Un grupo de adolescentes bolivianas, que han sido rescatadas de los nexos de la trata y tráfico de personas, ha adaptado el clásico cuento infantil de Pinocho para mostrar en una obra de teatro a este personaje como víctima de este lacerante crimen.
La obra es producto de largas charlas terapéuticas con más de una decena de adolescentes de la Fundación Munasim Kullakita, “quiérete hermanita” en aimara, que protege a las menores rescatadas, y que junto al elenco “Atrapa Sueños” presentaron la obra esta semana en el teatro municipal Modesta Sanjinés en La Paz.
“Pinocho fue adaptada desde un contexto real a la ficción y de la ficción a la realidad, aunque parezca ilógico, pero eso es lo que sucede, muchos problemas de la realidad parecen ficción”, comentó a Efe el director de la obra, Emerson Ramírez.
El elenco trabajó cuatro meses en las terapias, la “reescritura” del guión y la puesta en escena que se basó en las experiencias de las adolescentes que fueron rescatadas de la explotación laboral y sexual, quienes añadieron escenas con base en sus propias vivencias, contó el director.
Es así que Pinocho, el muñeco de madera del clásico cuento infantil, del italiano Carlo Collodi, no solo se deja engatusar por el tiritero o el “honrado Juan”, quienes alejan al protagonista de la escuela, sino también por el cochero que lleva a los niños a la “isla de los juegos”.
Es ahí donde el cochero le quita la ropa a Pinocho y le vuelve una niña de madera con vestido y rizos en el pelo, que debe entrar a una caja para ser expuesta, mientras ruega por volver con su papá Geppetto, y el cochero determina el precio para su venta.
“A la gente parece no importarle, a quién le interesaría un niño de madera”, expresa la protagonista en una escena de la obra.
El poder y el dolor del encierro se mezclan con las canciones que expresan el mismo sentimiento y se añade un toque de humor de parte de algunos personajes, como el astuto Pepe Grillo.
“El objetivo es la concientización de la gente y que no vean este problema como ajeno, lejano, sino que es una realidad tan próxima que le puede pasar a cualquiera, hasta a un niño de madera”, agregó Ramírez.
De la misma forma, se muestra al viejo Geppetto en su desesperada búsqueda de Pinocho, mientras le tildan de loco y actúan con indiferencia hacia su dolor.
“Hemos tratado de mostrar a sectores en vulnerabilidad como es el caso de los niños, los adolescentes y los ancianos”, acotó el director.
La obra está dirigida a todo público, en especial a jóvenes y adolescentes, para que tomen conciencia sobre la temática y puedan prevenir estas situaciones, además de identificar las señales para no caer en esas trampas, según Ramírez.
Todo este proceso, desde las terapias hasta la última escena antes de cerrarse el telón, ha significado para las adolescentes un gran avance en el fortalecimiento de su creatividad y su seguridad, pero sobre todo de su autoestima.
“El empoderamiento personal que cada de una de ellas ha ido generando en la puesta de escena de esta obra es muy impactante e importante”, aseguró a Efe la responsable del programa de atención de adolescentes de Munasim Kullakita, Reyna Cachi.
Esta fundación trabaja desde hace más de cuatro años con terapias involucrando al arte, con buenos resultados para que las chicas puedan seguir adelante con sus vidas y sueños, destacó Cachi.
Además de la obra, también se exhibe en una de las salas una exposición fotográfica de la fundación, con más de diez años de trayectoria, en la que muestran las actividades que realizan con las chicas para que logren salir adelante.
La Defensoría del Pueblo de Bolivia informó que de enero a junio de este año se registraron 399 denuncias por trata y tráfico de personas en el país.
El informe global de 2018 de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señala que el 72 por ciento de las víctimas de trata el año pasado fueron mujeres, de ellas el 23 por ciento niñas.
En Bolivia la forma más reportada de trata de personas tiene la finalidad de trabajo forzoso, seguida de la explotación sexual, según ese informe.