora, los temores de que haya una represión como la de Tiananmén no se han disipado. El Ejército chino tiene un cuartel en Hong Kong, pero, en general, su despliegue es visto como el peor de los escenarios y algo que todas las facciones quieren evitar. Para la comunidad empresarial internacional la intervención militar sería el fin de “un país, dos sistemas” y una de sus consecuencias podría ser el éxodo de las empresas.
Por su parte, China ha tratado de hacer que la opinión pública esté en contra de los manifestantes. Los medios estatales los han descrito como separatistas violentos, aun cuando la mayoría de los manifestantes dicen no estar interesados en la independencia. Los medios estatales también avivaron la posibilidad de que hubiera una respuesta negativa en contra de la NBA después de que el ejecutivo de un equipo manifestó su apoyo a las protestas en Twitter.
Este tema ha agregado otra capa de intriga a las actuales negociaciones derivadas de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. En su mayoría, los políticos demócratas y republicanos han estado unidos en cuanto a su apoyo a las manifestaciones, pero el presidente Donald Trump ha sido más reservado.
¿Por qué hay un acuerdo bipartidista en Estados Unidos en cuanto al apoyo a los manifestantes?
Se trata de una fuente poco vista de unidad entre partidos. Hay pocas cosas que podrían unir al senador republicano de Texas Ted Cruz y a la representante demócrata de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez, pero ambos formaron parte de la coalición bipartidista que firmó una carta en apoyo a los manifestantes. Otros políticos, entre los que se encuentran la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, demócrata de California, y el senador republicano de Kentucky y líder mayoritario Mitch McConnell han estado de acuerdo prácticamente de manera unánime.
Este acuerdo se origina en la desconfianza compartida al gobierno chino, una cuestión mucho más amplia que suele crear consenso entre republicanos y demócratas. El modelo autoritario de China se considera una amenaza de amplio espectro para Estados Unidos y el sentimiento a favor de la democracia y contra China de los manifestantes coincide con las actitudes populares estadounidenses.
Los seguidores de los manifestantes en Estados Unidos, y en el resto del mundo, perciben que están en el lado correcto de una batalla entre la democracia y el autoritarismo; para ellos, apoyar a los manifestantes es apoyar el concepto de democracia.
c.2019 The New York Times Company