La crisis del vapeo que afecta a Estados Unidos resalta lo poco que saben científicos y funcionarios de la salud sobre la marihuana que consumen millones de estadounidenses a diario.
Esa falta de investigación, que se deriva de una antigua prohibición federal de la marihuana, se convierte ahora en un problema para la industria legal de marihuana que asciende a US$10.000 millones, donde los productos de vapeo han sido el área de más rápido crecimiento.
Si bien han flexibilizado las normas relativas a la marihuana en más de 30 estados, hay poca información disponible sobre los nuevos productos que llegan a tiendas en estados como Colorado y California. Los investigadores no pueden ingresar a una tienda de marihuana en Denver o Los Ángeles y comprar productos para realizar pruebas, ya que pondrían en riesgo su financiamiento si no cumplen con las regulaciones federales.
“Es una situación absurda”, dijo Matthew Johnson, experto en adicciones de la Universidad Johns Hopkins. “Obstaculiza nuestra capacidad de conocer lo bueno, lo malo y lo feo sobre el consumo de cannabis”.
Funcionarios de la salud han atribuido más de 500 enfermedades misteriosas y al menos ocho muertes al vapeo. No está claro exactamente qué causa estas enfermedades, pero se han reportado con mayor frecuencia en pacientes que inhalan productos que contienen THC, el principal ingrediente activo de la marihuana, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Reguladores toman medidas enérgicas contra los cigarrillos electrónicos y el 24 de septiembre, Massachusetts también prohibió temporalmente tanto el cannabis como los productos de vapeo de tabaco.
La crisis del vapeo ha impactado las acciones de empresas de marihuana y también desbarató conversaciones de fusión entre los gigantes del tabaco Philip Morris International Inc. y Altria Group Inc., que tiene una participación de 35% en Juul Labs, el fabricante de cigarrillos electrónicos que domina el mercado de EE.UU.
‘Es loco y frustrante’
Kent Hutchison, profesor de la Universidad de Colorado, quiere saber si los productos de cannabis contribuyen a las enfermedades relacionadas con el vapeo, pero estaría violando la ley si los estudiara en el campus.
“Es loco y totalmente frustrante saber que si uno de nuestros químicos premio nobel quisiera analizar algunos de estos productos de vapeo falsificados para tratar de descubrir qué está causando estos problemas, no puede hacerlo”, dijo Hutchison, profesor del departamento de psicología y neurociencia y codirector del instituto CUChange de la universidad.
Hasta la fecha, nunca ha habido un estudio sobre el vapeo de cannabis, según Jeff Chen, quien dirige un instituto de investigación de marihuana en la Universidad de California, Los Ángeles. UCLA tiene un equipo que puede hacer pruebas al aceite de cannabis, pero las tiendas de marihuana cerca del campus están prohibidas debido a las normas federales, dijo.
La crisis actual del vapeo ha centrado la atención en las sustancias utilizadas para diluir el aceite de cannabis para el vapeo y se sabe poco sobre lo que sucede cuando esos productos se calientan. También hay preocupaciones sobre los dispositivos utilizados para vapear la nicotina y la marihuana, que provienen casi exclusivamente de China.
El gobierno federal ha dejado que los estados creen estándares de prueba, mientras que las empresas de la industria han tratado de tranquilizar a los consumidores de que su aceite de cannabis no contiene productos químicos nocivos.
Granja del gobierno
Solo hay una granja aprobada por el gobierno en Mississippi que cultiva marihuana para fines de investigación. Sin embargo, obtenerla requiere un proceso burocrático que disuade a investigadores. Quienes lo han logrado se quejan de que es de baja calidad y no se parece a los productos que los adultos compran para uso recreativo en los mercados legales. La granja de Mississippi tampoco produce el aceite que se utiliza en el vapeo.
Dosis estandarizada
La investigación también es clave para estandarizar la dosis de marihuana, de la misma manera en que una copa de vino o un trago de licor son medidas ampliamente conocidas de alcohol. Esto se considera como una forma para que la industria atraiga a nuevos usuarios y el vapeo ha sido clave en este esfuerzo, percibido como una forma discreta de controlar la dosificación.
Dado que los investigadores estadounidenses están en gran medida al margen, científicos de Canadá, Israel y otros países han tomado el liderazgo en lo referente al cannabis. Israel se ha convertido en un semillero de la ciencia de la marihuana a pesar de que el país solo cuenta con un pequeño programa médico.
Estudios psicodélicos
Se cree ampliamente que la marihuana es relativamente segura y, a lo largo de los años, investigadores se han centrado más en drogas más fuertes como la cocaína y la heroína, comentó Yasmin Hurd, profesora de la escuela de medicina Icahn en Mount Sinai, Nueva York, quien ha estudiado el cannabis durante cerca de 20 años.
Las drogas psicodélicas, como hongos mágicos y éxtasis, que también están estrictamente prohibidas por el gobierno federal, reciben más atención investigativa actualmente debido a avances que muestran su potencial para tratar la depresión. Esas sustancias también son más fáciles de obtener porque son moléculas que pueden fabricarse en un laboratorio, según Johnson, quien forma parte de un nuevo instituto de investigación en Johns Hopkins dedicado al estudio de sustancias psicodélicas.
La falta de investigación sobre el cannabis puede crear situaciones peligrosas en una época en la que se promocionan los beneficios médicos de la planta. Por ejemplo, existe evidencia de que pequeñas dosis de marihuana pueden ayudar a aliviar la ansiedad y el estrés postraumático, pero que dosis más altas pueden exacerbar los síntomas, según Brad Conner, profesor de psicología en la Universidad Estatal de Colorado.
A falta de investigación científica, son los empleados de tiendas de marihuana los que dan consejos a los consumidores que tienen preguntas sobre los productos.
“Es sorprendente lo poco que sabemos”, dijo Conner. “Cuando los científicos no pueden hacer afirmaciones con base en la investigación, no decimos absolutamente nada, y las personas que llenan ese vacío son los empleados de tiendas de marihuana y la industria”.